CARTAS A LA DIRECCION

Federalismo comienza con Fe

Señores directores: A propósito de los acontecimientos que son de dominio público: La Política, cuya definición maravillosa, que nos dice que es la actividad humana que tiende a gobernar o dirigir la acción del Estado en beneficio de la sociedad, se ve mutada cuando es abordada por el egoísmo y automáticamente se convierte en miserable. La falta de políticas públicas por parte del gobierno porteño en su incapacidad para afrontar la problemática habitacional y la increíble actitud de la Nación, dándose a llamar “convidados de Piedra”, agravando la situación desentendiéndose de las órdenes dictadas por el Poder Judicial. A primera vista, una flagrante rebeldía a uno de los tres poderes de la República. Después tenemos la lucha de pobres contra pobres, vecinos contra okupas, que solamente nos muestran el desangrar de una sociedad injusta, la inmigración indiscriminada e ilegal de hermanos bolivianos y paraguayos. Pero para tomar mejor perspectiva, los invito a dar un paso atrás y otro al costado, e intentar buscar parte de la respuesta en nuestra historia. A comienzos de nuestra formación como país los representantes de las provincias acordaron una forma de gobierno, representativa, republicana y federal. Al respecto no me cabe la menor duda de que estamos a larga distancia de respetar estos dos últimos atributos, Republicano y Federal.

El vocablo República deriva del latín res pública, que significa “cosa del pueblo”. La república es la forma de gobierno en la cual los magistrados son electivos y temporarios. La forma republicana está basada en la división, control y equilibrio de los poderes y tiene como fin último la garantía de las libertades individuales. Es evidente que el equilibrio de los poderes es una materia que la tenemos pendiente. Para muestra vale el último desacato del ministro Fernández, negándose a ejecutar una orden del Poder Judicial.

Y la forma Federal, por aquella que tanto luchó nuestro querido Brigadier López, está basada en la división del poder entre el gobierno federal y los gobiernos locales, conservando las provincias “todo el poder no delegado por esta Constitución al Gobierno Federal”. La forma de gobierno federal permite el control y la cooperación recíproca entre las provincias y el gobierno federal, evitando la concentración de poder a través de su descentralización.

Lamentablemente, hasta suena irrisorio. Arcas del gobierno seudofederal ricas, y arcas provinciales miserables, provincias rehenes de dádivas a dedo y discreción, sin ningún tipo de respeto a la coparticipación federal, ése es el verdadero bosque que muchos pretenden tapar.

Hoy vemos el problema habitacional en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y nos rasgamos las vestiduras, pero no es más que un efecto colateral del unitarismo y centralismo, que a lo largo de la historia nos cuesta revertir, gobierno tras gobierno, todos queriendo mostrar esa premisa, pero a la hora de gobernar, todo se diluye en el olvido. Pero no debemos equivocarnos. Debemos actuar con grandeza y ser conscientes de que la palabra grandeza es la madre de la responsabilidad, y si somos responsables debemos asumir nuestras culpas. Todos somos culpables, por acción u omisión, y el día que nos hagamos conscientes de esto, quizás la Argentina sea un País Federal; que comienza con fe en tener un país más equilibrado, más equitativo y más justo y digno de ser vivido. Federalismo comienza con Fe.