“Mirada colectiva. De pesadillas y sueños patrios”

Cómo construir ciudadanía

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Fuerte carga simbólica en la representación de una performance de alto vuelo creativo. Foto: Gentileza producción

Roberto Schneider

Pasión y teatralidad marcan el proceso de creación. La actuación es el centro del teatro. También, trabajar con ideas para crear junto a los actores un campo poético personal. Las ideas suelen ser las mismas, casi siempre: la condición humana, territorios, sensaciones; la ciudad, lo mitológico, el amor, la política, el fracaso, la mente, la violencia, el humor. Cuando hay referencias de lo propio, de lo personal, que no es lo biográfico, sino una melodía resonante, un gusto, la creación irrumpe. Como con cualquier gusto, el verdadero creador demarca cosas que lo diferencian. No hay que ser ingenuo: las afirmaciones que se pueden desarrollar en los lenguajes poéticos teatrales difieren. No es igual todo el teatro que se hace hoy en la ciudad.

En la Sala Marechal del Teatro Municipal se ofreció “Mirada colectiva. De pesadillas y sueños patrios”, una performance resultado de la apertura a la comunidad que Andamio Contiguo hizo en el marco del Laboratorio/Ciclo de Teatro Político, organizado por la Municipalidad de Santa Fe. Fue el cierre de un intenso proceso de construcción colectiva. Antes del estreno y consultadas acerca de la propuesta, las integrantes del grupo coordinador dijeron: “Reflexión en acción. Síntesis estética. Eso hemos intentado a lo largo de tres encuentros tan ricos como inolvidables. Algo aparece con claridad pasmosa: no hay obstáculos cuando hay respeto y proyecto en común. Eso ha quedado largamente evidenciado, se puso de manifiesto en estos días, confirma que tanto el teatro como la política gozan de buena salud y, si van de la mano, son una gran oportunidad de construir ciudadanía”.

Es cierto, sobre todo si agregamos que el cuerpo dramático de la totalidad está protegido por una ilación firme y porque aparece con fuerza la idea de que, más allá de cotejar dudas o de revisar conceptos, surgen los recursos de un pensamiento propio. Andamio Contiguo -como en la mayoría de sus propuestas- elabora un relato actoral emancipado, pero no independiente, del relato dramático, de manera que entre uno y otro, entre la realidad física y emocional del actor construida en tiempo presente y el mundo ficcional, crea una distancia capaz de proyectar la carga crítica de lo que se quiere contar hacia el afuera del espectador, hacia el mundo político exterior que rodea esa burbuja poética que es la obra teatral, entendida ahora como una maquinaria de relojería alimentada con emociones humanas. Se diferencian así dos niveles, el poético y el político, devolviendo al trabajo actoral la suficiente libertad creativa en la medida en que es percibido y sentido por el espectador.

Cuando el espectador ingresa a la Sala Marechal y se encuentra con secuencias perfectamente estructuradas y de alto valor sígnico, la emotividad es inevitable. Hay tres secuencias (de las dieciséis que conforman un todo orgánico) de fuerte impacto: el cadáver de Eva -en una magnífica interpretación de Santiaga López, entregada al juego propuesto desde la coordinación de Daniela Arnaudo, Norma Cabrera, Silvia Debona y Cecilia Mazzetti-, que cobra vida para deambular por sus espacios; la cocina de la emblemática Doña Petrona, en una exquisita y muy divertida actuación de Marina Vázquez, disfrutando sus momentos y ofreciendo recetas de panes criollos o torta tipo galesa a todos los paseantes, y el descamisado portando el simbólico bombo en el entrañable rol de Julio Beltzer. Y, en el centro de la escena, la dolorosa lectura de la lista de los treinta mil desaparecidos argentinos, dolorosa, angustiante, certera.

El teatro es hoy un arte casi minoritario, como la poesía. Es una actividad un poco pueril para la época. Sin embargo, es uno de los últimos territorios humanos donde puede haber una circulación de contagio y una intensidad en las creencias de que abandone el didactismo de la política y que, sin embargo, aspire a crear un campo de resonancia donde lo humano se expanda. ¿Cómo un teatro que se propone hablar de política es capaz de generar una poética? Andamio Contiguo lo entiende como un desafío. ¿Y qué política resistirá esa poética? La respuesta es que ello dependerá de los lenguajes encontrados, dado que no es el tema el que produce el lenguaje estético. El tema (o los temas) es una excusa para el desarrollo de los procedimientos escénicos y es el valor de los procedimientos escénicos que se desarrollan el que le da posibilidad teatral y política al tema. Cuando el soporte es el compromiso inteligente y el talento, como en el caso de Andamio Contiguo, la ecuación cierra perfecta.