Poética del desuso

Enrique Cantarutti
Joven, autodidacta y escultor. Trabaja desde el reciclaje al reutilizar objetos olvidados para darles nuevamente vida y conformar así su arte “fuerte y visceral”.
TEXTOS. Marina zavala. FOTO. LUIS CETRARO.
UN LENGUAJE “El arte siempre estuvo en mi. Mi madre es maestra de actividades prácticas, de tecnología; entonces siempre conviví con las cuestiones del hacer con las manos. Me acuerdo de mis primeros juguetes para armar, o de hacer yo mismo mis juguetes por una cuestión creativa. Eso fue algo característico en mi. Desde chiquito dibujaba, pintaba; era un escape a mi mundo. Siempre estuvo presente la cuestión del movimiento, de la figura en expresión; no era algo estático sino algo totalmente movido y muy propio. Descubrí la escuela de arte tarde, a los 23 ó 24 años. Estuve un tiempo de formación, pero no llegué a terminar la carrera. Me conformaba en mis ideales, en lo que yo buscaba. Sabía que algo tenía pero era la cuestión era “¿Cómo lo coordino?’, “¿Cómo empiezo a encontrar un lenguaje?’. Necesitaba buscar esos arraigos”.
AUTODIDACTA “La escuela me dio fundamentos, me guió a través de materias como Semiótica, Antropología, Historia del Arte. Esos puntos te van alimentando. Pero mi idea nunca fue buscar el título para ejercer. Estudié para encontrarme. Pasé por el dibujo, la pintura, la cerámica; porque en una escuela te dan todo; pero descubrí mi vocación en la escultura. Me conformó tanto por el volumen, el espacio, el poder crear; que lo creado tenga cuerpo, ocupe un espacio... sólo le falta tener vida. Es muy diferente a una obra que está en un plano, en una pared colgada. A veces se cree que la escultura hoy en día se trabaja como una cuestión decorativa. Es estética, pero no sólo eso. Hay arte, si uno empieza a conocer; que es crítico, que tiene una particularidad, una estética, una fuerza, una dimensión propia. Acá tenemos mucho y cosas muy ricas. Entonces, empecé a coordinarme a mi mismo y comencé a apoyarme en caminos autodidactas. La materia siempre estuvo. Mi viejo tenía un taller de mecánica, mi abuelo hacía carpintería, tengo parientes en Helvecia que tienen aserraderos; entonces las herramientas estaban. Yo tenía la idea, tenía que encontrar la forma de expresarla en la escultura. Empecé a probar, a aprender del error; gran sistema que no falla, porque el error educa y enriquece siempre. Si acarreás pequeños defectos que empezás a implementar como estrategias, te empezás a formar a vos mismo y a tomar esos pequeños puntos a favor y en contra para hacerlos propios. También encuentro material en la sociedad. Vivo enfrente del ferrocarril, un lugar particular en el que siempre se encuentran objetos de desuso como deshuese de bicicletas, repuestos de autos, restos de construcción. Desde todo ese descarte, empecé a armar cosas”.
TRABAJAR EL RECICLAJE “Al principio fui armando objetos, que todavía conservo. Incluso participé con mi primer objeto escultórico en la bienal de la UNL, en el 2006. Eso me sirvió y me dio pie para seguir incursionando. Después, la soldadura se empezó a hacer más notable. Comencé a emplearla para otros recursos como cortar el material, texturarlo. Dejé el objeto en sí mismo, para tomar un fragmento y enriquecerlo. Pero siempre mantuve un concepto, que es el desuso. Trabajar el reciclaje enriquece. La materia que se trabaja ya tuvo una vida, cumplió un ciclo. Se trata de volver a darle otra oportunidad puesta o dispuesta de otra manera. Eso genera un enriquecimiento doble, se trata de un recurso sustentable. Siendo sincero, en una economía tercermundista para comenzar, si no tenés capital para invertir en materia nueva, lo que te queda es lo que tenés a mano, lo que te rodea. De ahí partió toda esta esencia que me caracteriza. Lo primordial es el hierro, es lo mío”.
LA FILOSOFÍA DEL HIERRO “Dentro de la escuela hay varias materias, pero solamente te muestran un poco de cada cosa. Te dan un pantallazo general. Cuando encontré el hierro, vi en primer lugar que tenía una esencia muy rígida. Hay que poner el cuerpo ante la realización de lo que uno pretende. Esto me empezó a generar la idea que yo podía doblegar el material, llevarlo de lo inorgánico a lo orgánico, sacarlo del circuito de la rigidez; lograr algo no tan cálido pero si más armónico. En la figura humana o lo figurativo se puede dar esa antítesis: el hierro puede conformar algo orgánico. Juego con esos opuestos, esas dualidades. Por ahí encuentro coronas, piñones, patas de bicicleta y los incluyo. A la persona que está afuera del conocimiento del arte, ver simplemente estos objetos le detona a entender. Es también una cuestión educativa, pedagógica. Podés no entender del todo el contenido, pero si un fragmento te resulta conocido, generás otro interés. Creo además, que el hierro tiene toda una poética y una filosofía que todavía estoy en el desarrollo de encontrarla, pero me permite jugar tanto con lo figurativo, como con lo abstracto, con lo espacial, con lo dinámico. Es muy rico y para mi, también es práctico”.
RESCATAR RAÍCES.“Estoy terminando un buen año. Obtuve un premio adquisición en el Salón de Ceres, empecé a entrar en este circuito de los simposios de cultura. Soy un escultor representando a Santa Fe en estos eventos nacionales; fui a Córdoba, a Jujuy, voy a ir a Cafayate (Salta). Rescatando las raíces, acortando esa lejanía que hay; es algo que la cultura puede hacer. Por lo tanto también me permite ir, ver qué es lo que esta pasando en otras ciudades y no en una capital, como Buenos Aires. Voy donde yo considero que están las raíces. Busco tomar esos pequeños elementos, volver y enriquecer con ellos mi obra aquí. Y también hacer una comunión de contacto, generar comunidad”.
ESCULTURA VISCERAL “Muchos me han dicho que mi arte llama la atención porque es antiestético, visceral, directo. Creo que tomo mis trabajos por el lado grotesco, porque eso tiene un discurso. Siempre hago hincapié en que también la materia habla; si la materia habla, tiene un discurso, dice algo. La mugre, por más pintada que esté, va a seguir siendo mugre; defiendo eso. Al poder romper la estructura de algo que desistió o que no entra en un circuito social, y disponerlo de otra forma; tiene otra aceptación, tiene otro giro, puede decir otra cosa. Creo que también juego con eso, porque también es muy urbano, tiene un acento de ciudad. El hierro en desuso habla de algo que ha tenido vida, que fue retomado, reciclado y planteado desde otra forma. Eso conforma una estética que considero como una antiestética o como algo muy grotesco, muy fuerte. La fuerza de mi escultura transmite el discurso que quiero dejar como un mensaje subliminar. Me considero una persona que puede criticar o expresarse por medio de este arte y a mi manera. En esto soy libre y en esta democracia vale, por lo tanto lo hago. Siempre hay un trasfondo abocado a lo social, a las diferencias sociales; la caracterización de la figura humana lleva mucho a eso. Pienso que es muy rico tanto el material, como la semiótica que lleva y el discurso que transmite. Es algo que quiero mantener y defender”.




