La clave pasa por la confianza y la fortaleza para aguantarse la presión...

¿Hay que ilusionarse con Unión?

Kudelka encontró una base en los partidos finales del año pasado, la hizo funcionar y le agregó un par de refuerzos de buen pie. El equipo quedó a dos puntos del ascenso directo y en la misma línea del segundo que juega Promoción.

¿Hay que ilusionarse con Unión?

Junta fuerzas el Coto Correa, uno de los emblemas de este Unión de Kudelka. “El equipo está bien y el grupo está mejor”, dicen los jugadores y el cuerpo técnico. A la izquierda de Correa, Gustavo Nepote, el entrenador de arqueros y uno de los principales referentes en la formación de ese grupo humano.

Foto: Luis Cetraro

 

Enrique Cruz (h)

“Fuerza Maestro, que éste es nuestro año y tenemos que ascender”, le dijo un hincha tatengue a Kudelka cuando ambos, circunstancialmente, se cruzaron ayer cerca de la Costanera Este, en la calurosa tarde santafesina. Hechos de esta naturaleza, como el apuntado, se deben reiterar todos los días y a toda hora en la vida del entrenador de Unión, depositario de las ilusiones —renovadas aunque tantas veces frustradas— de los simpatizantes tatengues.

Kudelka no puede hacer oídos sordos ni la vista gorda a una situación que es concreta: el equipo quedó a cuatro puntos del líder, a dos del ascenso directo y en la misma línea del segundo que juega Promoción. O sea, cumplió con las expectativas y objetivos que se trazaron en el inicio de la competencia, cuando se habló de un equipo “que esté prendido en los primeros lugares y que pueda dar el zarpazo en las últimas diez fechas, que es cuando todo se define”.

Es cierto que llegaron doce refuerzos y que no todos dieron lo que se esperaba de ellos porque es común que esto ocurra. Pero también es una realidad que el equipo se fue armando de a poco y que él fue moldeando de a poco, en lo táctico y estratégico, un equipo que fue encontrando el rumbo, definiendo titularidades y logrando desempeños individuales que crecieron en la medida en que fueron ocupando posiciones “inventadas” por el propio entrenador, caso Montero y Pablo Pérez, por mencionar dos ejemplos.

También lo táctico sufrió modificaciones, pues de un 4-3-1-2 se pasó a un 3-4-1-2 y se terminó con el 4-4-1-1 que se utiliza a la hora de defender, pues en el momento de pasar al ataque se advierte claramente la gravitación de los dos volantes laterales para ubicarse como hombres de ataque, con libertades para llegar al área de enfrente.

Irregular, pero de menos a más

Decía Gustavo Alfaro, hace un tiempo, que un técnico puede tener una idea primaria sobre la que inicia un trabajo pero que, generalmente, esa idea se va modificando hasta que aparece la estructura definitiva. Y es cierto. Pasa en los torneos cortos, como puede ser un Mundial, con más razón se observa en un torneo largo. En 1978, el Flaco Menotti arrancó con Housemann de titular y con Valencia de “10”, pero no terminó así. Y en 1986, Bilardo encontró el equipo a partir de la segunda fase, porque había empezado con línea de 4 atrás, con Clausen y Garré de titulares y sin la presencia masiva de volantes con la que terminó jugando.

Esto fue lo que le ocurrió a Kudelka, que armó un equipo que fue irregular como la gran mayoría en el torneo y que se fue encontrando con el correr de los partidos. Y justo apareció el equipo cuando más se lo necesitaba, sobre todo por la categoría de algunos rivales a los cuales se superó en el juego y hasta se pudieron conseguir puntos clave que se escurrieron como agua entre las manos, como aquellos empates que parecían victorias consumadas ante Rosario Central y San Martín de Tucumán.

El mejor partido fue ante Atlético de Rafaela, en una cancha difícil y ante un rival que se acostumbró a encumbrarse en los últimos tiempos. Y le ganó bien Unión, con un nivel similar al que había exhibido ante San Martín en el Jardín de la República y ratificando que, como visitante, se le hizo más accesible la sumatoria de puntos.

Soportar la presión

Este es uno de los aspectos sobre los cuales tendrá que “trabajar” el cuerpo técnico de Unión y tiene que ver con los efectos de la presión que vendrá de parte de la gente en la medida en que el torneo avance. Todo lo que puede pasar, Kudelka y sus jugadores lo saben. Por eso se empeñaron en señalar, durante los últimos tiempos, que no se debe temer por hablar de ascenso, pues no caben dudas que ése es el objetivo, para eso se trabaja y la realidad matemática indica que Unión es uno de los candidatos a pelearlo.

En los primeros 8 puestos hay otros tantos equipos del interior. Asoma en el noveno lugar, casi tímidamente, un Deportivo Merlo que, con 5 puntos menos que Unión, no parece tener la suficiente consistencia para escalar más allá de lo que consiguió. El más bravo de todos los equipos de Buenos Aires, por chapa, es Chacarita. Pero el presente del equipo que dirige el Flaco Zuccarelli no es bueno y poco puede pretender si está en el antepenúltimo puesto, con 14 puntos menos que el puntero.

Hay una buena para Unión, hablando de la presión, y es que desde el mismo momento del cambio de esquema, el equipo se hizo más inteligente y paciente. Se paró mejor, entendió que no es razonable ni práctico el hecho de atacar por atacar, con prisas y sin pausas, y que no se puede salir a plantarse en terreno rival ofreciendo espacios por doquier en el campo propio como le ocurrió en aquellos recordados partidos ante Patronato o Aldosivi, que terminaron en soberanas y merecidas derrotas.

Refuerzos bien apuntados

Con Fioretto y Soto Torres, Kudelka se aseguró a dos jugadores de buen pie. Ya tenía a Rosales y Pablo Pérez como estandartes, más la dinámica de Velázquez y Montero por los costados. Ahora están las alternativas de estos dos jugadores y ya comenzó a darse cuenta —el técnico— de que hay “química” entre ellos y Rosales.

No hay que descartar nada. Por ejemplo, que se saque a uno de atrás para que entre Soto Torres y formar una dupla de enganches con Rosales. Inclusive que el ex jugador de la CAI pueda ir de punta neto o recostado por izquierda.

Son las variantes sobre las cuales trabajó Kudelka, por más que haya dos aspectos que el técnico tiene bien claro para el inicio de la competencia: 1) que el esquema será el mismo con el que terminó el año; 2) que mantendrá a aquellos jugadores que le dieron funcionamiento y resultados a esa idea táctica del entrenador.

¿Hay que ilusionarse con Unión?, es la pregunta. Y nadie le puede quitar ese legítimo derecho que tiene el hincha de pensar en que se puede, más allá de que el torneo será tremendo, que Rosario Central se mezclará seguramente entre el lote de los candidatos y que hay muchos equipos fuertes y con aspiraciones del interior. Pero ninguno ha mostrado ser más que Unión. Máxime de ese Unión que en los últimos cuatro partidos del año pasado empezó a dar una imagen de solidez y respuesta que dejó contenta a su gente.