Accidente aéreo en Oliveros

El copiloto aseguró que

el viento los complicó

Héctor Gaete descartó que una falla mecánica haya producido el accidente que protagonizaron con el piloto Leonardo Zago la semana pasada. Este último se recupera en el hospital de Granadero Baigorria.

Ariel Durán-Sergio Ferrer

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Agencia Santo Tomé

“El accidente en sí fue muy rápido, no tuvimos tiempo a nada, más que las reacciones lógicas, como tratar de rescatar a mi compañero porque veía que estaba más comprometido que yo; no tienen que haber transcurrido más de tres segundos desde el momento en que advertimos lo que nos estaba pasando y el del impacto contra los árboles; estábamos sobre el final del vuelo, a muy pocos metros de tocar pista, terminando de recorrer el montecito que está al lado de la cabecera de la misma”, empezó su relato Héctor Gaete, de 41 años, quien el fin de semana pasado sufrió un accidente en el aeródromo de Oliveros (a escasos metros del neuropsiquiátrico). Iba a bordo de un aparato Piper PA11 que cumple funciones de avión escuela y que en ese momento piloteaba Leonardo Zago, de 28 años.

“Al parecer, fue el viento el que nos jugó una mala pasada; nosotros veníamos con efecto veleta, es decir enfrentando el viento; cuando nos disponíamos a sortear los árboles y bajar por el nivel máximo de éstos, el viento se cortó de golpe”’, prosiguió Héctor.

“Creemos que eso fue lo que hizo que el avión varíe un poco respecto a la trayectoria que traía, que era normal; ahí le pegó el grito a Leonardo (¡Guarda el árbol!) y él corrige la dirección, pero la puntera del ala toca una rama y nos vamos hacia la izquierda, introduciéndonos en el monte de eucaliptus; llevábamos una velocidad de unas 65 millas, es decir entre 90 y 100 kilómetros por hora”, describió Gaete, que al igual que Zago es santotomesino.

Habían salido del aeroclub de Gálvez con destino al taller del aeródromo de Oliveros, porque debían llevar un repuesto para que puedan reparar la llave de magneto de otro avión escuela de la entidad, que estaba en tierra a la espera de ser arreglado.

“Es un avión muy noble”

“Recuerdo que veníamos en ralenti, con el motor encendido -con vueltas- pero a bajas revoluciones, perdiendo gradualmente altura para aterrizar; por lo general, cuando vas así y surge algún problema, les das potencia al motor y superás el inconveniente, pero esta vez no lo pudimos hacer porque nos inclinamos y nos metimos en la arboleda”, expresó Gaete a continuación.

“Una vez que caímos, lo quiero agarrar a Leonardo para levantarlo, pero siento dolor y me doy cuenta de que tengo las manos heridas; igualmente trato de salir, pero me quedan las piernas atrapadas con el asiento delantero; sigo forcejeando lo mismo, así que después de hacer otro poco más de esfuerzo logré desprenderme y salí del avión; calculo que habré estado a 1,60 metros del piso”, acotó.

“En ningún momento perdimos el conocimiento; por eso le pedí a Leonardo que corte el combustible y él me hizo caso; ahí veo venir a uno de los mecánicos del hangar con el celular en la mano, para empezar a asistirnos; recuerdo que les pedía que lo asistieran a mi compañero -que estaba más comprometido-, y que tuvieran cuidado porque el motor estaba caliente y el tanque de combustible chorreando”, añadió.

“No tuvimos falla mecánica; para mí fue el viento; la avioneta se viró hacia un lado y se salió el alerón izquierdo, lo que hizo que el derecho se levante” remarcó Gaete, quien aclaró que cuenta con cuatro años y medio de vuelo, unas 35 horas espaciadas como piloto privado, más otras 48 como alumno.

De igual modo, sobre Zago destacó que es “muy profesional” y que “está haciendo el curso de piloto comercial”. Para finalizar, respecto al Piper A11 caído, Héctor resaltó que se trata de un avión modelo 1947 biplasa en tándem (matrícula LV-NFX), “muy noble”, propiedad del Aeroclub de Gálvez.

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Gaete sufrió heridas de cierta gravedad en las manos (foto); mientras que el piloto Zago terminó con lesiones múltiples en las piernas. Iban a unos 90 kilómetros por hora. Foto: Agencia Santo Tomé