Fundar una poesía

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Alejo González Prandi.

Por Julio Anselmi

“El deshoje”, de Alejo González Prandi. Ediciones Último Reino. Buenos Aires, 2007.

En el mito, en la poesía, y quizás en la gran ciencia, toda gran pregunta toca origen y futuro. Así, el Ubi Sunt y sus tribulaciones, y las dos preguntas que según Barthes repite la lírica a través de los siglos: “Te amo” y “Tengo miedo de la muerte”, con todas sus posibles derivaciones y todas sus posibles conjugaciones: “Amor se fue”, “Polvo serán mas polvo enamorado”, “Amor que guía al sol y a las estrellas”, “Que muero porque no muero” “la pérdida del reino que estaba para mí”...

En “El deshoje”, Alejo González Prandi dispara directamente contra el blanco de tales cuestiones esenciales: “¿Cuál es tu pregunta en la poesía?/ ¿si estás muerto?/ ¿si volverás a estar muerto?...”. Exactamente como el árbol que aún vivo espera el otoño de su concentración para radiografiarse. Para concentrarse en el oficio y la gracia y la materia misma de la escritura, para “descubrir que en la soledad/ un muerto/ puede fundar una poesía”.

En las tres partes de este libro se cincela una respuesta que -no podría ser de otra manera- está en la ontología misma de los poemas: somos los que perdemos a cada paso, los que despedimos a cada instante, e incluso cuando hayamos dejado de cantar las grandes esferas y las antiguas religiones, todo nuestro tiempo está para una música, “de lo que acontece en la supervivencia de una hoja”.