Los chinos no protestan porque no les interesa el cambio

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EL Gran Salón del Pueblo en Pekín. Los futuros dirigentes del país no creen en una democracia como la occidental porque consideran que quienes salieran de su elección no serían mejores gobernantes que los actuales.

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Paloma Caballero

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La sociedad china no se plantea las protestas como una opción para cambiar el régimen comunista, en el poder desde 1949, aunque pida más libertad de expresión, asociación o garantías a la propiedad privada, dijo hoy a Efe el sociólogo Jean Louis Rocca, catedrático de la Universidad de Tsinghua.

“Los chinos no se manifiestan porque no quieren. No les interesa”, afirmó Rocca sobre la denominada “revolución del jazmín”, convocada en un intento de imitar la revuelta en Túnez y que las autoridades niegan, al mismo tiempo que previenen con brazo de hierro.

En su opinión, “si quisieran hacerlo, no esperarán a que llegue del exterior por internet una convocatoria (la del jazmín llegó de EEUU). No es un problema de riesgo, que no es nuevo en su historia”.

“No están convencidos de que la democracia arregle problemas precisos, como el desalojo de tierras, el trato a inmigrantes, la defensa de la propiedad privada en comunidades de vecinos o la polución...”, añadió.

En contacto diario con los futuros dirigentes del país, Rocca tiene claro que no existe en la sociedad china el deseo de una democracia a la occidental.

Según el sociólogo, es importante tener en cuenta que en el sistema de “un hombre, un voto”, perdería la elite que actualmente gobierna y lidera la sociedad urbana, pues los campesinos son una abrumadora mayoría y quienes salieran de su elección no serían mejores gobernantes que los actuales.

Además, los chinos “no protestan para no crear un conflicto general, pues está presente la idea confuciana de sociedad estable y armoniosa”. Los que pensaron que en China podría suceder lo que en Oriente Medio o el norte de África se equivocaron, por desconocimiento, añadió el autor de “Una sociología de China”.

Rocca destacó que, por ejemplo, “cuando el presidente (francés) Nicolas Sarkozy criticó hace dos años la actuación de Pekín en el Tíbet estaba persuadido de que la sociedad china le apoyaría. No comprendió nada”.

“Los extranjeros no conocen China y viceversa, y los chinos que viajan al exterior, aunque adopten modelos o comportamientos, regresan, en general, más nacionalistas, y utilizan el conocimiento adquirido para reforzar su personalidad china e intentar situar mejor al país internacionalmente, pues cuanto más poderoso sea, más lo serán ellos”, añadió.

“Es una especie de diálogo de sordos y en realidad nadie quiere comprender al otro. ¿Y quién es el otro?, la Unión Europea no tiene una política global y cada país favorece lo bilateral, mientras que EEUU no es uno solo y la prensa extranjera, tal vez por no comprender, contribuye a una imagen errónea de China”, señaló.

También las reticencias chinas al “extranjero”, que ocupó su país a principios del siglo XX, son reales “en una sociedad normal con paradojas y en la que todo debe verse desde el punto de vista chino”.

“El conocimiento de lo extranjero es para contribuir a que China deje de ser un pequeño país en la escena internacional”, dijo el sociólogo, al asegurar que se trata “de la construcción del Estado-nación que en Europa se vivió en los siglos XIX y XX”.

Según Rocca, el sentimiento general es que las condiciones de vida son mejores que hace 10, 20 o 30 años, y si la sociedad se juzga de acuerdo a valores occidentales, unos aspectos no superarían el examen, “como elecciones o censura estatal”, y sin embargo, otros sí lo harían, como la prensa local, con denuncias interesantes.