Fue el jardinero

El imitador de la muerte

José Luis Pagés

Los crímenes misteriosos atraen la atención del gran público que sigue el desarrollo de la investigación como si pasara uno tras otro los capítulos de una novela por entregas, pero no sólo se vuelven mecánicamente las páginas con la esperanza de encontrar la solución al enigma que la plantea la primera. Algunos se compenetran emocionalmente con los personajes al punto que lloran o ríen con ellos y se demoran en detectivescas elucubraciones para sacar sus conclusiones propias antes de tropezar con una revelación sorprendente como que: “el asesino fue el jardinero”.

Así ocurrió durante los primeros tramos investigativos del crimen de María Marta García Belsunce cuando una profesora de inglés que vivía junto a su esposo en una casaquinta de Pilar apareció muerta por numerosas puñaladas el 26 de marzo de 2003, es decir, cinco meses después del crimen que hasta el día de hoy no logró aclarar la justicia argentina. El nombre de aquella víctima no trascendió, pero sí se pudo conocer a poco de ocurrido quién y por qué terminó salvajemente con vida de la docente.

Aníbal Horacio Manent, el esposo de aquella mujer brutalmente asesinada en la soledad de su casaquinta fue llamado a declarar y a poco de hablar quedó detenido en Tribunales, sus palabras lo convirtieron en el sospechoso principal. A los investigadores llamó la atención el celo y la cautela con la que aconsejaba preservar la escena del crimen. Cuando le preguntaron a que obedecían esas recomendaciones el hombre se definió como un fervorosos seguidor del caso García Belsunce.

Poco después el episodio investigado quedaría ampliamente esclarecido, Manent preso en carácter de instigador y otra vez el jardinero apareció en el remate de la historia. El hombre se quebró y confesó su culpas entre gritos y llantos. El jardinero Rubén Scherettels, se adjudicó la autoría material.

Sin demasiadas vueltas el misterio que rodeaba aquel horrendo suceso ocurrido puertas a fuera del barrio privado de Pilar fue develado rápidamente cuando, perdido por perdido, el jardinero secó sus lágrimas y agregó que había atacado a la profesora con una afilada barreta de hierro a pedido de su patrón, quien le pagó por el servicio con algún dinero en efectivo y dos armas de fuego que él mismo se encargó de comerciar.

Esas armas, dos pistolas, fueron encontradas en poder del comprador y se convirtieron en un elemento de prueba irrefutable. Manent, el marido despechado que dispuso a los actores en la escena que cuidadosamente presentaría a la policía, habría actuado impulsado por los celos. Su mujer lo engañaba con otra, con otra tenía en común una cuenta bancaria y posiblemente un proyecto de vida que no lo incluía a él.

Manent, el marido celoso, el vecino de Pilar que se inspiró en el crimen del Carmel para sin riesgos vengarse de su esposa, murió encerrado en un calabozo pocos días más tarde, el primero de abril de 2003.