Modelos y retratos

Por Antonio Alice

Bien pertrechado para emprender la obra, ya me sentí más fuerte. Un breve paréntesis de reposo me sirvió para organizar otra serie de estudios con los grupos de modelos vivientes. Vestí a los modelos con trajes de aquel tiempo. Trajes auténticos no había; pero, con ayuda de un sastre experto y especialista en la materia, hice confeccionar para cada modelo el traje adecuado a cada personaje. Mi estudio se convirtió en un pequeño Congreso. Los grupos de modelos se ubicaban de acuerdo con la composición y los hacía mover y accionar y hablar como si, en realidad, estuvieran actuando seriamente, en carácter de diputados, en aquella célebre noche del 20 de abril. Puse, de lado derecho, a los oradores Huergo, Gutiérrez, Zapata, Zavalia, Gorostiaga y Lavaisse, que hablaron para oponerse al aplazamiento del proyecto, debatiendo para la sesión de que este fuera casi inmediata.

Más allá se destaca Facundo Zuviría, presidente de la Asamblea, que dejó el sitial al 2º, general Ferré. Zuviría aparece en actitud meditativa, en el instante en que habla Juan Francisco Seguí -el “poeta de la Constitución”-, cuya oratoria vibrante, sonora y decisiva convence a los más reacios y obtiene la mayoría que consagra la sanción del proyecto.

He colocado a los diputados de modo que pueda vérselos de frente, presentándose el hermoso motivo pictórico del contraluz, feliz contraste que destaca los planos en que están las figuras. Al presidente lo he colocado de espaldas, dando así al espectador una impresión sugestiva y una nota artística de la interpretación original. He roto con el viejo molde que se ve con frecuencia en cuadros de esta índole; la costumbre de ubicar los sitiales de honor al frente y en el fondo; costumbre que obliga al pintor a sacrificar a los demás personajes de su argumento, colocándolos de espaldas, divididos en dos grupos laterales por un camino central que llega, en perspectiva, hasta el estrado de la Presidencia. Yo no he querido sujetarme a ese amaneramiento porque considero que es la Asamblea la que está en acción y que son los diputados los que deben verse en sus actitudes y en sus gestos, mientras el presidente se concreta a escuchar. Naturalmente que esto me colocó delante de una tarea terrible, capaz de poner a prueba al pintor retratista, prueba que, con modestia pero con orgullo natural de quien justifica su esfuerzo, creo haber dominado. Si muchas dificultades se me presentan, me parece que la etapa final, la de los retratos, fue la más ardua y la más difícil de vencer.

No menos dificultosa me resultó la búsqueda de modelos. Necesitaba tipos de semejanza fisonómica y también de idéntico volumen. Encontré algunos de parecido tan notable con mis héroes que, a veces, vestidos a la moda de su tiempo, asombraban por su semejanza. Pero la tarea de selección fue también fatigadora y a la vez delicada. Podría contar muchos casos acerca de las peripecias que debí recorrer para encontrar modelos. Contaré un episodio... Iba yo en un tranvía cuando, de pronto, encontré a un señor desconocido, cuyo aspecto me asombró por su extraordinaria semejanza física con uno de los personajes de mi cuadro. El caballero descendió del tranvía y yo seguí tras él para estudiarlo un rato más. Marchaba rápidamente y yo discretamente lo seguía. Entró en una casa. Lo esperé. Salió y al salir observó mi presencia, creyendo, sin duda, que fuera un sujeto sospechoso. Me fui, Al poco tiempo, por una rara casualidad, este caballero me fue presentado. Le expliqué el motivo de mi “persecución”. De más está decir que en este caballero encontré un modelo excelente, pues posó desinteresadamente para el cuadro... Era el ingeniero Antonio Restagno, de gran parecido con Facundo Zuviría.

Fragmento de “Los constituyentes del 53”, de Antonio Alice. Op.cit.