Cómo ve a la ciudad

José Luis Ambrosino

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Coordinador del Movimiento Los Sin Techo. Tiene 64 años y es ingeniero químico. Nació y vivió su infancia en la localidad de San Vicente, provincia de Santa Fe. Reside en Santa Fe desde 1960, donde cursó sus estudios secundarios y universitarios. Desde el año 1966 desempeñó tareas con el padre Atilio Rosso en el mundo universitario y luego en el mundo social. Actualmente es rector del Colegio Mayor Universitario y coordinador general del Movimiento Los sin Techo, cargos que asumió tras el fallecimiento del sacerdote el 23 de abril pasado.

Foto: Archivo El Litoral

1 / ¿CÓMO VE A SANTA FE?

La veo como una ciudad que no escapa a la diferenciación en grupos que existe en los conglomerados urbanos más importantes del país; como una ciudad dividida, donde la parte más acomodada en términos socioeconómicos es la que tiene posibilidades reales a un progreso seguro, al acceso a la cultura, a la salud, a la educación, a los servicios básicos, a las vacaciones, a una jubilación y a una expectativa de vida que supera los 75 años. Al mismo tiempo veo que hay una porción de la ciudad a la que, como a nivel nacional, se la cataloga como un núcleo duro de pobreza y exclusión. Esa porción representa en términos estadísticos el 15%. Santa Fe tiene unas 60.000 personas excluidas, que conforman lo que muchos llaman la otra parte de la ciudad, donde las condiciones de educación son limitadas, el índice de riesgo nutricional es escalofriante y el hábitat patético.

 

2 / ¿QUÉ ES LO MEJOR QUE TIENE?

Sin lugar a dudas, Santa Fe es una ciudad marcada por acontecimientos históricos trascendentales que le dieron forma a su historia cultural. Ser cuna de la Constitución Nacional le concede una impronta de lugar histórico que la selló como una ciudad ejemplo de preocupación y compromiso con los destinos del país. Además, sus universidades e institutos crecieron en ciencia y tecnología pero también en la formación de jóvenes laicos y religiosos que buscaron poner a la ciencia, la Fe y la política al servicio de los más pobres. La ciudad de Santa Fe tiene una dirigencia económica, social y política con un gran potencial para dar respuestas al drama de la exclusión social. También tiene como positivo el protagonismo de los excluidos para enfrentar sus problemas y apoyar las iniciativas que los involucran, como lo hicieron junto al padre Atilio Rosso para erradicar todos los ranchos de la ciudad en al año 2000.

 

3 / ¿QUÉ DEBERÍA CAMBIAR?

Siempre desde la perspectiva de superar la exclusión de los que viven en los barrios de Santa Fe, es necesario un reconocimiento de responsabilidades por parte del Estado, la sociedad y los excluidos. Quizás nuestra principal misión, desde el Movimiento Los Sin Techo, sea impulsar un cambio en la visión del mundo con respecto a ellos. La sociedad debe comprender que por la vía del individualismo, de la indiferencia, de la frivolidad y del sálvese quien pueda iremos hacia destinos cada vez más dolorosos para la comunidad en su conjunto. Santa Fe debe ser una ciudad que se entusiasme por la equidad social y trabaje en consecuencia, ya que con los niveles de exclusión y sufrimiento actuales, no habrá paz social. Hábitat, alimentación, educación, acceso al mundo del conocimiento y a la libertad son derechos humanos que la sociedad no excluida y el Estado deben garantizarle a los más vulnerables.

 

4 / ¿CUÁL SERÍA SU PRINCIPAL PREOCUPACIÓN SI TUVIERA LA POSIBILIDAD DE TOMAR DECISIONES?

Mi principal preocupación sería el núcleo duro de los excluidos, y no por desconocer el bienestar del resto de la sociedad sino porque todo cambio en ese núcleo beneficiaría a toda la ciudad. De poder tomar decisiones, elaboraría un mapa geográfico cultural de la marginalidad. En esa área liberada de mecanismos burocráticos debería aceptarse una nueva definición antropológica: la de sujeto sufriente. En la perspectiva dinamizadora del Bicentenario de la Independencia en el 2016, nos deberíamos proponer, entre otros objetivos, una Santa Fe sin ranchos; un seguro de salud para todo niño que nazca en la exclusión social a los fines de bajar a cero la desnutrición, la anemia y la parasitosis; y la entrega de una netbook al chico excluido en edad escolar. También un nuevo enfoque de la educación en la exclusión, para entender a la discriminación positiva como un criterio rector para alcanzar la igualad de oportunidades.