Asociarse para crecer

Un buen ejemplo de reconversión

un buen ejemplo de reconversión

En Angélica, un grupo de productores juntó sus capacidades para alquilar un campo abandonado y transformarlo en agrícola. Una historia de glorias olvidadas, tacurúes, amistad y futuro.

 

Federico Aguer

[email protected]

Se trata de Julio Forzani, Oscar “Cacho” Canavese, los hermanos Daniel y Gustavo Canavese, junto a Mario Banchio, quienes se juntaron para largarse en un emprendimiento conjunto. Los cuatro ya eran productores eficientes y exitosos, pero surgió la idea de alquilar un campo con mucha historia en la zona para volverlo nuevamente a la vida. La idea de dar el salto entre todos era un desafío muy grande que requería que se pusieran de acuerdo para juntar fuerzas, ya que requería afrontar los costos de producción muy altos, propios de la gran escala del emprendimiento.

La meta: la estancia “Santa Teresita”, un establecimiento que se había destacado en el pasado por su cabaña ganadera, con grandes campeones de Palermo y la introducción de técnicas de avanzada en la zona como la inseminación artificial. Al morir sin hijos su dueño, Próspero Pangaro, el campo fue quedando en el olvido, aunque hoy algunos descendientes intentan retomar la parte ganadera.

Quiénes son

Julio Forzani nació en el seno de la célebre familia forjadora de unas de las fábricas más emblemáticas de nuestra provincia. Las cosechadoras y enfardadoras Forzani llegaron a ser una marca registrada de calidad que trabajaron los campos de toda la región. Este ingeniero agrónomo llegó a Angélica desde su Zenón Pereyra natal en 1975. Al comienzo dio clases en la agrotécnica de San Vicente, para dedicarse luego a la venta de insumos agroquímicos en una planta de acopio. Al hacerse cargo de un campo en la zona, fue transformándose en productor hecho y derecho.

“Cacho” Canavese todavía recuerda cuando la zona era tambera y ganadera, actividades que conoció bien, pero que han ido dejando paso a la agricultura. Amante de las aves, bautizó a sus campos con sonoros nombres de pájaros: el cardenal, la calandria, el ruiseñor, el zorzal.

En su juventud visitaba “Santa Teresita” como muchos integrantes de la colonia, quienes asistían al cine, a memorables partidos de bochas o de pelota paleta. Aquel mágico lugar convocaba a todas las familias de la región, que compartían un día de esparcimiento luego de las esforzadas labores de campo. En aquel entonces difícilmente se imaginó que volvería muchos años después a trabajar esas tierras con un grupo de amigos.

Daniel Canavese trabaja con su hijo y con su hermano Gustavo en la zona rural de Angélica, quienes trasladan su pasión futbolera al trabajo en el campo, y eso se nota: su planteo agrícola es altamente eficiente. En el galpón; en la maquinaria; hasta en los alambrados y caminos en impecable estado, estos hermanos se destacan por “ponerle el cuerpo” al trabajo hasta en los detalles más ínfimos, un dato que hace la diferencia.

Mario Banchio, el último socio, es un ingeniero agrónomo de 42 años que trabaja como viajante técnico comercial y en otro emprendimiento agropecuario. Años atrás hizo algo de invernada pero tuvo que dejarlo cuando la cosa se puso difícil. “Cuando uno no tiene campo propio se hace difícil”, dice. En referencia al emprendimiento, alega que “somos todos conocidos. Por la dimensión y por la inversión a cada uno se le hacía pesado, por eso entre todos tomamos coraje, ofrecimos y entramos”, se sonríe. El campo hacía más de 15 años que estaba abandonado, dedicado casi en su totalidad a la ganadería extensiva. En referencia a la calidad de los suelos, Banchio nos cuenta que “lo mejorcito es clase 3, el resto clase 6 y hasta 7; es muy limitado, pero estoy convencido que hay mucha capacidad de mejorarlo”, aclara optimista.

¡A trabajar!

Días atrás, como en tantos campos de nuestra región, en Santa Teresita ya se largaron a sembrar soja. Al tratarse de la primera experiencia, la expectativa es prudente: de 2.300 a 2.500 kilos por hectárea, pero “es un acertijo, no será fácil de lograr porque el año se presenta seco”, dicen, aunque dejan en claro que la perspectiva del negocio es a largo plazo. “Se trata de un proyecto a largo plazo, a amortizar como mínimo en 6 años. Estamos con un nivel muy alto de costos estructurales, sin contar agroquímicos y fertilizante”, completan. Es que el trabajo de reconvertir el campo les invirtió tiempo, dinero y mucho esfuerzo. “Está todo planteado para hacer el trabajo grueso por esta vez. Es un desafío grande, firmado bajo un contrato a valor soja. Vamos a hacer rotaciones con gramíneas, trigos, avenas y cebadas; con maíz y sorgo en lotes marginales. Veremos cómo se comportan los lotes para ver cómo seguimos. Este año hay que hacer las cosas mejor para no errarle”, aclara Banchio.

Con respecto al manejo, Banchio dice que hay lotes medianamente provistos de fósforo y lotes bajos. “Estamos fertilizando con superfosfato simple y sulfato de calcio, una fuente se azufre, fósforo y calcio, con un promedio más arriba del zonal”, dice. Es más, en el futuro no descartan ninguna alternativa. “Quizás si los números de la ganadería siguen firmes, analicemos la posibilidad de hacer un planteo mixto. Para eso necesitaríamos pasto, que no tenemos, y con una vaca a 10 pesos, por ahora es imposible. Después veremos”, sugiere Banchio.

Lo que viene

El campo está alquilado bajo la forma de cuatro contratos de 140 hectáreas, uno para cada socio, aunque esto es meramente formal, ya que todos comparten todo.

En julio de este año, cuando se pusieron a trabajar, la escenografía era bien distinta a la de hoy. “Creemos que va a responder a nuestras expectativas”, dicen. Previo a la siembra, realizaron análisis de suelos, y encalaron para bajar el ph.

En medio de un invierno muy frío, doce personas se pusieron a trabajar a destajo para devolverle la fisonomía productiva a un lugar invadido por los yuyos y los gigantes hormigueros, que tuvieron que “demoler” alquilando un tractor articulado provisto de un “destacuruzador” en su trompa, además de quemar los renovales y limpiar kilómetros de caminos internos.

Por ahora, ya se largaron a sembrar. Están trabajando con tres equipos de siembra propios a 42 surcos, mayormente con variedades de ciclos 6 y 7.

Daniel Canavese, uno de los socios, destacó que la campaña ya la iniciaron semanas atrás, con la implantación de los maíces de primera que ya están sembrados y fertilizados, y que se encuentran ante una buena cosecha de trigo.

“Con respecto a la soja, la estamos sembrando a cuentagotas, condicionados por esas lluviecitas de 10 mm. que mejoran algo el perfil para poder sembrar, no es como el año pasado cuando la campaña se inició de manera completa, estamos avanzando muy de a poco”, admite.

Con respeto a las variedades, Canavese dice estar usando grupos 4, 5 y 6, en campos de menor calidad ciclos 7 y 8. “A los ciclos los elegimos por dos motivos: por la calidad del suelo (los más largos en suelos de menor calidad), y para rotar el riesgo, no poner los huevos en la misma canasta, como para ir gradualmente con floraciones en distintas épocas, sobre todo por si se cumplen los pronósticos de un verano seco. Lo mismo haremos con el maíz. Sembramos maíz de primera, no vamos a sembrar todo soja. Ya hace tres años que venimos sembrando maíz sobre trigo y es un cultivo más seguro, sobre todo para no apostar tanto a la soja. Recordemos que hoy el maíz es hoy un cultivo rentable, pese a sus costos de implantación”, destacó Daniel. Un dato para tener en cuenta.

Según Canavese, en la zona la producción en general se viene tecnificando y los productores vienen trabajando cada año mejor. “Los altos rindes no son casualidad, a veces el tiempo ayuda , pero la tecnología está influyendo en gran manera a través de las rotaciones, fertilizaciones, manejo, etc. Eso está corrigiendo mucho el tema del rinde. A veces protestamos por las regalías, pero a la hora de la producción eso se nota”, remarcó.

En “Santa Teresita”, el impulso productivo que brilló en el pasado fue retomado luego de los años por este grupo de amigos que, juntos, apuestan al largo plazo para generar más producción en la zona.


CAMPO_P8Y9A.jpg
CAMPO_P8Y9B.jpg

Sembrando. Daniel Canavese, Julio Forzani y “Cacho“ Canavese, en un alto en la implantación.

En “Santa Teresita”, el impulso productivo que brilló en el pasado fue retomado por este grupo de amigos que apuestan al largo plazo.

Imagen   Santa   Teresita 116.jpg

Pausa obligada. En seis meses, el grupo de amigos trabajó duramente para acondicionar el campo. El asadito no podía faltar.