La capa de ozono se recupera

El agujero de la capa de ozono sobre la Antártida ha alcanzado este año su menor tamaño, gracias al esfuerzo realizado a partir del Convenio de Montreal de 1987.

TEXTO. ISABEL MARTÍNEZ PITA. FOTOS. EFE REPORTAJES.

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Una imagen de la Costa Budd, en la Antártida.

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Vista de la bahía Terra Nova, en la Antártida.

Un trabajo realizado por el Instituto Nacional del Agua e Investigación Atmosférica de Nueva Zelanda muestra que el agujero de ozono en la atmósfera de la Tierra es, en la actualidad, de 22 millones de kilómetros cuadrados, cuando en 2009 era de 24 millones y en 2000, el año en que se registró la mayor brecha, de 29 millones.

Además, el déficit de la masa de ozono también se ha reducido a 27 millones de toneladas, una cifra notable comparada con los 35 millones de toneladas que había en 2009 y los 43 millones de 2000.

PROCESOS NATURALES Y CAUSAS ARTIFICIALES

La capa de ozono, situada sobre los polos del planeta, tiene periodos naturales en los que se abre y disminuye su grosor. Al terminar el invierno las condiciones de temperatura, por la radiación del sol, hace que el ozono se consuma de forma natural y provoca que se abran agujeros cada vez mayores, porque la capa de ozono adelgaza por la intervención de determinados gases.

Ahora, en la Antártida se ha conseguido estabilizar este debilitamiento de la capa de ozono que afecta a los países de Sudamérica puesto que, a menor grosor, mayor facilidad para traspasar los rayos ultravioletas de los que nos debe proteger el ozono.

El investigador español Fernando Valladares, profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Centro de Ciencias Medioambientales, explica que “el CO2 sólo afecta de forma directa y mayoritaria al calentamiento y al forzamiento por defecto del denominado efecto invernadero. En el tema del ozono hay una serie de gases, sobre todo los compuestos de clorofluorocarbonados muy específicos, que son los que degradan al ozono que se encuentra en la estratósfera”.

Para Valladares, hay dos tipos de ozono, el bueno y el malo, separados por centenares de kilómetros; “el ozono bueno es el que se encuentra muy arriba de la atmósfera, en la estratósfera, que nos protege de las radiaciones ultravioleta, y al que debemos cuidar y procurar tener en mayor cantidad. El ozono que tenemos más cerca de nosotros, en las capas bajas de la atmósfera, la tropósfera, es un ozono que tiene efectos oxidantes, que provoca problemas de contaminación, alergias e irritación, y para el que hay sistemas de alarma en muchas de las grandes ciudades del mundo”.

AUMENTO DE LOS RAYOS ULTRAVIOLETAS

Debido al efecto del calentamiento de las capas bajas del ozono se produce una degradación de las capas altas, debilitándolas. Esta es la causa de que la capa sea más débil de lo que era hace 30 ó 40 años y de que se filtren con mayor facilidad los rayos ultravioletas. Por ello, hay zonas, sobre todo las tropicales y templadas, en las que la radiación es superior a la que era habitual, llegando a niveles dañinos para la salud humana, según comentan los expertos.

También se ha podido comprobar que, desde los años “80, la capa de ozono de la estratósfera ha estado adelgazando por la emisión de una serie de compuestos, sobre todo los que son de la familia de los clorofluorocarbonos, que degradan las moléculas de ozono. Estos compuestos tan específicos entraban en algunas cadenas de producción, como son los gases de los sistemas de aire acondicionado, o de las heladeras y congeladores.

En el convenio de Montreal, de 1987, que entró en vigor en 1989, se firmó un protocolo para alcanzar la reducción de todos estos gases y la búsqueda de alternativas comerciales que tienen una incidencia tan directa sobre el ozono.

Para Valladares “el protocolo de Montreal ha representado un éxito porque en él se identificó el problema, se pusieron los medios, y 20 ó 30 años después se están recolectando los frutos. Este año, por fin, ya hay buenas noticias, al haber comprobado que la capa de ozono sobre la Antártida no sigue adelgazando, ya está estabilizada, y ésto se debe a este acuerdo internacional”.

“Este logro no significa que esté todo resuelto. Los niveles de disminución de ozono son menores, pero esta capa es cada vez más delgada, mucho menor de lo que era en los años “80 cuando se hicieron los primeros sondeos válidos. Todavía no hemos recuperado y tardaremos mucho tiempo en recuperar aquellos niveles, pero al menos hemos frenado la tendencia”, explica el investigador.

EL PROTOCOLO DE KIOTO

El investigador español Fernando Valladares enfatiza que “el éxito logrado a consecuencia del acuerdo de Montreal no se puede trasladar al protocolo de Kioto”, cuyos objetivos se acaban de discutir en la cumbre de Cancún (México), celebrada entre el 29 de noviembre y el 10 de diciembre de este año.

Según este experto “en el protocolo de Kioto se tratan todos los problemas que afectan al cambio climático, en el que hay muchos factores que lo generan. Son muchas las fuentes emisoras de gases con efecto invernadero y que, además, tienen un efecto muy directo sobre la economía. A este problema global hay que buscar alternativas a nivel de medios de transportes, en lo relativo a los combustibles fósiles... y todo esto es mucho más complicado y tiene más causas y complicaciones económicas”.

El investigador español del CSIC se muestra, no obstante, optimista tras estos resultados y mantiene que “el proceso de recuperación de la capa de ozono es lento pero vamos por una buena senda. Lo que ocurre es que pueden ocurrir muchos imprevistos porque la especie humana y sus modos de vida son bastante impredecibles. Se puede poner de moda determinada actividad que libere determinados elementos y que rompan los cálculos de probabilidades científicas. Pero si se sigue con la conciencia actual, las perspectivas a largo plazo son bastan optimistas”.

Ahora, en la Antártida se ha conseguido estabilizar el debilitamiento de la capa de ozono que afecta a los países de Sudamérica puesto que, a menor grosor, mayor facilidad para traspasar los rayos ultravioletas de los que nos debe proteger el ozono.