El conductor relator

Entre los múltiples modelitos de conductores, choferes, energúmenos al volante, el tránsito nuestro de cada día nos entrega al relator, un tipo que necesita ir contando lo que hace él y los otros, como para que quede astralmente registrado. Correte, papi, que vengo apurado.

TEXTOS. NÉSTOR FENOGLIO. [email protected]. DIBUJO. LUIS DLUGOSZEWSKI. [email protected].

El conductor relator
 

Ya se sabe que hay infinitos caracteres al volante, tantos como personas: el cabrón (pero mirá por dónde pasás, animal); el amable que te deja el auto en ralenti en la esquina, en horario pico, esperando que pase la señora que viene a mitad de cuadra; el daltónico, que no ve los colores del semáforo; el tuerca que quiere pasar por dónde y cómo sea y tantos otros.

Muchos de ellos además (y hago la salvedad genérica que hablo de varoncitos, de nosotros, pero ustedes están incluidas, mis chiquitas, ya que tanto insisten con la igualdad...) son peligrosos para el resto de los conductores.

Pero entre toda esa fauna que se despierta y se sube a un auto todas las mañanas, a mí me gusta uno que de alguna manera es de consumo interno, de cabotaje, no suele joder a los demás, excepto a los que van en el mismo habitáculo, o sea sus seres queridos, su familia. Es el conductor relator. Vaya a saber si por una habilidad innata o una adquisición posterior, súbita o progresiva, el señor necesita contar lo que hace, lo que hará y lo que hacen los demás.

En una suerte de relato pre o sub consciente, va entregando un cuaderno de bitácora online para que disfrute su esposa y sus atribulados hijos que, realmente, son conducidos en todos los sentidos del término.

Podemos intuir al conductor relator porque es la persona que vemos hablar sola y hasta gesticular cuando pasamos o frenamos al lado. Es de esos jugadores que la tiran a cualquier parte y después, autocríticos o faroleros, se dicen para sí mismos, pero ampulosamente, chambón, era así, de chanfle....

El conductor relator suele tener alta estima de sus condiciones de manejo, en contraposición con toda esta manga de bestias que andan alrededor.

El conductor relator, rara vez baja el vidrio de su ventanilla para verbalizar a otros lo que tan formalmente entregan dentro del habitáculo del auto. Suele ser relativamente tolerante con el manejo de los demás, básicamente porque -él cree- sabe más y en consecuencia, especie de Dios ciudadano, perdona a los otros, porque no saben lo que hacen...

Suele tener toda la jugada completa en estudio y lo transmite: por acá, por acá, que tres cuadras más adelante hay un cole que va a parar en esa esquina como cinco minutos. Y cuando acierta, cuando pasa limpiamente al lado del colectivo y observa cómo otros que eligieron ese carril frenan y se clavan, se felicita y hasta tiene para sí un pueril gritito de alegría del tipo: vamos si querés.

Suele ser fanfarrón: a las buenas maniobras (es decir: a las que él considera buenas maniobras, que serán seguramente deploradas desde otros autos por otros conductores relatores como él) no sólo las celebra y alaba, sino que obliga a su familia a escuchar cosas de este estilo: “¡Qué muñeca, tiene papi!, ¿Eh?”

A veces, cuenta con el silencio ominoso del resto del pasaje. Otras, con el entusiasmo de los chicos que festejan e instan: pasalo, pasalo, aunque vos tengas la batata que tengas y al lado te pase sin sonido una nave de alta gama. Puede ocurrir que como en las radios, el relator tenga a su lado también un comentarista -este relato está agravado por el vínculo-, capaz de dispensar bocadillos oportunos.

Algunas muletillas y frases repetidas del conductor relator: “no hace una señal ni a palos”; “qué vas a hacer, mami”, “uf, qué mañanita tenemos hoy”, “ajá y la prioridad de paso para cuándo, nene” entre otras.

No me quiero meter con el estilo conductivo de cada uno de ustedes, porque bastante tengo con el mío. Lo único que tengo para decirles es que vengo pasadito, estoy llegando tarde y, ay, el semáforo se pone en amarillo. Córranse, córranse les digo, porque los llevo puestos. Y más relato autobiográfico será el de tu hermana.