Por si hace frío

Miren mis chiquitos: yo no sé si va o no a hacer frío, porque en este país, hasta el clima es imprevisible y cotiza en la Bolsa. Pero si llega a hacer, no digan que no los he cuidado.

TEXTOS. NÉSTOR FENOGLIO. [email protected]. DIBUJO. LUIS DLUGOSZEWSKI. [email protected].

Por si hace frío

A mí el frío me gusta. No es que no me guste el calor, el sol, el verano. Me gustan también (hay que estar preparados para todo), pero mientras la mitad de la ciudad putea prolija y destempladamente contra el frío, yo soy uno de los que lo disfruta, porque pienso que cuando hace frío uno siempre puede abrigarse un poco más; pero cuando hace calor, el calor santafesino, más ropa ya no podés sacarte y seguís teniendo calor... Así empiezan los problemas.

Pero supongamos que hace frío. He aquí, prácticos consejos para enfrentar al frío como corresponde, bien munidos y pertrechados, con los ojos afuera y porque no hay más remedio: uno por lo menos tiene que mirar por dónde camina.

1) El abrigo. Descontamos que ya estamos gorditos de ropa superpuesta: calzoncillos largos y cortos, remerita de frisa (y bueno, uno tiene años, mañanas y mañas), polera de cuello alto, campera de lana, camperón inflable, inflamable, infame o lo que tengamos para poner arriba de todo, dos talles más grande que el nuestro, de manera que pueda por un lado bancarse lo que hay abajo, y por otro postularnos para cualquier película de ciencia ficción: uno parece un astronauta, caminando lento y como pisando huevos. Súmesele pasamontañas (se pueden chorear quioscos en los ratos libres, total...), gorro, bufanda y guantes y estamos listos para encarar la ascensión del Everest. Y les aclaro que este servidor a veces preferiría escalar la montaña que empezar un lunes a la mañana, tan lunes y tan de mañana, tamadre.

2) Petaca. Y bueno, uno no es estrictamente un alcohólico, pero ponerse a las dos de la mañana a esperar un cole santafesino (les llaman cometa Halley: hay uno solo a las vueltas y pasa cada 76 años) sólo con el abrigo descripto ut supra (que suena a mostaza, pero nada que ver), es temerario, no recomendable y hasta suicida. Así que una simple y discreta botellita para la cartera de la dama (nadie les ha prohibido nada, mis chiquitas) o el bolsillo del caballero puede mitigar las horas de espera, el frío, la soledad y, depende de la bebida, hasta combatir el estrés, el riesgo país (el único riesgo que nos queda, bien pedestre y más o menos manejable, es ponernos en pedo), la caída del cabello, la pediculosis, la artrosis y todas las osis que se les ocurra. Sin ir más lejos (acá nomás), tengo un amigo que es fervoroso defensor de la Convención de Ginebra y lo suyo no es meramente declarativo: le da al frasquito de manera real y concreta y después se abraza con todo el mundo para honrar la paz.

3) Buseca, locro, bagna cauda, guiso carrero (se llama así porque después no podés parar de correr), pastas y otras calorías. Si tienen diferentes porotos, mejor, porque el buen cazador lleva munición de distintos calibres. Uno genera formas alternativas de combustión, anda feliz por la vida, disimulando provechitos debajo de la bufanda, a escape libre (y que vengan nomás los inspectores a labrarte un acta de infracción: se van a ir peinaditos y callados), inclinados a babor o estribor según los casos, al trotecito, con energía como para encarar a Marcia y a todo el barrio, contentos, de buen humor, jocosos, un poco soberbios y lleno de humos (y bueh: tanto optimismo tiene que escaparse por algún lado), literalmente expansivos, buenos tipos. Con unos cuantos argentinos así, cambiamos el país y encaramos el verano con toda la polenta (ah, me olvidaba de la polenta: uno también puede dispersar energía cargando munición fina).

4) Parvas de frazadas. Si se siguió la instrucción anterior, sólo hay que asegurarse de clavar las frazadas a los costados de la cama, porque no está como para que las mal llevadas leviten a las tres de la mañana, justo cuando uno está culito para arriba y entregado al más manso sueño. Tápense mucho, tipo hojaldre, capa sobre capa. Dejen una barreta al costado (puede ser debajo de las frazadas, el hierro por lo general resiste) para poder abrirse paso, aplastado como están debajo de tanto peso.

5) Y finalmente, denle para adelante, que no hace tanto frío. Lo único que hay que hacer es pasar el invierno. Y que la pasen bien.