Papá Noel y la tecnología

Papá Noel y la tecnología

Desde siempre, con el armado de arbolito de Navidad, antes y después de esa fecha y con crecientes suspenso y ansiedad, los chicos piden sus regalos. Ahora es igual, pero con diferente formato. Papá Noel, tienes un e-mail.

TEXTO. NÉSTOR FENOGLIO. DIBUJO. LUIS DLUGOSZEWSKI.

 

El otro día, Romina tanteó a su sobrino respecto de qué cosas le pediría a Papá Noel para Navidad. Pero el pibe, avispado, primero quiso marcar la cancha sobre la tecnología a utilizar. ¿Y por qué dijo con esa voz clarita y esa practicidad idiomática irrefutable, directa y sin dobleces que tienen los niños- en vez de cartita no le mandamos un e-mail a Papá Noel? A Romina se le llenó de dudas la casilla de entrada...

No estamos hablando del contenido de la misiva, donde igualmente sospechamos cierta tendencia a la practicidad y al consumo en vez del anticuado pedido de paz y amor para todo el mundo (y si viene algún regalito, es de regalo, de verdad), sino del soporte tecnológico, del modo en que nos comunicaremos con el Papá Noel en cuestión, a quien, de paso le sugerimos que se actualice también. Porque si hasta el más anticuado de los mortales debe convivir en su trabajo y en su hogar con cambiantes nuevas tecnologías (y subirse a ellas so pretexto de ser despeñado o de ser un analfabeto funcional), ¿por qué el Papá Noel este no se organiza mejor?

Uno puede entender que a partir de sus súper poderes y su ubicuidad el tipo lleve cuenta exacta de todos los pedidos de juguetes de todo el mundo (y nadie explicó cómo hace lo mismo de siempre cuando en el último siglo la población mundial -y por ende su trabajo- se multiplicó varias veces), pero debería contar con una compu por lo menos y dominar Excel, donde no sólo puede almacenar los pedidos de este año, sino tener tabulados los de años anteriores y explicarle al chambón del sobrino de Romina que minga play station este año porque ya se la regaló hace dos navidades. Y si el chico la rompió o reclama actualización de tecnología, pues eso habilita a nuevas negociaciones, pero desde ya no la aceptación lisa y llana del pedido del pequeño tirano sin contraoferta alguna o necesidad de mayores justificaciones.

Además sería deseable que Papá Noel tuviera un blog o una web decente, con un formulario de contacto on line, de manera de responder en tiempo y forma como una empresa eficiente. ¿Por qué Papá Noel no está en Facebook? Allí nos enteraríamos cuántos amigos tiene realmente (y recibir como bofetadas cada vez que uno lo elimina de sus contactos) y le colgaríamos mensajes en su muro (algo intimidatorio, de verdad) y sabríamos de algunas cuestiones de su perfil (a cualquier padre normal le preocuparía su soledad extrema y su relación con los renos por esas frías soledades) y compartiríamos fotos de su entrega de regalo, por ejemplo, en Nepal o en Toronto.

¿No es una enorme contradicción que en un mundo interconectado, globalizado y despersonalizado el tipo insista con la comunicación persona a persona, artesanal y convencional?

Por supuesto que el cambio tecnológico traerá un inevitable aggiornamiento de su imagen: puede conservar el trineo, el traje rojo y la barba (porque hasta esta sociedad ávida de novedades valora y consume algo “antiguo” con la vuelta de tuerca de lo retro), pero es evidente que deberá tener una notebook polenta por lo menos, y un celular poderoso y un trineo con wi fi. No importa tanto, querido Papá Noel, ni los contenidos ni la relación real entre las personas, o entre proveedor y clientes. Lo importante es estar conectados; al pedo, pero conectados. Y, Romina, no seas anticuada: google... Papá Noel y conseguite de una vez su e-mail, que el pibe necesita pedir y recibir su regalo. Como siempre, bah.