Editorial

Media sanción al traspaso de la Estación Belgrano

El Senado nacional logró un avance fundamental en el traspaso del edificio de la estación Belgrano al municipio de esta capital, al otorgar media sanción a la ley impulsada por el legislador santafesino Rubén Giustiniani. Sin dudas es una buena noticia para la ciudad, para la administración local y para los ciudadanos que durante demasiados años fueron testigos del notable deterioro que fue ganando a esa construcción emblemática.

Es que a fuerza de abandono y vandalismo, perdido el protagonismo del transporte ferroviario y con él la condición de símbolo de pujanza económica de la región, la estación ferroviaria fue transformándose en un decadente muestrario de desidia y desaprensión.

Seguramente, al transeúnte desprevenido o al visitante no anoticiado le cueste imaginar que en ese espacio hoy prolijamente mantenido y cuidado, hasta no hace mucho tiempo pululaban roedores y distintos tipos de alimañas, en medio de la acumulación de elementos destrozados y basura. Un ambiente corrompido, mal usado como precario refugio para personas sin hogar, expuestas a las carencias de un sitio que no estaba pensado para acogerlas y contribuyendo, por lo mismo, a su persistente deterioro.

Apenas asumida, uno de los objetivos que se impuso la actual gestión municipal fue recuperar la estación. Pero para avanzar en este logro, el intendente Mario Barletta debió sortear no pocos obstáculos formales, jurisdiccionales y políticos.

Aún así decidió poner en marcha una serie de obras que lentamente lograron cambiarle la cara al edificio y reinsertarlo en el ámbito urbano como punto de referencia y de confluencia de distintas actividades sociales, culturales y artísticas: las exposiciones, ferias, recitales y muestras llevadas a cabo son ejemplos elocuentes.

Eso fue posible luego de encarar tareas de refacción y recuperación que ahora son apreciadas por quienes asisten con frecuencia o aunque más no sea transitan por las inmediaciones, y que probablemente sean los mismos que apenas unos años atrás fueron testigos de su aparentemente irremediable proceso de destrucción.

En este contexto, la media sanción otorgada ahora -decíamos- resulta una buena noticia para la ciudad porque pone sus legítimas aspiraciones en un lugar preferencial de la agenda del Congreso; para la gestión municipal, porque termina de legitimar la “apropiación” y las obras desarrolladas, ya sin zozobras jurídicas; y para los ciudadanos que recuperan un espacio que les pertenece y del que pueden obtener provecho.

La norma que espera sanción definitiva estipula como contrapartida de la cesión la preservación de las instalaciones y su utilización para fines sociales y culturales. Sería deseable que ésto se extienda también al mantenimiento de la infraestructura necesaria para que, ante un eventual escenario de recuperación de la actividad ferroviaria, la estación Belgrano pueda recobrar no sólo su esplendor, sino además la función para la que fue concebida y que también es parte de la identidad de los santafesinos.