La vida después de García Márquez

Ingrid Briggiler es una santafesina que cumplió su sueño de conocer al Premio Nobel de Literatura. Los detalles de un encuentro inolvidable. Cómo piensa, siente y proyecta su futuro esta multifacética joven de 24 años. Cuál es ahora su sueño.

TEXTOS. NICOLÁS LOYARTE. FOTOS. GENTILEZA INGRID BRIGGILER.

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En la vía del tren de Aracataca, el Macondo de Gabo.

 

Ingrid amaneció a las 7 en la casa de unos amigos en el Distrito Federal de México y partió a comprar tres docenas de rosas. Después regresó a la casa y las envolvió para transformarlas en un gran ramo. Era la mañana del último jueves 17 de febrero. El día anterior había comprado galletas que también regalaría al hombre que tenía previsto conocer y por el que había viajado, desde hacía un par de meses, desde Argentina.

Los preparativos continuaron con un collar de macramé que envolvió para regalarle a la esposa de aquel hombre, luego quitó de un tubo una acuarela que había pintado su padre y le colocó un lazo rojo, se vistió para la cita, almorzó junto a su familia amiga, luego habló por teléfono con su familia y su novio en Argentina, y tuvo tiempo para publicar un post en su blog antes de decir, a las 11.20, “Vamos”.

Ingrid viajó en auto, junto al matrimonio que la alojaba, cuarenta minutos por el DF hasta llegar a la casa donde la esperaban. El día anterior Fernando Jaramillo la había convencido en una comunicación telefónica de que comprase tres ejemplares para que el escritor que iba a conocer se los autografiara. La librería estaba cerrada. Pero Ingrid convenció al librero de que se los venda. Ella es así. Se lo pone en la cabeza y lo consigue. Tiene apenas 24 maduros años. “Noticia de un secuestro” y dos ejemplares de “Cien años de soledad”.

Ya eran las 12 cuando Ingrid bajó del auto, recibió una bendición de parte de sus amigos, tocó el timbre y se anunció. La hicieron ingresar a la casa, aguardó junto a la secretaria del anfitrión, y minutos más tarde lo vio acercarse a ella con una sonrisa que jamás olvidará. Desde ese instante en adelante transcurrieron dos horas que marcaron un antes y un después en su vida. “¿Cómo está Aracataca?”, la interrogó el Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, sabiendo que su invitada había visitado aquel pueblo colombiano donde él vivió de pequeño antes de ir a verlo. “Como usted me lo contó”, respondió Ingrid, en alusión a Macondo, nombre con el que Gabo rebautizó al pueblo en gran parte de su obra.

- ¿Cómo nació la idea de conocer a Gabo?

- Mi idea de conocer a Gabo surgió de la noche para la mañana. Un día que dije: “Gabo es mi escritor favorito, mi musa, mi ejemplo a seguir del mundo literario, está vivo y reside en México”. La ecuación me cerró: “Tengo que ir a verlo”, dije, y empecé a organizar el viaje de mi vida, para llegar al Nobel de Literatura, mi querido don Gabriel García Márquez.

- ¿Cómo preparaste y lograste el encuentro?

- El encuentro fue emocionante y mi preparación duró más de un año: empezó el día que decidí ir a verlo y terminó el día en que finalmente lo vi. Releí sus libros para revivir sus historias y lugares, leí entrevistas que le habían realizado, sus biografías, hablé con sus amigos, visité su Colombia querida, conocí a su hermano, su sobrino y a sus amigos, fui a comer a sus lugares preferidos y trabajé en uno de ellos.

- ¿Cómo fue el encuentro?

- El encuentro fue mucho más mágico de lo que me imaginaba y me llenó el alma como lo esperaba. Cuando lo vi me emocioné y me largué a llorar porque no podía contener en mi pecho tanta alegría junta. Habían pasado muchas cosas desde el día que decidí hacer el viaje hasta ese día en especial; y haber llegado a él tuvo un impacto muy fuerte en mi vida, porque logré algo que parecía imposible, porque cumplí el sueño que había tenido, pero sobre todo porque conocí al escritor que más amo en este mundo, que más me inspiró y el que fue leído por todo el mundo. Ver a Gabo y sentirlo tan sabio me inspiró paz. Él nació para ser escritor, él siempre lo supo y trabajó para lograrlo. Es un ejemplo en todo sentido. Pero lo que yo más guardo en mi alma es su sencillez y su humildad ante todo, porque me demostró que para ser grande no hace falta ser fanfarrón.

- ¿Qué anécdota te guardás?

- Algo que me impactó ni bien lo vi fue su buen gusto para vestir, su elegancia y su forma de caminar erguido y seguro hacia mí. Vestía esas camisas leñadoras que a mí me encantan y sus manos eran tan suaves y mansas que no las hubiese soltado nunca.

LA PASIÓN POR GABO

- ¿Cuándo y cómo descubriste la obra de García Márquez?

- A los 12 años, más o menos, mi mamá Iliana y mi papá Sergio me acercaron su obra cuando me regalaron sus libros. Lo primero que leí de él fue “Ojos de perro azul” y me fascinó. Desde entonces seguí buscando en sus novelas esa magia que sólo él podía darme y lo leí tanto y con tanta pasión que me despertó las ganas de escribir, de contar mi propia historia, de inventar mi mundo. Y eso hice. Pero de su obra tengo mis preferidos.

- ¿Qué libro de él fue el que más te marcó?

- El libro que fue un antes y un después en mi forma de leer y escribir fue “El amor en los tiempos del cólera”, mi libro preferido y el que García Márquez me firmó y regaló en su casa. Era adolescente cuando lo descubrí y vivir esa historia de amor a través de sus letras fue motivador para mí, no podía creer que alguien me haya contado una vida entera en sólo un libro. Su poder de resumen es increíble también. Y cuando me enteré de que la historia del libro era la historia de amor de sus padres, me emocioné aún más. Admiro cómo modifica la realidad para utilizarla en sus libros. Es un genio.

- ¿Qué imagen de su obra, pasaje, personaje, momento, es el que más añorás?

- Muchos personajes de su obra me gustan, pero, por ejemplo, el de Úrsula Iguarán, de “Cien años de soledad”, siempre me interesó. Primero, porque es mujer. Y segundo, por la forma en que lleva adelante a su familia, la familia más famosa de la literatura universal, la familia Buendía. Segura de sí misma, una madraza de aquellas y una economista fina que veía y creaba comida donde no la había. Otro personaje que me gusta mucho es el de la protagonista de “Del amor y otros demonios”, Sierva María de Todos los Ángeles. Otra vez una mujer, Gabo nos conoce y sabe crearnos y describirnos a la perfección; cada mujer de su obra pudo haber sido una real y eso es lo que me atrapa. Sierva María es una niña rica criada por esclavas que es mordida por un perro en la época de la rabia. Una historia interesante e increíble por lo real. Además, esta novela es corta, por lo que todos, aún los que no gustan tanto de Gabito, tendrían que leerla.

- ¿Cómo es la vida hoy, después de “cumplir tu sueño”?

- Hoy mi vida sigue como siempre, aunque siento que algo cambió en mí. En este viaje crecí, aprendí muchas cosas y maduré. Ahora estoy concentrada en mis próximos objetivos, en trabajar, estudiar, escribir y leer mucho. Estoy haciendo lo que más me gusta.

- ¿Cuál es tu sueño ahora?

- Mi sueño ahora es poder publicar alguno de los libros que tengo empezados y que a la gente les guste lo que tengo para contar. También quiero obtener mi matrícula de médica para poder empezar a trabajar profesionalmente. Esos son mis sueños ahora, pero tengo muchos más, siempre estoy buscando nuevos proyectos para emprender y nuevas ideas para llevar a cabo. No me gusta quedarme quieta.

UN MAÑANA PARA INGRID

- Querés ser escritora, ¿cuál es tu perfil o identidad literaria?

- Como se imaginarán, mi ejemplo a seguir es don Gabriel. Ojalá algún día llegue a ser aunque sea un poco como él. Mi perfil literario todavía no lo tengo definido porque recién empiezo, pero escribo prosa y el género que me gusta es el realismo mágico dentro de la novela corta. Ahora estoy escribiendo una novela futurísta y la crónica de mi viaje. Ya tengo escrito “No entiendo a los hombres”, sólo falta una editorial que quiera publicarlo.

- ¿Cómo ves el futuro, tu profesión, tu lugar?

- Siempre fui de hacer planes, aunque en esta época de mi vida se me hace difícil volver a elegir el rumbo de todo. Por ahora sé que quiero ser escritora y médica, que quiero formar una familia con mi novio Axel y que quiero vivir en un lugar tranquilo que me de tiempo y espacio para crear. Ser ginecóloga y poder inventar algo mágico para las mujeres también está en mis planes. Seguro la vida me dará la posibilidad de hacer todo lo que tenga ganas.

Tras el encuentro con García Márquez, aquel mediodía de febrero Ingrid tomó un taxi y viajó cuarenta minutos en silencio por el DF repasando cada instante vivido, rumbo a la casa donde la esperaban ansiosos. Llevaba consigo los tres libros del escritor, que había comprado el día anterior, autografiados. Pero además Gabo le dedicó otros tres que tomó de su biblioteca. Uno de ellos es un ejemplar de “El amor en los tiempos del cólera”, el libro preferido de Ingrid que no había conseguido en la librería el día anterior. Tras hablarle a su familia en Argentina y contarle a sus amigos mexicanos todo lo vivido, la invitaron a visitar un museo. Pero Ingrid se excusó. El día ya había terminado para ella.

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:Abrazada al árbol macondo (así se llama). Abrazarlo trae suerte y larga vida, en Aracataca.

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la joven le regala un cuadro de su padre a garcía márquez. en la imagen de tapa: Gabo le entrega a Ingrid un ejemplar de Cien años de soledad recién firmado para sus hermanas, Indira y Sofía.

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PERSONAL

Ingrid Briggiler tiene 24 años, vive en Santo Tomé, está a punto de iniciar la Residencia en Medicina. Es artesana, profesora de macramé y trabaja en una ferretería, en su ciudad.

El camión del otoño

(Fragmento). por INGRID BRIGGILER

“Había una vez un país que no tenía otoño. Ninguno de sus habitantes recordaba haberlo visto jamás. No había dato alguno de su existencia. Y, como no lo tenían, tampoco lo conocían.

“No estaban enterados de que sí existía en otros lugares hasta que un día cayó una hoja seca en el patio de Antonio. Antonio era un ciudadano muy querido en Talpagara, el país sin otoño. Él vivía enfrente de la frontera. Tenía 84 años y nunca en su vida había visto una hoja seca de árbol. Cuando la vió, la agarró y salió a la vereda.

“Terminaba su vereda y venía la barranca del Río Verde: la frontera.

“Antonio miró para acá, para allá, y nada. Pero, mirando con más atención, vió a una persona bajita en la orilla de en frente del río. Y rápido le gritó: ‘Ey! Usted sabría de dónde pudo haber salido esta hoja seca que encontré en el patio de mi casa?‘ ‘¿Cómo? ¿De dónde?‘ pregunta la persona bajita, ‘Estamos en otoño, los árboles cambian las hojas en esta estación del año. De verdes pasan a amarillas y luego se caen y vuelan por todos lados’.

“Antonio no entendía nada. No podía creer lo que escuchaba. ¿Otoño? ¿Qué era esa palabra? Pero sin preguntar más se metió de nuevo a su casa a pensar (...)”

Texto completo: http://rid-ing.blogspot.com/2008/06/el-camin-del-otoo.html

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Foto del estudio de Gabo en el DF de México, tomada por Ingrid.