Séptimo Argentino de Teatro

Multiplicidad poética

Durante cinco días los santafesinos apoyaron con su presencia el ya tradicional encuentro organizado por la Universidad Nacional del Litoral a través de su Secretaría de Cultura.

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La fuerza de un texto brillante, magníficamente dirigido y firmado por Matías Feldman en “Reflejos”. Para recordar.

Foto: Pablo Aguirre

Roberto Schneider

Si a la historia del teatro argentino la extendemos a cualquier manifestación artística, en los últimos años se han producido obras con una variedad muy amplia de estéticas, donde ya no podríamos hablar de realismo, grotesco, naturalismo, absurdismo. Es imposible plantear que una obra sea algo de eso en estado puro. Entonces, hablamos de multiplicidad poética porque todas conviven pacíficamente en la escena; los propios artistas pueden saltar de una a otra con muchísima libertad. Pero, a la vez, se produce un cruce de poéticas donde en la misma obra se puede encontrar este juego en el que algo tiene que ver con un procedimiento realista, otro neonaturalista, y cuestiones neoabsurdistas.

En el Séptimo Argentino de Teatro organizado por la Universidad Nacional del Litoral ese cruce de poéticas se patentizó con claridad. Espectáculos llegados desde los más importantes centros de producción teatral -Buenos Aires, Rosario, Córdoba y Santa Fe- ofrecieron al público que colmó las salas una clara diversidad de propuestas, excelentes algunas, polémicas otras pero todas con un claro signo de indiscutible teatralidad.

Cabe sostener enfáticamente aquí que el Argentino de Teatro de la UNL es central en el panorama teatral argentino. Por un lado, porque puede enriquecer al propio teatro santafesino, y a los teatristas de distintas provincias, a que vengan, se enfrenten y que sepan qué es lo que está pasando. Se va formando una cadena de lazos indestructibles para que los teatristas, y el público también, aprecien que hay otras estéticas, otras preocupaciones temáticas. Los dramaturgos también se enriquecen, cuando ven qué es lo que pasa, pueden empezar a ver deficiencias y desaciertos de su propia producción dramática. Ver qué cosas de las que él escribe pueden ser montadas solamente por él, cuáles no pueden ser entendidas por otro director, y las que son imposibles de ser montadas. Ese diálogo es totalmente enriquecedor.

En el teatro argentino las generaciones están peleadas las unas con las otras, se discriminan y menosprecian, unos consideran que los otros hacen un teatro anacrónico, y ésos creen que simplemente hacen “obritas”, utilizan el teatro como pasatiempo, los acusan de falta de compromiso ideológico, etcétera. Este Argentino de Teatro es uno de los pocos encuentros que ha logrado abrir la gama de las diversas generaciones y hacer que todas convivan. Para los santafesinos es una experiencia única: tienen la historia de los últimos cincuenta años del teatro nacional en una semana. La presencia de este Argentino de Teatro, su continuidad, son esenciales. Lo bueno es que lo más probable sea que Santa Fe no pueda librarse del Argentino de Teatro y que ningún político, académico u oficial, va a poder deshacerse de él, porque ya se instaló la periodicidad en la gente. Los mismos santafesinos demandarán que este acontecimiento siga.

Brillante primera noche

La noche inaugural no pudo ser mejor. Comenzó con “El tiempo todo entero”, de Buenos Aires, de Romina Paula dirigida por ella misma. Sobre la base de “El zoo de cristal” la historia se mezcla sabiamente con algunos aspectos de la vida de Frida Kahlo. Paula narra desde la comedia de los recuerdos, donde la realidad no es fotográfica, muy por el contrario, el punto de vista del narrador se para en su memoria y desde allí se las ingenia para interpretar la vida, con un enfoque más próximo, más penetrante. Laura aparece en escena imposibilitada de salir de su propio entorno. Su espacio es único y la iluminación -de Matías Sendon- es el recurso para señalar el cruce de las dos temporalidades -el tiempo presente desde donde relata y el tiempo interior (de la memoria) donde se suceden las acciones de su historia-. Los actores Pilar Gamboa, Esteban Bigliardi, Esteban Lamothe y Susana Pampín entregan cuerpo y voz de manera perfecta, para ofrecer una dolorosa historia, con códigos de teatralidad poco frecuente. La excelencia puesta al servicio de una historia que también conmovió. Y mucho.

Después, sobre el escenario de la Sala Mayor del Municipal, Osqui Guzmán se puso en la piel del Bululú en una adaptación de la obra homónima que el recordado actor español José María Vilches paseó durante varias temporadas por escenarios del país. La puesta fue dirigida con mano certera por Mauricio Dayub. El Bululú era un cómico del siglo XVII, posiblemente gallego, que recorría los caminos de España para ofrecer unipersonales en los que interpretaba muchos personajes. Osqui cuenta que escuchó un disco con la voz de Vilches y que le llamó la atención la riqueza de ese material. Lo inteligente es cómo se mixturan los textos de Vilches, que recrearon siempre de manera maravillosa al Siglo de Oro español, al gran Lorca, Lope de Vega, Miguel de Cervantes, con la historia personal de Osqui, la cultura del trabajo de los bolivianos y su entrañable itinerario poético y vital para poder llegar a hacer lo que mejor hace: conmover desde un escenario a partir de una entrega perfecta, sin fisuras. Como en este caso, apoyado en la exquisita escenografía y el más brillante vestuario de Graciela Galán. Dayub orquestó una puesta en escena que tiene a la emoción como protagonista. Por mucho tiempo “El Bululú” quedará en la memoria de los espectadores santafesinos. Osqui Guzmán mostró el porqué recibe la larga ovación tributada tras su larga y superlativa actuación.

Jueves gris

En la noche del jueves se ofreció “Cada una de las cosas iguales”, con dramaturgia y dirección de Alberto Ajaka, una propuesta con algunos valores estéticos pero demasiada confusión ideológica, y “Medieval”, del dramaturgo y director cordobés Gonzalo Marull, con un juego delirante. Retoma el humor cordobés y lo transforma a partir de una historia que muestra a Klaus Kinsky, con una posadera del Medioevo instalada en un hostel, con un turista griego hablando en cordobés y una azafata tan bella como intrigante. Marull trabaja con estupendos actores: Florencia Bergallo, Nauel Cano, Lola Lagos y Victoria Roland, con la voz en off de Graciela Borges.

Viernes

El viernes fue el turno para los rosarinos del Grupo Pata de Musa, que ofrecieron “Blut!, una pareja de sangre”, la historia de dos hermanos que se sienten condenados a representar la historia de sus padres, de quienes han heredado un restaurante. Muy bien dirigidos por Miguel Bosco, los actores Paola Chávez y Esteban Goicoechea otorgan carnalidad a esos seres tan desprotegidos que provocan sentimientos equívocos, ganas de reírse y ganas de llorar. Puede suponerse que Almodóvar los adoraría. Son dos hermanos simbióticos y traumados que viven alejados del mundo exterior. Ahí están, para tratar de encontrar un lugar en el mundo. La puesta en escena rescata el dolor de dos seres humanos inmersos en la angustia pero que intentan modificar la bizarra rutina fraternal.

“Sueños de una noche de verano”, de William Shakespeare, llegó desde Buenos Aires dirigida por Claudio Martínez Bel. El bardo inglés es, siempre, un redescubrimiento. Cada vez que asistimos a la representación de sus obras vuelve a asombrarnos la consistencia de sus personajes, la sabiduría con que se estructura la acción dramática y la fuerza teatral del texto y, por qué no, en sus tragedias “políticas”, la modernidad de su pensamiento. En este caso esas virtudes no se pusieron de manifiesto y se perdió la posibilidad de desvelar el sentido último de ciertos comportamientos humanos, la subordinación de las grandes palabras, a menudo generosas, a la ambición individual de quienes ansían el poder.

Sábado glorioso

La jornada del sábado fue sumamente intensa. El Grupo Pata de Musa Teatro, dirigido en esta ocasión por Miguel Bosco y Esteban Goicoechea puso en la explanada de la Municipalidad “Capot”, un arriesgado y refinado trabajo de investigación que toma el espacio público como escenario de la cotidianeidad. Allí se instala un auto y en él llegan tres personajes, que en realidad son cuatro. El delirio, el humor y también mucha carcajada son notas distintivas de una labor de equipo que no deja nada librado al azar. A esos personajes se suma otro, tan rico en matices como los anteriores. Un enorme oso celeste es el disparador de situaciones entrañables en una excelente labor de equipo, con un elenco que disfruta lo que hace. Paola Chávez, Ariel Hamoui, Nicolás Marinsalta y Carlos Rossi, todos muy buenos actores. También, los policías que cuidaban y los paseantes formaron parte de lo “humano” de la propuesta.

Sobre los magníficos resultados de “Reflejos” ya hemos expresado nuestra opinión. Cabe recordar que tiene dramaturgia y dirección de Matías Feldman y analiza con un profundo escalpelo las diversas pústulas de la condición humana. Memorables actuaciones de Maitina De Marco, Javier Drolas, Lorena Vega, Juliana Muras y el mismo Feldman, todos absolutamente instalados en un espacio sin artilugios, innecesarios cuando hay tanto talento.

“Carnes Tolendas, retrato escénico de un travesti” de María Palacios con la potente interpretación de la actriz travesti Camila Sosa Villada movilizó a los espectadores. Irrumpieron los poéticos textos de Federico García Lorca y su complejo mundo femenino a partir de la actuación de una travesti que reconoce que no es mujer pero actúa -maravillosamente- representando a esos personajes. Y se identifica a partir de una exposición en la que desnuda su alma. Se sienta sobre el borde del escenario y cuenta su experiencia de vida, a partir de una ruptura que ayuda a definir quién es uno en la vida. El tono y la gestualidad y el cuerpo son lo suficentemente elocuentes como para contar quién es Camila. No hay categoría posible, es ella y a partir de la literatura y la diversidad, muchas veces difícil de soportar para tantos.

Cierre brillante

“Luisa se estrella contra su casa” conmocionó a los espectadores que visitaron la casita de cartón de un personaje inmerso en una soledad apabullante. Cada una de las frases de este personaje quedará en nuestra memoria como un pedido de amor. “En lo imposible está la realidad”, le dice al espíritu de su esposo Pedro, muerto en un accidente de moto. Y la frase golpea en nuestro corazón, como la soberbia interpretación de Luciana Mastromauro, muy bien acompañada por Guido Ronconi, Matías Vertiz y Juan Manuel Wolcoff, todos conducidos por el talento de Ariel Farace, autor y director.

Después, en el cierre, la Comedia Universitaria de la UNL estrenó “Edipo y yo”, dirigida por Edgardo Dib. Es tan superlativo el espectáculo, que dejamos su análisis para una próxima edición.


Multiplicidad poética

La intensidad de una gran actriz, Camila Sosa Villada, en “Carnes tolendas”, otro espectáculo intensamente ovacionado. Foto: Pablo Aguirre

Multiplicidad poética

Todo el talento y la gracia de un actor enorme, entregado con cuerpo y voz a maravillar a los espectadores: Osqui Guzmán en “El Bululú”. Foto: Pablo Aguirre

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La desolación del ser humano en “El tiempo todo entero”, de la excelente Romina Paula. Cuatro excelentes actores al servicio de un texto demoledor. Foto: Pablo Aguirre

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Todo el delirio creativo en “Capot”, del Grupo Pata de Musa Teatro, de Rosario, en la explanada del Palacio Municipal. Foto: Luis Cetraro