Artes visuales

Arte de Santa Fe-Centro

Arte de Santa Fe-Centro

En el abanico de presencias se aprecian buenas obras junto a banalidades presuntuosas y se notan ausencias significativas.

Foto: FLAVIO RAINA

Por Domingo Sahda

En el marco del programa “Argentina Pinta Bien” fue abierta a consideración pública la colección de obras de arte visual especialmente constituida como panorámica artística que lleva por título: “Arte de Santa Fe-Centro” en las salas del Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez.

Diseñado en el año 2003 por el Centro Cultural Recoleta, dependiente del Ministerio de Cultura de la ciudad autónoma de Buenos Aires y la Fundación YPF, el programa “Argentina Pinta Bien” está destinado a difundir la obra de artistas visuales contemporáneos que trabajan en las provincias argentinas (Texto del catálogo de la muestra aludida).

Así dadas las cosas las curadoras Adriana Lauria, Florencia Battiti y Cecilia Fiel, en carácter de tales, asumieron las responsabilidades inherentes a tales funciones, relevando, seleccionando y admitiendo, o no, la participación espontánea o por invitación de artistas plásticos santafesinos, algunos de ellos no residentes en el territorio geográfico aludido. De este modo se constituyó el “corpus” de esta visión panorámica del arte santafesino que se produce en este tiempo y lugar.

La mirada de sus responsables

A primera mirada lo que destaca es la dispersión conceptual y factica de proposiciones diversas, conceptualmente antagónicas que se recortan en este singular esfuerzo de alcance nacional, según los propósitos previamente enunciados y que se detallan en el catalogo impreso.

Esta suerte de relevamiento refleja, como bien lo dicen las autoras en el prólogo, una subjetiva parcialización del hecho artístico visual, acotado cualitativamente de manera significativa.

Por tanto, esta exposición es sólo eso, una muestra que se concretiza a través de la mirada de sus responsables, organizativas que no define ni agota el horizonte artístico provincial.

La así llamada Contemporaneidad en el Arte, definición harto ambigua que señala sin precisar si se refiere a cuestiones temporales, a cuestiones conceptuales, a ambas a la vez o a otro tópico de resbaladiza definición admite, por su aspecto inclusive la idea del “todo vale” en tantos hagamos pie y nos refiramos al hecho creador en sí.

El actual rol protagónico que se le atribuye a lo que se ha dado en llamar “Curaduría”, de rango decisorio y absoluto ante tal o cual realización artística, sea una exposición individual o de grupo, una antológica o retrospectiva -en vida activa de los reales creadores del hecho artístico- resta a estos la relevancia de la cual son absolutos responsables y protagonistas. Los riesgos de la libertad y la responsabilidad del creador son cedidos al curador, quien determina que puede mostrarse y que debe ser ocultado. Así las cosas, el artista presta sus obras para que el ocasional teórico discurra y explicite sus convicciones, tomando las obras casi como ejemplificación de lo que se argumenta por escrito.

Al estar de lo fijado por las curadoras en su escrito, Rosario se constituye en el epicentro irradiador del arte santafesino. En ese ámbito se produce y desde él se nutre el territorio provincial, mezclandose cantidad con calidad. Huelga decir que el territorio provincial es algo mas que el dorsal ribereño del Paraná caracterizado por la línea Rosario, Santa Fe, Reconquista. Inopinadamente y a despecho de las buenas intenciones evidentes, el centralismo colisiona con el espíritu totalizador y de panorámica que se pretende.

Obras buenas y banales

En el abanico de presencias se aprecian buenas obras junto a banalidades presuntuosas y se notan ausencias significativas. A menos, claro esta, que el buen oficio del dibujo, la pintura y el grabado no alcancen rangos de Contemporaneidad. Esta nueva preceptiva académica repite los vicios de la vieja academia. Viejos discursos en nuevos envases. La superabundancia de título consagratorios, premios y distinciones múltiples que se transcriben profusamente en el catálogo de mano ampliado no alcanza para conmover al espectador que se planta frente a esta u otra obra. En ellas está el desafío fundante, que en muchas de las obras a la vista si diluye en curiosidad de circunstancias. Otras, en tanto, resplandecen por sí mismas porque sostienen la mirada escrutadora. Estas son el Arte Visual, “Prima Facie”, intemporales.

La “sociedad del espectáculo” en la que se enmarca esta exhibición descansa, sesgadamente y a contrapelo de las buenas intenciones de que: “cualquier cosa puede ser una obra de arte, que la obra de arte no tienen que ser de una manera especial, de que cualquiera puede ser artista” (Andy Warhol y Joseph Beuys; / Danto, Arthur C. / “Después del Fin del Arte” / Pág. 113 / Edit. Paidos Iberica / 1999).