Señal de ajuste

Doblete con ocultismo

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Roberto Maurer

El público fue embarcado en una aventura fascinante: por primera vez en la historia, los dos canales rivales estrenaron las tiras más atractivas de la temporada el mismo día y a la misma hora, las 22.35 del lunes, con una diferencia de segundos. En ese suspiro de tiempo de ventaja, en El 13 pudo verse a Alfredo Alcón disfrazado, pronunciando un solemne discurso profético, en “Herederos de una venganza”, rodeado por otros disfrazados que incluían a Rodolfo Ranni. Como se dijo, fueron pocos segundos para que un espectador tomara una decisión que afectaría profundamente el uso de su tiempo de ocio de los próximos meses, tal vez años, ya que, mientras lo estaba pensando, en Telefé ya comenzaba “El Elegido”, con la pareja Pablo Echarri & Paola Krum como bandera. ¿El binomio de “Montecristo” es invencible? El tiempo ha transcurrido, existió “Valientes” con sus jóvenes galanes en musculosa, y quienes congelan la historia no suelen notarlo: para una nueva generación, la pareja de “El Elegido” representa tanto como Zully Moreno y Arturo de Córdoba, cuando, del otro lado, en la novela de El 13, están las figurillas ascendentes de Luciano Castro & Romina Gaetani.

EL ELEGIDO VISITA a GRAN HERMANO

Los procedimientos para atornillar al espectador habían comenzado una hora antes. En Telefé, Pablo Echarri visitó la Casa de Gran Hermano, en tiempo real, departió con los huéspedes y finalizó brindando por el éxito de “El Elegido”, que comenzó dos minutos después.

Por su parte, El 13 recurrió al viejo truco de enganchar la tira que se va con la tira que viene, o sea que a las 22.25 pudo verse cómo El Almirante (Gabriel Corrado) asesinaba con una jeringa a Gracia (Selva Alemán), quien, agonizante, alcanzó a confesarle a Lautaro (Gonzalo Heredia) que ella fue la que mató a su padre.

Sucedía en “Malparida”, en sus tramos finales, y, pegado, llegó el debut de “Herederos de una venganza”, con los disfrazados ya mencionados, que integran una logia de la imaginaria Vidisterra, una comunidad de viñateros donde el intendente y bodeguero Don Octavio Capogreco ejerce el despotismo, sin sacarse los grandes anteojos negros detrás de los cuales se esconde Rodolfo Ranni.

En esa reunión de la logia, el Gran Maestre (Alfredo Alcón) anuncia que “una nueva era dorada se aproxima”, para “consuelo de los afligidos” en un pronóstico relacionado con la llegada de un forastero y la sangre de una doncella. El forastero está llegando en auto a Vidisterra, se llama Antonio (Luciano Castro), es ingeniero agrónomo y viene a casarse con la heredera, aunque la boda será patoteada por los Leiva, que representan a los pobres de ese lugar donde se baila música celta y se bebe el vino en bota.

Antonio ya conoció a Mercedes (Romina Gaetani), una de las Leiva, que acaba de salir de la cárcel -donde purgó el asesinato de su marido- y sufre de premoniciones. Entre los villanos se destaca Regina, ambiciosa propietaria interpretada por Leonor Benedetto, ya irreconocible por el botox, y cuyo personaje, a través de la logia, quiere asegurarse la vida eterna. Es decir, un estado de bienestar donde no se precisa el botox.

DISYUNTIVA

Están los espectadores que eligieron la tira que verían, pero también quienes, los vacilantes de siempre, miraron las dos novelas al mismo tiempo con el precioso recurso del zapping para ver con cuál se quedaban. Es decir, salían de los viñedos y se internaban en los Tribunales (un escenario romántico desde “El secreto de sus ojos”), donde el abogado Andrés Bilbao (Pablo Echarri) representa a una multinacional que quiere despojar de sus tierras a nobles mapuches, con el fondo musical de una canción de León Gieco, o sea que la tira nos garantiza un punto de vista políticamente correcto.

Si en “Herederos de una venganza” la lucha entre pobres y ricos es descarnada y con rasgos feudales, en “El Elegido” se desarrolla en una caricatura fashion de los más avanzados círculos de poder, a los cuales sirve sin escrúpulos el Dr. Bilbao como empleado de un estudio jurídico cuyo titular (Lito Cruz) lo envía a España (1) para cerrar el compromiso con la corporación que utilizará sus servicios legales. A España también ha llegado Mariana, defensora de pobres y ausentes, siguiendo rastros de la muerte de su padre.

El abogado argentino se ha propuesto entrevistarse con el presidente de la corporación española, Arturo Logroñeses, un sujeto rodeado de misterio que no recibe a nadie (2). El tal Logroñeses se recluye en el Monasterio de las Almas, en Valladolid, un establecimiento algo inaccesible de los Templarios, adonde va Echarri, y también Mariana, que se desvanece -el protagonista alcanza a sostenerla entre sus brazos antes de que se estrelle contra el piso de piedra- ante una imagen de los pecados capitales de El Bosco, que será importante para el lado místico de la novela, del mismo modo que en la otra hay sectas y profecías. Se diría que las nuevas ficciones argentinas ahora acompañan las acciones criminales de las cuales se abusa, con una cuota de ocultismo y secretos esotéricos. Están recopadas.

(1) En un esfuerzo de producción, se rodó una parte en España, y con cierto exhibicionismo llevaron las cámaras al Museo del Prado y nos mostraron el tren bala de Renfe. En cambio, en la otra tira se conformaron con grabar en una quinta de Don Torcuato.

(2) Se ha creado suspenso en torno a esta figura enigmática. ¿Quien personificará al inabordable Logroñeses? Alcón ya está en la otra novela. ¿Landriscina? ¿Larry de Clay? ¿Acaso Banana Pueyrredón?