En el Colegio Virgen Niña
En el Colegio Virgen Niña
La familia Yaccuzzi se reunió por tercera vez en Villa Ocampo

Con una multitudinaria convocatoria, en el patio del colegio, los integrantes de la familia Yaccuzzi compartieron distintas vivencias en este tercer encuentro. Foto: Paralelo 28-Red de Medios.
En esta oportunidad, se presentó el segundo libro de la historia de esta familia, bajo el título: “La Descendencia Continúa”, detallando cuáles son sus nuevos integrantes desde 2006; anécdotas y fotos de aquel segundo encuentro.
Paralelo 28-Red de Medios
Son descendientes del matrimonio formado por Pedro Constantino Jacuzzi -apellido original que con el paso del tiempo sufrió modificaciones- y Santa Giustioni, que llegaron a nuestro país en 1878 desde Casarsa Della Delizia (Udine, Italia). Y, como en encuentros anteriores, en esta oportunidad, se vivieron emotivos momentos de camaradería, donde se presentó el segundo libro de la historia de la familia Yaccuzzi, bajo el título: “La Descendencia Continúa”, detallando los nuevos integrantes de la familia desde 2006; y anécdotas y fotos de aquel segundo encuentro. Se entregaron láminas alusivas al acontecimiento a integrantes de cada una de las ramas familiares; se leyeron cartas con testimonios y recuerdos de parientes; y el show musical estuvo a cargo de José y La Señal y el Trío Litoraleño.
La presentación del nuevo libro estuvo a cargo de su autora, Estela Yaccuzzi, quien expresó: “Hoy nos encontramos nuevamente con este gran desafío de reunir a la familia, esa gran descendencia de Pedro y Santa; y además, poder seguir incorporando a otras familias Yaccuzzi. Algunas se encuentran dispersas por el país y otras están entre nosotros, como los descendientes de Mariana Yaccuzzi y Domingo Quarín. Posiblemente los lazos de sangre ya sean muy difusos; pero, lo que debe prevalecer son esas redes invisibles que nos unen o unieron en algún momento, el pertenecer a un mismo tronco familiar con todo lo que ello implica”.
“Nuestros abuelos nos dieron muchos ejemplos, porque para poder sobrevivir en un ambiente tan hostil e inhóspito, era una necesidad ser solidarios, unidos, luchar juntos, trabajar sin descanso. Así ofrendaron sus vidas en pos del bienestar y prosperidad de sus hijos y acompañados siempre por esas mujeres fuertes, luchadoras, abnegadas, que eran el sostén y puntal de la familia y de la fe”, agregó.
Luego, la historiadora agregó que “nuestra realidad no es la misma; hemos ganado en comodidad, en bienestar. Pero hemos perdido lo que ellos disfrutaron: las charlas con los parientes, conocidos, en los almacenes de ramos generales, en las fiestas; el ir a la casa del otro para ver cómo estaba, el ayudarse ante alguna dificultad, el acompañarse en momentos de alegrías o de dolor, el no depender del reloj, sino del sol, el rosario de la tarde antes o después de la jornada de trabajo, el cuidar a los mayores y tantas otras cosas; pero es necesario hacer un alto en nuestra rutina para recuperar estos sentimientos y poder mostrarles a nuestros hijos, a nuestros nietos, que existen otras cosas como la familia y que antes que ellos, sus abuelos lucharon por tener un espacio donde se asentara su descendencia”.
Carta de presentación
En 2006, “hemos dejado por escrito parte de la historia de la familia, y hoy podemos tener en nuestras manos y conocer esa historia a través de sus páginas; es nuestra carta de presentación, aunque quizás nos olvidemos de algún descendiente, o faltó alguna anécdota, o algún relato, o foto de algún familiar. Pudimos haber cometido errores, pero nadie nos puede quitar esta parte de la historia que quedó plasmada en nuestro libro. La historia nunca se termina de escribir y, posiblemente, después de nosotros alguien siga completando esta historia o ya comience a hacer la de su grupo familiar. No obstante, no dejen perder en el tiempo esos testimonios, esas historias, porque cuando ya no están nos lamentamos de no haber sabido aprovechar y dejar plasmada esa parte de la historia familiar”, remarcó.