Residuos: cambios que requieren compromiso

Uno de los principales desafíos ambientales que se le plantean a una administración pública es el destino de la basura. Y si se trata de una comunidad en crecimiento demográfico y territorial, como lo es la de esta ciudad, el problema es aún mayor. Podría decirse que la generación de residuos es una consecuencia inherente de la actividad humana, aún con los matices que imprimen el poder adquisitivo y los hábitos de consumo de cada sector.

En la capital santafesina se generan, por día, 250 toneladas de residuos -90 mil toneladas por año- compuestos por material orgánico e inorgánico. La distinción, aunque obvia, es importante porque involucra diferentes estrategias de disposición, recolección, recuperación o transformación, según el caso. En ese sentido, durante el año pasado se puso en marcha la recolección domiciliaria de manera diferenciada. Así, se asignaron días concretos para la disposición de elementos secos y otros para el material húmedo, de manera de optimizar el trabajo en la planta de recuperación de residuos y disminuir el volumen que se deposita en el relleno sanitario.

Aquella medida institucionalizó una acción que ya se venía desarrollando a menor escala en algunos barrios por iniciativa de organizaciones locales, y demandó un mayor compromiso y protagonismo de los vecinos, es decir, los propios generadores de los desechos. Además, por estos días se anunció un mayor control, y -de hecho- ya comenzaron a aplicarse sanciones a comerciantes y organismos privados y públicos del microcentro que no cumplan con los horarios para sacar la basura. El objetivo es, además de todo lo mencionado, evitar la obstrucción de los desagües y los consecuentes anegamientos que se generan en días de lluvia.

Sin embargo, la mayor novedad en esta materia estuvo dada por la remisión al Concejo Municipal de los pliegos licitatorios para la producción de biogás. Si bien el tema amerita un análisis aparte, la iniciativa -que tiene como fin disminuir la elevación de gases de efecto invernadero- recoge experiencias desarrolladas en otras ciudades y plantea la posibilidad de transformar, mediante la tecnología apropiada y la inversión necesaria, residuos orgánicos en energía.

En definitiva y volviendo al comienzo, se trata de asumir un mayor compromiso pero, sobre todo, un protagonismo real en la defensa del medio ambiente, cuestión que requiere necesariamente pasar del discurso a la acción. En el caso de los vecinos, ya no sólo para sortear un control o eludir una sanción sino para involucrarse de manera directa y activa en una tarea concreta. Y, en el caso de las autoridades, el compromiso deberá pasar por facilitar y estimular el cumplimiento con una eficaz prestación del servicio de recolección, y garantizar que el esfuerzo se traduzca en resultados concretos y perceptibles.