Palabras de Sábato

El Litoral publicó a menudo en sus páginas literarias entrevistas, reseñas y opiniones de y sobre Sábato. Carlos Catania, José Luis Víttori y Gustavo Vittori fueron, entre otros, lectores atentos de Sábato en nuestro ámbito. Transcribimos aquí algunos conceptos vertidos en una entrevista que El Litoral le realizara en 1984 y que fuera publicada en el Suplemento Cultural del 18 de febrero de ese año.

Enrique Butti

Ernesto Sábato: —Durante toda mi vida he estado preocupado por los problemas del hombre y su destino, lo que implica estar preocupado de la política. Mi vida literaria se ha repartido, pues, entre la publicación de mis novelas y ensayos, y declaraciones sobre esos problemas humanísticos. Esa alternancia y hasta su simultaneidad constituyen algo así como la dialéctica entre lo que Pascal llamaba “les raisons du coeur” y las puras ideas. No que las ficciones estén constituidas únicamente por esas razones del corazón, pero sí nacen y se nutren de ellas, esencialmente... El racionalismo extremado, la técnica y la tecnolatría, la exclusión y hasta ridiculización del pensamiento mágico y del mito han conducido a la tremenda escisión del espíritu humano. Ahora, estamos viviendo el fin de esta cultura, que comenzó sobre todo en los siglos XVII y XVIII. Y sólo podremos convivir con la máquina cuando aquel tipo de positivismo sea superado por una filosofía del hombre total... De todas maneras, pienso que sí, que en cierto modo mi obra puede inscribirse en algo que se llame “realismo fantástico”, aunque yo pienso que sería más acertado llamarlo “realismo metafísico”. Tipo al que pertenece inevitablemente cualquier ficción que vaya más abajo de los trajes, las costumbres y los problemas de época, para llegar a los últimos y siempre iguales problemas de la condición humana, del hombre como totalidad concreta. La totalidad concreta no parece ser jamás alcanzable por el pensamiento puro, pero puede serlo mediante la actividad total del espíritu humano, y muy especialmente por el arte. Es lo único -quizás- que permite conciliar esa totalidad del hombre, y en particular la sola forma de conciliar lo sicológico con lo social. Esa totalidad queda definida por su dimensión metafísica, por ese conjunto de atributos que caracterizan la condición humana: la voluntad de poder, el ansia de absoluto, el impulso de rebelión, la angustia ante la soledad y la muerte. Atributos que, aunque manifestados en el hombre concreto -o sea en un tiempo, en una sociedad- tienen la permanencia de la especie humana: son metahistóricos.