Una receta para tener más alimento

Cereales de invierno en el tambo

El ingeniero del INTA Rafaela Luis Romero recomendó incorporar, atrás de los cultivos de verano, un verdeo para ensilar. El esquema puede aportar entre 4.000 y 8.000 kilos de materia seca al año. Además, “son cultivos cortos y no son caros”.

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Forrajera o cervecera. De ciclo más corto, requiere más humedad y suelos con mayor fertilidad.

Foto: Archivo/Juan Manuel Fernández

Campolitoral

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La intensificación en los establecimientos tamberos plantea varios desafíos, entre ellos el de diseñar estrategias capaces de garantizar cantidad y calidad de alimento a un número cada vez más elevado de animales.

Para el ingeniero Luis Romero, especialista en pasturas del INTA Rafaela, la confección de silo con verdeos de invierno es una alternativa práctica que se complementa con la siembra de cultivos de verano. Así lo explicó en los últimos micros radiales del organismo, en los que brindó detalles sobre las ventajas del trigo y la cebada para este planteo.

Cantidad y calidad

El técnico argumentó que los cambios que vive el sector tambero empujan al productor a tratar de tener una mayor cantidad de vacas en ordeño y a elevar la carga. “Eso representa tener mayor cantidad de forraje, conservado especialmente, para cubrir un período con una oferta adecuada de alimento”, advirtió.

Ese desafío puede enfrentarse, entre otras posibilidades, armando “secuencias de cultivo” en las cuales los verdeos pueden tener una muy buena participación. “Por ejemplo hacer cultivos de invierno atrás de cultivos de verano”; como es el caso de un verdeo detrás de un maíz o sorgo para silo. Con esta sucesión se puede “aumentar la oferta de forraje para una posible secases en el verano”, ya que permitiría agregar al cultivo estival de 5.000 a 8.000 kilos de materia seca al año, según el verdeo y el manejo. Además, “son cultivos cortos y no son caros”, remarcó.

Romero detalló que el silo de trigo o cebada, además de desocupar el lote a fines de septiembre o principios de octubre (a tiempo para la siembra de maíces o sorgos) aportan volumen (fibra) y calidad aceptable (buena energía metabolizable y de 9 a 12% de proteína bruta, según el momento del corte). “Por supuesto, la dieta tiene que estar balanceada en función de este tipo de forraje”, aclaró.

Según sus observaciones esta fórmula se usa con buenos resultado en la zona, aunque cada productor debe analizarla según su sistema, según si usan mucha alfalfa o mucho silo.

Cuando ensilar

Tras una explicación general, el profesional le dedicó un capítulo exclusivo a los dos cultivos que, según su criterio, tienen mejores perspectivas para este planteo: trigo y cebada. El primero, “porque en la zona anda muy bien, sobre todo los cultivares largos” que se siembran a fines de abril o principios de mayo. “En muchas zonas del país se adaptaría a esta posibilidad”, dijo, y calculó que podría lograr hasta 8.000 kilos de materia seca al año, lo que consideró “muy bueno”. En tal sentido agregó que la calidad y el volumen a cosechar dependen del momento en el que se pica. “Recomendamos cuando el grano está en pastoso lechoso”; a mediados de octubre, con unos 130 140 días de ciclo. Pero aclaró que hay que tomar ciertas precauciones, ya que cuanto más verde está la planta más humedad hay por lo que se recomienda hacer un premarchitado antes de ensilar; en cambio, si el grano está duro y el cultivo empieza a amarillear ya se puede hacer picado directo

En cuanto a la cebada, cultivo que había sido dejado de lado porque lo reemplazó la avena (cultivo con menor riesgo y más variedad genética), comentó que en el INTA se probaron forrajeras y cerveceras con muy buenos rendimientos de entre 4000 y 5000 kilos de MS. Se trata de un ciclo “más corto, bastante rápido, pero requiere más humedad; y es para suelos de buena fertilidad”. Por eso es que “su rendimiento está atado a calidad de suelo y lluvias”, precisó. Entre las variedades recomendadas mencionó “Josefina”, una cebada cervecera del INTA, y otras forrajeras como “Mariana” o “Melipal”.

Ambos cultivos desocupan el lote hacia fines de septiembre o principios de octubre, con tiempo suficiente para sembrar maíz o sorgo.