Pasto, la base del desarrollo

Megatérmicas como Brachiarias y Grama Rohdes demuestran tener condiciones para impulsar la ganadería. Pero deben ser acompañadas por un “paquete tecnológico”. Los precios de la hacienda pueden romper viejos paradigmas.

Pasto, la base del desarrollo

Se puede comprar. La cortadora acondicionadora es una herramienta necesaria para hacer reservas de calidad. Fotos: Juan Manuel Fernández

 

 

Juan Manuel Fernández

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Enviado Especial a Las Gamas

“En mi vida vi precios como estos para la hacienda; este es el momento para que el ganadero pegue el salto tecnológico que en su momento dio el agricultor”.

La frase, dicha por un veterinario del norte santafesino durante las 1º Jornadas de Pasturas Subtropicales realizadas entre el jueves 25 y el viernes 26 de noviembre en Las Gamas, es contundente y permite al menos un par de interpretaciones: que un alto porcentaje de los ganaderos aún mantienen prácticas tradicionales de baja eficiencia (que muchas veces llegan a poner en riesgo su supervivencia económica); y que hay por delante un excelente negocio que podrán aprovechar mejor aquellos que se animen a capacitarse, invertir e innovar, utilizando algunas de las muchas técnicas que hay disponibles.

Durante los dos días de seminario en el Centro Operativo Experimental (COE) “Tito Livio Coppa” del Ministerio de la Producción, al que asistieron más de 250 productores y profesionales vinculados a la ganadería del norte argentino (llegaron asistentes desde Chaco, Formosa, Corrientes, Córdoba, Salta y Tucumán), se brindó información esencial sobre manejo de megatérmicas: qué variedades usar según el tipo de suelo, cuando sembrarlas y cómo usarlas para no desperdiciar ni un sólo punto de proteína, cual es el momento óptimo de corte y que técnica de conservación puede garantizar el máximo provecho. En definitiva, el objetivo último es hacer crecer la ganadería a partir de la eficiencia y no sólo llenando de vacas los campos. Tan finos fueron los detalles técnicos sobre fertilización, henolaje o logística que en algún momento hasta se habló de “ganadería de precisión”.

Por más carga

El encuentro tuvo como eje los ensayos realizados por el titular del COE, Daniel Alconchel, y los ingenieros Raúl Villasboas y Rodolfo Vicino, sobre la adaptación de cinco especies de Grama Rohdes (Pioner, Katambora, Tolga, Toro y Finecut) y dos Brachiarias (Toledo y el híbrido Mulato II) a los suelos del lugar, caracterizados por altos niveles de sal y sodio. El trabajo consistió en medir la producción de materia verde y materia seca, así como la calidad del forraje (contenido de proteína) en distintos estadíos de las plantas a fin de determinar la mejor estrategia para su aprovechamiento: ya sea en pastoreo directo o confeccionando reservas. Incluso se evaluó la incidencia de los sistemas radiculares en la estructura de los suelos.

Las siembras, en convencional y directa, se realizaron en diciembre de 2009 con diferentes dosis de fertilización (fosfatada para el arranque y luego urea) y se hicieron tres cortes: a los 60, 80 y 100 días.

Las mediciones arrojaron producciones de materia seca de entre 5.000 y 7.000 kilos por hectárea al año. “En base a la demanda de un animal adulto, que consume al año 3.990 kilos (el 3% del peso vivo), esta producción de pasto aceptaría una carga superior a un animal por hectárea (entre 1.2 y 1.5), lo que significa un aumento de casi el doble de lo que permite el pasto natural”, precisó Vicino como primer resultado.

La posibilidad de ampliar la capacidad receptiva puede lograrse incluso dedicando sólo una porción del campo a la producción forrajera. “Destinando 5 o 10 hectáreas —precisó el ingeniero— y llevándolo a cortes puede incrementar la carga total del campo, mejorando la rentabilidad del establecimiento”.

También se midió el efecto en los suelos y se comprobó que las megatérmicas “mejoran la estructura” por un aumento de la porosidad y una caída de la densidad aparente. Además, estas pasturas tendrían la capacidad de controlar los niveles de sal y el PH. “Estas plantas tienen una vacuola que toman la sal del suelo y a posteriori el tejido de la planta puede exhalarlas a la atmósfera; ese mecanismo podría favorecer la disminución de sal y PH del suelo”, detalló.

En cuanto al manejo, el pastoreo directo recién se recomienda para el segundo año a fin de asegurar el “anclaje” de la planta y evitar que los animales las arranquen. Mientras tanto, en el primer año, se pueden hacer dos cortes para enfardar o enrollar y utilizar en invierno, complementándolo con pastos naturales cuando hay disponibilidad.

Asimismo se mostró el trabajo de evaluación de aumento de peso sobre pastoreo directo con las Brachiarias Marandú (16 rollos por hectárea) y Toledo (14 rollos), Setaria Narok, Gatton Panic, Grama Rohdes Katambora y Pioner. En una de las estaciones se pudieron observar vaquillas de 218 kilos promedio que entraron en noviembre y serán monitoreadas durante los próximos años. Este ensayo comenzó en 2007 pero tuvo que discontinuarse por efecto de la sequía.

Costo en kilos

Villasboas, por su parte, fue directo a la estructura de costos y los comparó con los beneficios. Para ello tomó la Brachiaria Mulato II, una especie de “gran promesa” de las megatérmicas y por ello la más cara, y analizó el gasto según si los trabajos se hicieron con herramientas propias o con contratadas, tanto en directa como con labranza reducida.

Teniendo en cuenta semilla, labranza, fertilización y herbicida, en directa con herramienta propia, Mulato II arrojó un costo total de $1.297,84 por hectárea; mientras que con herramienta contratada ascendió a $1.405,85. Sobre la opción más cara, y en función de una producción de MS de 10.880 kg/ha con 17% de proteína, resultó que el costo por kilo de MS fue de $0.129 y el punto de proteína $0.0162.

Por otra parte, la labranza reducida con herramienta propia alcanzó un costo total por hectárea de $1.356,42; en tanto, con maquinaria contratada totalizó $1.613,52, por lo que la alternativa más onerosa resultó equivalente a un costo de MS por kilo de $0.148 y $0.0185 de proteína. Este último costo total —explicó Villasboas— es equivalente a 195.57 kilos de novillo de exportación y como la duración esperada de la pastura es de cinco años, concluyó que el costo anual es de 39.11 kilos de novillo por hectárea.

La variable para el mejor aprovechamiento, añadió, está dada por el nivel de digestibilidad y proteína, valores que se caen en todos los casos cuanto más cerca de la floración se corte o pastoree. El período de producción de las megatérmicas es desde octubre hasta las primeras heladas del otoño.

Según Vicino, en promedio los costos de implantación alcanzan unos $1.000 por hectárea (el mínimo es de $522,33 para la implantación de Pioner en directa con herramienta propia), razón por la cual los pequeños productores difícilmente puedan acceder a esta tecnología sin ser subsidiados. En cambio sí estarían en condiciones de implementarlo quienes posean desde 200 vientres en adelante.

El paquete

De todos modos no se trata de sembrar y luego dejar las vacas a su libre albedrío. Para el especialista en conservación de forrajes Pablo Cattani “no hay forma de que los animales cosechen todo el pasto que producen las megatérmicas porque tendrían que comérselo en 3 meses”, por lo que afirmó que es indispensable cosecharlo mecánicamente y planificar su consumo a lo largo del año, ya que en invierno estas especies no producen alimento suficiente. Profuso en conceptos prácticos, agregó: “la henificación no pasa por una cuestión de reservas, sino por una mejora en la eficiencia del uso del forraje” ya sea por pastoreo o diferido.

Se trata de “un paquete tecnológico” que hay que aprender a usar y que tiene varias aristas. Una de ellas es cortar en el momento justo, antes de floración. De lo contrario cae la digestibilidad y la proteína, sube el porcentaje de fibra “y terminamos dándole de comer madera”, disparó. Una estrategia útil es estimular el crecimiento lateral con los cortes y evitar que “se vayan para arriba” generando un exceso en la base por efecto de la sombra que la planta se hace a sí misma.

En general, recomendó henificar y no ensilar las pasturas anuales, para lo cual propuso destinar o “clausurar” un 10 o 15% del campo (“si digo el 20 se levantan y se van”, dijo con sarcasmo) destinado únicamente a reservas donde no entren los animales. “Las máquinas —explicó— son mucho más eficientes para cosechar pasto que los animales” y, por ejemplo, también controlan el renoval.

Suministrar rollo de calidad a la sombra durante el verano es más útil que el pastoreo directo. Para optimizar aún más los recursos, Cattani propuso elegir un lote para forraje que sea equidistante a los puntos de consumo a fin de ahorrar kilómetros de acarreo y bajar el costo de combustible. Incluso habló de retirar a tiempo los rollos del campo “porque el crecimiento de las megatérmicas es explosivo” y no se puede perder tiempo en entrar a cosechar nuevamente. También recomendó invertir en una cortadora acondicionadora que permite conservar forraje de mayor calidad. “No se puede enrollar pasto con más de 20% de humedad porque se pierde proteína”, sostuvo, y también propuso a los ganaderos tener un medidor (que luego enseñó a usar durante la salida a campo).

Lo indispensable, aseguró, es hacer un balance forrajero para no desperdiciar pasto y transformarlo en todos los kilos de carne posibles. “Lo que pasa es que les rompe (a los ganaderos) un paradigma: tener que invertir para ganar plata”, dijo, y aseguró que “ahora que hay precio, se acabaron las excusas; hoy las condiciones están dadas para poner la ganadería a funcionar al 1.000% y a no dormirse porque por detrás viene otro”.

 

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Todo se mide. La humedad del pasto en la gavilla, antes de enrollarse, no puede ser superior al 20% para evitar la pérdida de proteína.

Menos de la mitad es eficiente

Juan Carlos Rosa Uliana, presidente de Cosago (Comisión de Sanidad Animal del Departamento General Obligado) trazó un diagnóstico productivo de la zona para Campolitoral. “Nosotros este año tenemos un 30/40% menos de terneros que el año pasado; los buenos precios nos encuentran con un stock bajo para lo normal”, se lamentó. Actualmente, el departamento cuenta con un stock de 530.000 cabezas y antes de la combinación de sequía e inundación había 660.000

Sobre la implementación de tecnologías, sostuvo: “hay un 35 o 40% de ganaderos eficientes que hacen reservas, pastoreo rotativo o incluso trabajan en la manga con un ecógrafo y alcanzan hasta un 90% de destete”. También están los mixtos que “ven más allá y están acostumbrados a invertir”. El resto son productores tradicionales que “si llueve tienen agua y pasto y si no llueve no” y con suerte pueden lograr un 60% de destete.

En su zona, Rosa Uliana afirmó que “hay muchos productores” que utilizan pasturas subtropicales. “Medianamente en la zona lo que mejor anda son las Gramas, alguna Setaria, Gatton en muy poca escala y lo que más se hace es silo de sorgo granífero y azucarado”, dijo, y aseguró que “muchos ya están aumentando la carga animal teniendo la reserva para el invierno; porque acá, seamos realistas, en verano nos sobra pasto para todo el mundo, el tema es que en el invierno los campos no aguantan y tenés que darle 3 hectáreas por cabeza”.

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Así no. Si las condiciones ambientales son demasiado secas al momento del corte, las sales y minerales se volatilizan y luego hay que comprarlas como suplemento.