Lengua viva

Lingüística y estética

Evangelina Simón de Poggia

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Me gustaría recordar con Uds. a un intelectual y científico, cuyos aportes fueron muy importantes en los comienzos del S. XX; estoy hablando de Benedetto Croce , que trascendió en el ámbito lingüístico a partir de su obra “La estética como ciencia de la expresión y lingüística general”; allí propugna una nueva visión de la nueva ciencia.

En aquel momento el predominio de los estudios del aspecto material del lenguaje, era indiscutible, así como también la perspectiva evolucionista. Croce va a plantear una nueva forma de ver a la lengua, la cual no se apoya en la lógica imperante, sino todo lo contrario; va a decir que la Estética tiene su centro en la expresión y que el lenguaje, a su vez, no es otra cosa que expresión. Va a pensar que el conocimiento que se adquiere a través de la imaginación es intuitivo y el que se adquiere por medio de la inteligencia es lógico. Toda intuición o idea será una expresión, el lenguaje es, por lo tanto, expresión, no habiendo diferencias entre la lingüística y la estética. El lenguaje no es cosa de lógica, sino de imaginación. Surge así una identidad entre el arte y la expresión: hablar bien no tiene sentido, pues si no se habla bien no se habla, realmente.

Para él, el centro de interés de la ciencia del lenguaje es el acto puramente individual de creación , no se daba cuenta de que si dicho acto no era comprendido por el oyente no se planteaba una situación comunicativa real. Esta problemática va a ser solucionada por su gran alumno Vossler al pensar que esa libertad expresiva va a estar limitada por la percepción del receptor, llegando a denominar al pensamiento ostentado por su maestro: idealismo. Estamos frente a la nueva Escuela Idealista inaugurada por Croce y continuada, con variantes, por su alumno , el que va a estar de acuerdo con el espíritu creador del individuo, pero, agregando también , la importancia de las características nacionales y culturales de los pueblos. Se produce un gran avance.

Lo cierto es que, desde esta nueva perspectiva, el individuo a partir de sus necesidades expresivas logra unir la estética con su más valioso instrumento comunicativo: la lengua.