FOTOIV.jpg

Colmegna: recuerdos de un hito en la cultura santafesina

Virginio Colmegna -italiano de origen- fue un pionero en la aplicación de modernos procedimientos gráficos de impresión en el comercio que llevaba su apellido, en nuestra ciudad. Una sobrina nieta de uno de los gerentes de la firma reconstruyó la historia de este productivo emprendimiento.

TEXTOS Y FOTOS. MARÍA ESTER LAMMERTYN.

La Librería y Editorial Colmegna de Santa Fe fue una firma llena de prestigio y tradición. A lo largo de sus más de 50 años de vida publicó alrededor de 800 libros, tanto de autores santafesinos como de otras provincias del país e, incluso, del extranjero.

Su labor permitió divulgar la obra de prestigiosos escritores como Mateo Booz, Gastón Gori, Diego Oxley, José Pedroni, Gudiño Kramer, Hugo Gola, Juan José Sáer, José Luis Vittori, entre otros tantos. Dada esta intensa actividad editorial, Colmegna fue durante muchos años -junto con Castellví, la otra gran editorial de Santa Fe- un centro irradiador de cultura en el ámbito santafesino, contribuyendo al desarrollo y conocimiento tanto de la literatura regional como de las ciencias y las artes en general.

Sin embargo, no hay documentos escritos que registren íntegramente la historia de la editorial. Por eso, con el propósito de llenar este vacío en nuestra historia cultural y motivada también por un interés familiar -soy sobrina nieta de Néstor Lammertyn, gerente de la empresa por muchos años- me propuse reconstruir parte de la historia de Colmegna.

La historia comienza con Virginio Colmegna, el pionero. Llegó a la Argentina en 1883, proveniente de Udine, Italia. Este friulano, tipógrafo de profesión, se radicó en Santa Fe en 1887 y fundó en 1889 la imprenta La Elegancia, ubicada primero en San Jerónimo entre Mendoza y Salta y luego en 1era. Junta entre San Martín y San Jerónimo.

En 1897 retornó a Italia para hacerse cargo de la imprenta de su padre fallecido pero, muy pronto, regresó a Santa Fe y fundó en San Martín esquina Mendoza la librería y editorial La Artística.

En 1905, Virginio sacó a la venta su primera edición: eran dos tomos de la obra de Pedro De Angelis “Colección de obras y documentos inéditos relativos a la historia antigua y moderna del Río de la Plata”. Fue hecha por composición en frío, técnica novedosa para la época, por lo que Virginio puede ser considerado un pionero en la aplicación de modernos procedimientos gráficos de impresión. Debido a ello, sus trabajos le valieron numerosas distinciones en el país y en Europa.

Paralelamente, Virginio ejerció durante muchos años el cargo de profesor de Tipografía en la Escuela Nocturna Leandro Alem, adonde fuera también director entre 1920 y 1927. Existía una relación muy estrecha entre esta escuela y la imprenta de Colmegna, ya que sus operarios se formaban en aquella y Virginio, en retribución, apoyaba a la institución con donaciones de dinero y máquinas.

ÉPOCAS DE APOGEO

Luego de la muerte de Virginio, en 1937, sus hijos decidieron crear la librería y editorial Colmegna. No se sabe con exactitud la fecha de fundación pero se calcula que fue alrededor de 1940-1941. La sociedad estaba formada por cinco hermanos: tres varones (Libero, Zola y Eligio, éste último gerente de la empresa hasta su muerte) y dos mujeres (América y Margarita).

El negocio estuvo inicialmente ubicado en San Martín 2442. En octubre de 1945 se trasladó a San Martín 2546, reuniendo allí los talleres, la editorial y la librería.

En 1955, Zola Colmegna decidió llamar a Néstor Lammertyn -quien era gerente comercial en Castellví- para ofrecerle el puesto de gerente general de la empresa. Néstor aceptó y bajo su mando, Colmegna conoció su época de mayor esplendor.

Cuentan los hijos de Néstor que, cuando su padre llegaba a la empresa, ésta estaba decaída, desprovista de stock, con maquinarias obsoletas. Néstor efectuó una serie de cambios: eliminó la biblioteca circulante Colmegna (que restaba ventas), realizó reformas en el local para aprovechar mejor el espacio, se vinculó más estrechamente con los proveedores, trajo más stock, realizó viajes periódicos a Buenos Aires y atrajo una nueva cartera de clientes.

En 1962 compró en un viaje a Alemania una impresora tipográfica plana marca Heidelberg. Con esta nueva adquisición, la imprenta se modernizó y su actividad prosperó. Durante las décadas del ‘60 y ‘70, Colmegna se convirtió en una de las editoriales de mayor producción en el interior del país. Muchos escritores elegían publicar allí porque los libros se imprimían rápidamente y porque en ese entonces no había otro lugar que pudiese competir con ella en calidad de impresión.

Pero también la elegían por el trato personalizado que recibían de Néstor Lammertyn. Éste apoyaba especialmente a los escritores regionales y, si bien Colmegna no asumía los gastos de edición de los libros, Néstor brindaba facilidades de pago a aquellos autores que no podían pagar al contado.

La editorial llegó a ganar muchos premios con sus ediciones, uno de los más importantes fue el obtenido en Estados Unidos por una edición de Martín Fierro ilustrada por Juan Arancio.

NO SÓLO LIBROS

Además de la publicación de libros, en la imprenta se realizaban numerosos trabajos de obra: estampillas fiscales para el país, memorias y balances, acciones para empresas, libros de debe y haber para comunas, papelería para la administración pública, tarjetas personales y de eventos, y en una época, hasta padrones electorales.

También había una sección con grandes hornos donde se imprimían chapas-patentes para el país. Las chapas se enviaban desde la empresa metalúrgica de Zola Colmegna en Buenos Aires (Flamex Talamoni) para ser impresas y -finalmente- despachadas en ferrocarril al lugar de destino. La temporada arrancaba en diciembre y finalizaba en febrero. Cuentan los ex operarios de la imprenta que había épocas en que el trabajo era tanto que tenían trabajar -incluso- los sábados para poder llegar a tiempo con todos los pedidos.

En el salón comercial del negocio se vendían, además de libros y artículos de librería, placas de bronce para profesionales, muebles de oficina y hasta electrodomésticos de la firma Flamex-Talamoni.

La época de mayor venta en la librería era comienzos de la temporada escolar. Era tradicional ver largas colas de gente esperando ser atendidas. Los ex empleados recuerdan que debían prepararse con meses de anticipación. En noviembre se hacían los pedidos; en enero llegaban las mercaderías y para fines de febrero se tenían que montar tablones del mostrador a la pared para poder ubicar toda la mercadería.

Colmegna era también mayorista de artículos de librería: proveía a negocios de Santa Fe y Paraná.

Esta intensa y diversa actividad comercial permite hacerse una idea de la importancia que tenía Colmegna durante los años ‘60 y ‘70.

EL CIERRE DE COLMEGNA

Néstor Lammertyn se jubiló en 1994 a los 79 años. La gerencia general fue ocupada por José Luis Anessi, yerno de una de las hijas de Zola Colmegna. Con este cambio de conducción comenzó el declive de Colmegna, ya que la empresa fue estancándose progresivamente.

Anessi, que provenía del ámbito del marketing y desconocía el negocio de los libros, quiso implementar una serie de estrategias de venta que funcionaban muy bien en Buenos Aires pero no en Santa Fe, donde la dinámica comercial era otra.

A su vez, con el surgimiento del sistema off-set (mucho más económico que la impresión directa), las máquinas de la imprenta habían quedado obsoletas y se requería una inversión muy fuerte para poder actualizarlas.

Para ese entonces, la producción de libros era casi nula. El último que se editó fue en 1996 y tuvo que imprimirse en otro lugar, ya que las máquinas eran inutilizables. De treinta operarios que habían sido en una época sólo quedaban seis.

El cierre de la imprenta era inminente y se concretó a fines de 1997. Se vendieron entonces las máquinas, los mobiliarios y la parte del terreno correspondiente al depósito y el taller. La librería siguió funcionando hasta 1999, año en que Colmegna declaró la quiebra y cerró sus puertas definitivamente. Afortunadamente nos quedan aún como testimonios de aquella época de esplendor, los cientos de libros que llevan el sello de la Editorial Colmegna, emblema de la cultura santafesina.

FOTOI.jpg

Virginio Colmegna, tipógrafo de profesión, llegó de Italia y se radicó en Santa Fe en 1887.

FOTO V.jpg

lammertyn, con escolares en su oficina de la empresa.

FOTOIII.jpg

Néstor Lammertyn y empleados junto a la máquina Heidelberg traída de Alemania.

El librero de Santa Fe

La dilatada trayectoria de Néstor Lammertyn en la actividad librera y editorial hizo que en vida fuera considerado una legítima autoridad en el rubro a nivel nacional.

Nació en Esperanza en 1915. En 1922 se trasladó con su familia a Santa Fe y en 1930 -con 15 años- comenzó a trabajar como cadete en la imprenta de Virginio Colmegna, de quien aprendió el oficio gráfico.

A los 18 ya era encargado del negocio y a los 23 era ascendido a gerente de ventas. Luego se trasladó a Castellví, donde trabajó 15 años como gerente de ventas. Dada su gran capacidad de conducción, Zola Colmegna decidió llamarlo para que regrese a Colmegna con el puesto de gerente general. Cuando en 1974 la empresa pasó de SRL a SA, Néstor realizó un aporte de capital y se convirtió en accionista. En 1977, fue elegido vicepresidente de la SA y años más tarde llegó a ser su presidente.

En 1987, fue nombrado consejero de la Cámara Argentina del Libro, convirtiéndose en el primer editor del interior del país en ser llamado para formar parte de esta institución.

Realizó cursos en Alemania, Francia y Estados Unidos. Llevó a cabo diferentes gestiones para la difusión de la literatura regional en las escuelas y efectuó donaciones de libros a bibliotecas comunales y a comisiones de Cultura. Fue presidente fundador de la Cámara de Papeleros y vicepresidente y fundador de la Sociedad de Industriales Gráficos de Santa Fe. Murió en Santa Fe en 2004, a los 89 años.

FOTOII.jpg

En 1945 se inauguró el local de Colmegna en San Martín 2546.

+datos Agradecimientos

La autora de la investigación agradeció a quienes colaboraron con sus testimonios y documentos: los hijos y nietos de Néstor Lammertyn, su hermana Clorinda y los ex empleados de Colmegna: Vilma Antolí, Zulma Álvarez, Néstor Arredondo, Edgard Torezani, César Pontoni y Rodolfo Ceccarossi.