Sabiduría de 100 años

Dr. José Filomena

Este precursor de la hematología y hemoterapia en nuestra ciudad cumplió 100 años el 1º de diciembre pasado. Valoró los adelantos ocurridos en su especialidad y recordó algunas vivencias personales.

Sabiduría de 100 años

TEXTO. REVISTA NOSOTROS. FOTO. GUILLERMO DI SALVATORE.

 

MUCHA EXPERIENCIA “Nací en Santa Fe hace 100 años y vivía en 9 de Julio al 2300, adonde mi abuela materna tenía una lechería. Mi mamá -María Bertoldi- tenía cinco hermanas, una de las cuales vivía en la casa adonde ahora mi hijo José Adrián y nietos (Diego, Lucas y Martín) tienen su consultorio. A esta edad uno tiene la experiencia de haber conocido la evolución de todo el mundo y del país. Todos los adelantos que hay hoy yo los vi desde el comienzo. Por ejemplo, cuando nací solamente estaba el telégrafo y después vino el teléfono sin hilo. Calcule hasta ahora todos los adelantos que ha habido sólo en ese sentido y ni qué hablar en Medicina. Entonces, los médicos eran de familia, no había prácticamente especialidades. Era el que asesoraba a la familia desde todo punto de vista”.

PRIMEROS PASOS “Estudié Medicina en Rosario en 1928 ó 1929 y después nos agarró la huelga del 30. Se implementaba la reforma universitaria e implicaba libre ingreso y estudio gratuito (sólo se pagaba una pequeña cuota para rendir los exámenes). Cuando empecé a estudiar había que buscar una forma para tener antecedentes para inscribirnos a los concursos para ser practicante externo o interno. Esto se lograba siendo vacunador a domicilio. La Municipalidad nos daba las vacunas y teníamos que conseguir unas 400 personas, de cualquier barrio. La gente no nos dejaba pero cuando le decíamos que nos mandaba la municipalidad porque había casos de viruela accedían”.

TRANSFUSIONES “Cuando vine a Santa Fe empecé a inquietarlos con la hemoterapia, ya que aquí no se hacían transfusiones. Mucha gente se moría porque les faltaba sangre y otra porque la perdían y no se sabía cómo resolver este tema. Desde que era estudiante venía haciendo transfusiones, a partir de que Luis Agote descubriera que el citrato de sodio permitía estabilizar la sangre para poder ser transfundida. Empezamos a hacerlas en Santa Fe en casos como las hemorragias de partos o causadas por la tifoidea. Eran directas, sin conservarse: se buscaba la compatibilidad con los familiares, que eran los únicos que donaban, se les sacaba sangre y se la colocaba directamente al paciente. Luego apareció el problema -en todo el mundo- de cómo conservar la sangre. Así empezaron a crearse los primeros bancos de sangre: en Santa Fe fue en el Italiano, el que más movimiento tenía en esa época. El banco fue inaugurado durante la presidencia de ese hospital de un periodista de El Litoral, Antonio Avaro, a fines de 1940. Llevó el nombre de Luis Agote. Las enfermedades que había que evitar contagiarse al transfundirse, en ese momento, eran la hepatitis, la sífilis y el Chagas, las tres endémicas en nuestra zona”.

OTRAS ACCIONES “Las Damas de Beneficencia del hospital de Caridad (hoy Cullen) se enteraban de esto y encargaron a un bioquímico que hiciera algo parecido. Pero éste no sabía por dónde empezar y me pidió que me ocupara. Inauguramos otro banco allí, adonde era más necesario porque ya comenzaban a atenderse las cirugías de los accidentados. [...] También me encargué de enseñar a los que me iban a acompañar en el trabajo: los enfermeros. Hablé con el entonces director del hospital de Caridad, que no tenía una Escuela de Enfermería. Conseguimos inaugurarla y luego se formaron enfermeros especialistas en hemoterapia. Esto les significó una mejora en el sueldo porque estaban recibidos de enfermeros y también porque se especializaban”.

GRANDES AVANCES “Después todo se fue simplificando: fueron saliendo los primeros frascos industria nacional, se empezaron a importar equipos de Estados Unidos y la cosa se puso cada vez más simple. Cuando empecé era todo sacrificio: desde encontrar un frasco adecuado hasta trabajar la goma con azufre para desinfectarla. Esto permitió que hoy en día funcione un servicio de hemoterapia en cada hospital, incluso en los privados, todo es más sencillo y seguro para el donante”.

fAMILIA DE GALENOS

“Mi hermano Juan era médico, también hizo hemoterapia en el Santa Fe, el Iturraspe y el Ferroviario; y Pablo, bioquímico, fue mi ayudante en el Italiano. Después fue nombrado médico químico de la delegación de inmigración del gobierno argentino que fue a Génova para analizar a todos los inmigrantes que venían al país. Una de mis hermanas estaba casada con el Dr. Aparo, traumatólogo, y la otra trabajó en el Sanatorio San Miguel, que creamos con otros colegas y funcionaba en Rivadavia y Suipacha, al lado del Automóvil Club. Mis hijos y nietos también son médicos, pero especializados en Oftalmología”.

EN LA CERVECERÍA

“Fui el médico de la Cervecería Schneider. Cuando vino Perón trajo algunas modificaciones a la legislación laboral y se exigía examinar a los trabajadores. El hospital Italiano fue el primero que me llamó para reglamentar ese tema pero el hijo de Otto Scheneider también me llamó para la cervecería. A Don Otto lo conocí porque vivía en un bungalow al lado de la cervecería, en sus terrenos. Venía temprano y tenía una oficina en un segundo piso, estratégicamente ubicado para ver todo el funcionamiento de la cervecería: la entrada y la salida de los obreros y también de los carros, ya que en esa época se llevaba la cerveza a los ferrocarriles en carros con caballos (después se motorizaron)”.

TERREMOTO DE SAN JUAN

“Estuve en el terremoto de San Juan en 1944. Fui con un traumatólogo de Santa Fe y otro médico de Rosario. Trabajamos en Mendoza porque en San Juan estaba todo destruido. Inauguramos el hospital central de esa ciudad para atender a los sobrevivientes y notamos algo llamativo: todos los que llegaban con heridas o fracturas expuestas adonde les habían puesto un polvito (el primer antibiótico de uso externo) llegaban bien, sin infecciones. Los que no lo tenían estaban gangrenados”.

así soy yo