SEÑAL DE AJUSTE

A volar

Roberto Maurer

¿Por qué Superman nunca se casó? ¿Cuándo se puso la capa por primera vez? Las respuestas a estas preguntas y otras demandaron diez años y fueron proporcionadas por “Smallville”, que ha llegado a su fin para inscribirse en el cuadro de honor de las series más longevas de la historia de la televisión. En sus diez temporadas describió la génesis del superhéroe, desde el día en que una pareja de granjeros de Kansas lo encontró en el campo luego de una lluvia de meteoritos y lo adoptó. La criatura venía de Krypton, de cuya destrucción lo salvó su padre biológico enviándolo a la Tierra. Por cuestiones relacionadas con la física, nuestro planeta lo favorecía, ya que el niño podía desafiar la ley de gravedad, entre otras facilidades llamadas “poderes” que lo alejaban de la posibilidad de convertirse en un empleado de banco. La premisa de los creadores de “Smallville” fue “nada de vuelos, nada de mallas”, ya que se trataba de imaginar la adolescencia Clark Kent y su pasaje al mito.

“Finale”

Esta semana finalizan varias series de Warner, para culminar el sábado con un capítulo doble de “Smalville” titulado “Finale”. A lo largo de casi una hora y media, se detalla el proceso último vivido por el joven Clark Kent, a quien le resulta difícil asumir su condición de superhéroe, hasta que, convencido por las palabras del fantasma de su padre adoptivo, se enfunda por primera vez el uniforme azul y rojo y vuela para evitar que el mundo choque con un planeta gigante enviado por Darkseid con el fin provocar el planeado apocalipsis del cual sobrevivirán unos pocos elegidos, aunque lo primero que hace Superman antes de salvar a la humanidad es rescatar al avión presidencial.

El primer superhéroe

Superman fue el primer superhéroe de la ficción gráfica, o sea un hombre con poderes, ya que hasta ese momento se trataba apenas de seres inteligentes y valerosos que en todo caso habían adquirido algunas destrezas en el gimnasio, o viviendo entre monos, como Tarzán. Aparecerían otros justicieros (1), hasta llegar a las últimas versiones en las que a la acción física se fueron sumando finos dilemas morales ya insinuados en los originales, al punto de convertirlos en personajes atormentados. Con las aventuras de la subjetividad, plena de dudas y debilidades, se facilitó el fenómeno de la identificación del público con los personajes, se puede suponer.

En el caso de “Smallville”, el último episodio constituye un parto doloroso, ya que se narra la transición del adolescente al mundo de los adultos. Desde su novia Lois Lane a su enemigo Lex Luthor, se trata de convencer al joven Clark Kent de que debe asumir el rol para el cual ha sido destinado. Mientras lo empuja al compromiso con la humanidad, Lois le muestra el camino del celibato: el matrimonio es incompatible con las ocupaciones de los superhéroes que, como se sabe, tanto salvan al planeta como sacan caballos de las zanjas.

Intentando olvidar para iniciar la nueva vida, el protagonista vuelve a la granja ya desmantelada, visita la tumba de su padre, y respecto de Lois se pregunta: “¿Y si ella formara parte de los recuerdos que debo borrar? ¿Y si los héroes no estuvieran destinados a amar?”, en tanto ella se formula sus propias preguntas:

—Una persona con el calibre de un Dios, ¿puede estar al lado de una mujer tan imperfecta? -se interroga.

Sin embargo, casi se casan. La ceremonia nupcial se interrumpe en el momento mismo en que Clark Kent está por embocar su dedo en el anillo, e interrumpe Chloe gritando “¡Nooo, está hecho con kryptonita dorada!” o sea que el novio perdería sus poderes para siempre. Si se analiza, se trata de una secuencia de machismo extremo: el matrimonio, para el hombre, es la castración (2).

La sabiduría de Luthor

En cuanto a Lex Luthor, sostiene un diálogo final con su examigo. “Primero pensé que nuestras familias eran las que nos hacían quienes somos, luego esperé que fueran nuestros amigos, pero si ves en la historia a los grandes hombres y mujeres del mundo, siempre fueron definidos por sus enemigos”, le dice. “Tú naciste para ser el elegido, simplemente eres el mejor de nosotros”.

Luthor está reclamando que, de una vez por todas, el vacilante Clark asuma sus responsabilidades, y no tolera que rechace el privilegio de ser superhéroe negándose a asumir su destino, “un destino juntos, pero de diferentes lados”, porque “cada villano es tan grandioso como su héroe”, dice Luthor quien sin la existencia del Bien no tiene nada que hacer.

Naturalmente, en esta bola de máximas pomposas hay acción, la que se ha sido planteada a través de la lucha entre la Luz y la Oscuridad. Se acerca el Juicio Final y la Tierra está por saltar en pedazos, sintetizando. En este marco de fenomenología bíblica, es el último diálogo con el fantasma del padre el que convence a Clark de que debe ponerse la capa, cuando escucha un argumento basado en una idea optimista acerca de los seres humanos, con algún matiz de populismo:

—Podrán no ser perfectos, pero todavía creo que en el alma más oscura siempre hay esperanza. La gente quiere creer en algo superior. Puede ser más fácil odiar, pero es más fuerte amar -le dice su guía espiritual.

La fortaleza no solamente descansa en los poderes heredados, el héroe se construyó con la generosidad de sus padres adoptivos y la buena gente de Smallville es la última moraleja. Y deposita en sus manos el equipo deportivo con los colores de San Lorenzo, el azul (los ideales) y el rojo (la lucha).

—Estás listo, aprovecha tu destino -arenga al Hombre de Acero, que al fin sale volando. Costó trabajo convencerlo.

(1) Superman debutó en 1938. En 1944 ya había más de 400 superhéroes.

(2) En el cómic, se registra una aventura amorosa con la Mujer Maravilla, por quien Superman pierde momentáneamente la cabeza, aunque luego vuelve a esa extraña fórmula de “celibato con novia” bastante divulgada entre los superhéroes. Según la teoría del Dr. Frederic Wertham, la Mujer Maravilla sería demasiado hombre para Superman.

A volar

“Smallville” llegó a su fin y se inscribió en el cuadro de honor de las series más longevas de la historia de la TV.

Foto: Archivo El Litoral