Juan B. Terán, un tucumano de fuste

Por J.M.Taverna Irigoyen

“Pedes in terra ad sidera visus. Vida y tarea de Juan B. Terán (1880-1938)”, de Carlos Páez de la Torre (h). Centro Cultural Alberto Rougés, Fundación Miguel Lillo. Tucumán, 2010.

La Generación del Centenario marcó en el país una época de gran relieve intelectual e indiscutible fortaleza y proyección de las instituciones. Auténticos prohombres, con visiones renovadoras y claros objetivos, nutrieron ese comienzo del siglo en que la Argentina ocupó en el mundo un lugar y un prestigio de país nuevo, con derroteros precisos. Juan B. Terán, tucumano de nacimiento y por compromiso de sangre, fue uno de esos preclaros varones que hicieron país con su pensamiento y sus acciones. Figura que hoy, gracias a una importante edición que firma Carlos Páez de la Torre (h) un estudioso de la historia, se revaloriza con rigor (1).

Juan B. Terán (1880-1938) se integró al plano nacional desde su San Miguel de Tucumán. Su amor por el terruño y su singular vocación de servicio, lo convirtieron en un lúcido protagonista de su tiempo que sirvió tanto desde lo social y lo político, cuanto desde las diversas ramas de las ciencias sociales, la literatura y la historia. Fue un hombre probo, visionario, entusiasta como pocos de las grandes causas, integrador de voluntades.

Páez de la Torre, su inteligente biógrafo, lo ubica en tiempo e ideales. Burila el Tucumán de comienzos de siglo con precisos toques y ubica en tal paisaje humano a este joven que está encendido de principios y formado en las más rigurosas fuentes. Así lo sabemos un precoz estudioso, que se gradúa en leyes con las más altas calificaciones y accede paralelamente a importantes roles de conducción. Entre 1906 y 1912, es presidente cuatro veces de la Sociedad Sarmiento, entidad pionera del Tucumán, así como fundador -con Ricardo Jaimes Freyre y Julio López Mañán- de la Revista de Letras y Ciencias Sociales (1904-1907), considerada con justicia la más importante publicación sudamericana de su tiempo y de su tipo (2).

La provincia, la región, no sólo es pujante y promisoria en sus valores ínclitos, sino aun merece de propios y ajenos el reconocimiento de una temprana madurez social. Así, el predicamento de los tucumanos es reconocido con voces que se levantan como la de Ortega y Gasset, haciendo eco a las autóctonas de Alberdi y Padilla, de los Rougés y los Colombres, los Nougués y los Posse, un sabio como Miguel Lillo o una artista como Lola Mora.

Terán es elegido convencional constituyente en 1907 y diputado provincial entre 1906 y 1916, entrando en una esfera política que no figuraba en sus cálculos. No obstante, como lo señala el autor, este paso trascendente le permite elevar el proyecto de creación de la Universidad de Tucumán, proyecto que deberá esperar hasta 1912 para ser convertido en ley. Y como una coronación, ser rector de esa casa desde su apertura hasta 1929, prestigiándola y proyectándola con noble rigor. Educador infatigable, la obra de Terán en este campo culminará con la Presidencia del Consejo Nacional de Educación -ya en Buenos Aires- entre 1930 y 1932.

Libros como La Universidad y la vida, Una nueva Universidad y Espiritualizar nuestra escuela, jalonan su sentir pedagógico tan firme y calificador. Pero Terán, hombre múltiple y de gran fuste intelectual, escribe e investiga sobre las raíces históricas, sobre el idioma polemizando con Lugones, sobre el país y su futuro. Ensayos, notas periodísticas, prólogos enjundiosos de importantes plumas, dan una cabal dimensión de su labor. Pero es sin duda su original visión del continente, editada en tres tomos, el aporte que quizá mejor lo ubica en el plano del pensamiento esclarecedor: El descubrimiento de América en la historia de Europa, El nacimiento de la América española y La salud de la América española , movilizan en la época a la reflexión analítica.

Juan B.Terán desea siempre aportar, no confrontar en la polémica a veces esterilizante. Ese espíritu es el que lo anima a escribir su Discurso a los argentinos: verdadero sacudón de cordura.Y el que, tras su viaje al Viejo Mundo en 1926, lo lleva a escribir Lo gótico, signo de Europa. Están asimismo sus páginas coloquiales, de mirada interior, como Estudios y notas, Por mi ciudad, o las fábulas de Voces campesinas.

Gran jurisconsulto, merece el nombramiento como ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, durante sus últimos tres años de vida. Asimismo, Miembro de Número de la Academia Argentina de Letras, de la Academia Nacional de la Historia y de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires.Páez de la Torre ubica cada una de estas instancias en capítulos sustantivos de su obra. Está la etapa del doctorado y de la formación del núcleo familiar, pasando por la edición de revistas y libros, la labor parlamentaria, el tránsito decisivo por los claustros universitarios, los reconocimientos públicos, la partida a Buenos Aires, donde residirá en sus últimos ocho años de vida. Y como un apéndice, el libro integra, a más, algunos ensayos históricos y discursos políticos, así como notas que lo califican y definen, formuladas oportunamente por Alberto Rougés (1928), Julio Prebisch (1938) y Arturo Capdevila (1961).

Cabe apuntar que es intención de la Fundación Cultural Alberto Rougés editar un tomo especial con los escritos de Juan Benjamín Terán, que complemente integradoramente este estudio de Páez de la Torre (h).

Finalmente, merece destacar la importancia que instituciones oficiales o privadas movilicen el análisis esclarecedor de figuras como la de este tucumano ilustre. En tiempos en que los ejemplos éticos y constructivos no abundan, reinsertar en la memoria arquetipos de formación moral e intelectual incorruptibles, puede contribuir a generar una ciudadanía más sana y alerta.

(1) Carlos Páez de la Torre (h). “Pedes in terra. Ad sidera visus. Vida y obra de Juan B. Terán”. Centro Cultural Alberto Rougés. Academia Argentina de Letras. Academia Nacional de la Historia. Buenos Aires, 2011. 824 pgs.

(2) Firmas como las de Unamuno, Darío, Lugones, Machado, Santos Chocano, eran habituales en sus páginas.

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Juan B. Terán, hacia 1910.

Juan B. Terán, un tucumano de fuste

Juan B. Terán en sus últimos años, en una foto de Witcomb.