HERIDA abierta

A 8 años, la ciudad recuerda la inundación del río Salado

De la Redacción de El Litoral

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Pasaron 8 años pero hay cicatrices destinadas a permanecer. El recuerdo de la inundación del Salado, ocurrida en 2003, sigue vivo en los barrios que se vieron afectados por el avance incontenible del agua. Y aparece a flor de piel cada vez que llueve mucho o empiezan a crecer los ríos. “Son heridas que van a quedar por siempre”, sintetizó María Claudia Albornoz, integrante de la Carpa Negra de Inundados.

Hoy también están latentes los reclamos de justicia. “Son ocho años de impunidad y ocho años de lucha. De todas maneras, tratamos de sostener la memoria. Como siempre sostuvimos, en esta inundación hay responsables que todavía no han sido llevados a juicio”, manifestó Albornoz. “Lo más difícil transcurridos estos años, es sostener la lucha, tratamos de que la sociedad santafesina entienda cuál es nuestro reclamo de justicia”, añadió.

El 29 de abril de 2003, el Salado avanzó sobre Santa Fe y obligó a más de 120 mil personas a replegarse ante su paso bravío. El agua comenzó a ingresar a la ciudad por un tramo abierto en el terraplén que protege el borde oeste el domingo 27 por la noche, y llegó a su punto más álgido el martes. En pocas horas los barrios del cordón oeste quedaron bajo agua.

Esta tarde, si el tiempo acompaña, habrá actividades alusivas. A las 18.30 -adelantó Albornoz- se van a juntar murgas de distintos barrios en San Martín y Juan de Garay, que luego irán hacia la plaza 25 de Mayo. Allí, a las 19, se leerá un documento y se renovará el pedido de justicia. Para esta mañana estaba prevista la inauguración de la puesta en valor y los murales alusivos en la Plaza de la Memoria 29 de abril, ubicada en Mosconi y Mendoza, pero debió suspenderse por la lluvia.

Fecha imborrable

Producto de la inundación, miles de vecinos se vieron forzados a huir de sus domicilios con lo puesto, a pie o en canoa, para refugiarse en centros de evacuados que se improvisaron en distintos puntos de la ciudad. No se dictaron clases por un mes: la gran mayoría de los establecimientos educativos debieron adaptarse para acoger a los damnificados.

Cientos de vecinos que no habían sufrido los efectos de la inundación colaboraron para atender las demandas de los evacuados. En tanto, muchos decidieron quedarse en los techos por varios días para cuidar las exiguas permanencias que habían podido rescatar.

La sociedad santafesina quedó fuertemente convulsionada y hubo enormes pérdidas materiales. La provincia tuvo que gestionar fondos a la Nación y conformó el Ente de la Reconstrucción para resarcir a las víctimas. La Justicia comenzó, por su parte, a investigar las responsabilidades, pero los reclamos de los afectados que demandaron al Estado continúan.

Una historia entre miles

Vicky Cano vive en Barranquitas. Conserva una carpeta con fotos y recortes de uno de los momentos más duros de su vida. Guarda una carta que encontró en una bolsa de donaciones.

La misiva, dirigida a “un hermano en apuros”, tiene como único remitente a “Emmy”.

Fechada el 1º de mayo de 2003 dice: “Queridos hermanos de Santa Fe: Que la Sagrada Virgencita y nuestro Señor les den fortaleza para hacer frente al duro momento que tienen que vivir. Desde acá rogaré constantemente y humildemente colaboro con ustedes. Fuerza y fe, los amo”. La de Vicenta es una de las miles de historias, en este caso de solidaridad, que dejó la inundación.