“Humor de género en clave de Sol”

Ver cómo somos,

con una sonrisa

Graciela Martínez cierra un ciclo de su espectáculo de monólogos, esta noche en El Retablo.

Ignacio Andrés Amarillo

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Graciela Martínez presentará esta noche la última función de “Humor de género en clave de Sol”, un espectáculo estructurado en base a una serie de monólogos separados por música en vivo. Será desde las 21, en El Retablo (Moreno 2441), con descuento para jubilados.

La actriz conversó con El Litoral sobre las particularidades de esta obra, que se va pero promete volver.

—¿Cómo nace la idea de estos monólogos?

—Desde niña he hecho personajes, imitando o improvisando sobre las características de cada persona. Lo hacía en forma intuitiva de niña, y de grande he seguido haciéndolo ya con una mirada más crítica. La gente allegada me decía que por qué no lo llevaba al escenario. Y a mí me gusta más hacer el teatro “de envergadura”, buenos autores... pero no es es fácil en este momento conformar un grupo, llevarse bien, coincidir horarios.

Empecé a hacer distintos personajes, con diferentes características, con un sentido crítico. Los escribo yo, son todos femeninos, y conformé finalmente un espectáculo. No es fácil hacer reír a todos: hay gente que se ríe para adentro, pero no exteriorizan... y a mí me ayuda que exterioricen.

Crítica social

—¿Cuáles son esos personajes?

—Por ejemplo hay una señora, empleada de un establecimiento, donde hace la limpieza; y que empieza a contar su vida, su relación con el marido. Con las palabras que no le salen bien, las deforma: eso lo he sacado de la realidad, de gente que te dice “crisantelmo” en vez de crisantemo. Lo he hecho con mucho afecto, ésa no es tan crítica, es más divertida. Todo va rematado con un chiste.

Después hay una chica de muy buen pasar, el papá tiene una cerealera. Ella vive en Santo Tomé, y tiene que venirse a Santa Fe y cruzar el puente: viene muy enojada porque viene con su Audi, ni siquiera desayuna para llegar a horario, y están los “negros de m...” obstruyendo el puente. Dice que hay que llamar a los bomberos, mandarles un chorro hidrante que los desparrame y de paso los bañaría, “que buena falta les hace”.

Es toda una crítica a una burguesía esquemática y totalmente cerrada, que no hace el más mínimo análisis de nada. Ésa la hago con un placer enorme (risas), porque lo he sacado de gente que me rodea.

Además hay una nenita muy chiquita, hija de un empleado de una multinacional, que tiene muy buen pasar. Y repite en su lengua (con palabras que no le salen muy bien) su pequeño universo: lo que dice papá, lo que dice mamá, que son repugnantes (risas), rematado siempre con un chistecito.

También tengo una consultora sentimental que da consejos que son unos disparates enormes. Un poco sacado de lo que uno vive y observa. Yo me divierto mucho (risas), y alguna gente también.

Allá en Colastiné, cuando lo hice en el espacio cultural de Marcela Sabio (ahí arranqué con uno o dos) había gente que se reía mucho, las mujeres me abrazaban. Yo me río un poco de mí misma, no es que me pongo allá arriba: uno tiene cosas de lo mismo que critica.

Ése es el espíritu del espectáculo: por medio del humor, hacer reflexionar sobre cómo actuamos, pero con una sonrisa.

Vuelve “De amores, diablos y flores”

También en El Retablo, hoy a las 17.30 volverá a presentarse “De amores, diablos y flores”, una puesta de títeres del grupo El Retablo de las Maravillas, que narra una historia desdoblada en dos partes. Dirigida por Oscar Caamaño, esta obra de títeres de Luis Alberto Sánchez Vera integra otras dos: “Por una flor” de Luis Alberto Sánchez Vera, con un juego irónico entre el Rey Fulano Oscar Caamaño, y el Rey Mengano Ruy Acevedo que parodian las flaquezas de la alta política. Esta obra fue premiada en el Concurso Nacional de Obras para Títeres organizado por la Municipalidad de Santa Fe en los años ‘70. La segunda parte son “Las aventuras de Juan Sin Miedo”, que tienen su origen en un cuento tradicional.

Como es tradicional en esta sala, sus muros exponen una muestra fotográfica. Esta vez, exhibe “Naturaleza viva”, de Oscar Decchiara.

Foto: Archivo El Litoral

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”Yo me río un poco de mí misma, no es que me pongo allá arriba: uno tiene cosas de lo mismo que critica”, dice la actriz.

Foto: Amancio Alem

Ver cómo somos,  con una sonrisa

Compañero en escena

—¿Quién es el músico acompañante?

—Es guitarrista, ejecuta y también compone. El interviene entre monólogo y monólogo mientras cambio de vestuario, de personaje. Toca composiciones brasileñas.

Se llama Elías Jaguares, tiene 19 años, vive en Coronda, pero imparte clases acá, es un estudioso. Es talentoso y muy responsable, con mucho entusiasmo. Yo intereactúo un poco con él, y a él le causa gracia todo.

—¿Cómo se conocieron?

—Hace años que vengo actuando en El Retablo, que hace años que está funcionando, y él da clases de guitarra ahí. Ya ha actuado muchas veces, los músicos tienen mucho público en esa sala. Los dos somos de la casa, así que nos juntamos.

El diseño de vestuario es mío, y las luces las hace Oscar Caamaño, que colabora desinteresadamente en toda la cuestión, mientras el otro toca (yo le diría a veces “tocá dos”, para no andar a las corridas), y pone música ambiental cuando termina el chico.