Cuando la alarma se enciende

La exposición prolongada a situaciones de gran intensidad o momentos de mucho estrés, propician la aparición del pánico y la ansiedad. Con ciertas pautas y detectando la causa del problema, la mayor parte de las situaciones se pueden solucionar.

TEXTOS. NICOLÁS FRANCÉS. FOTO. EFE REPORTAJES.

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“La ansiedad es una reacción emocional resultante de la anticipación de los peligros relacionados con la valoración capacidad-demanda. Es un estado de miedo no resuelto”, explica la psicóloga Luisa Belinchón.

“Las crisis de pánico o estados de ansiedad son reacciones automáticas y reflejas, cuya misión es ayudarnos a sobrevivir”, añade la experta. Lo podemos experimentar, al decir de los especialistas, cuando vamos conduciendo, cuando nos desplazamos a realizar un examen o, simplemente, ante una situación importante. En esos momentos en el ser humano se activan ciertas reacciones que lo ayudan e impulsan a afrontarlas.

En el marco de estos estados de ánimo, encontramos la ansiedad, que nos ayuda a ponernos a salvo cuando lo necesitamos. Según la psicóloga del Hospital Clínico de Valencia (España), Elia Roca, “es una reacción normal con la que nos ha dotado la naturaleza y que se pone en marcha cuando percibimos un peligro grave e inminente”.

Al decir de la experta, el problema viene cuando esta ansiedad se descontrola. Por ello, es muy importante conocer cómo controlar estas situaciones y cuáles son los métodos mejores para utilizar este tipo de reacciones en nuestro beneficio.

CÓMO DETECTAR EL PROBLEMA

Luisa Belinchón asegura que la ansiedad se produce ante una situación percibida por el sujeto como amenazante. “El sistema neurovegetativo y el sistema endocrino preparan al organismo para una respuesta de emergencia, bombeando hormonas al torrente sanguíneo, elevando la frecuencia cardiaca y la presión arterial, acelerando la respiración, tensando los músculos y produciendo un rápido suministro de energía que le prepara para actuar”.

Normalmente, “todas estas respuestas fisiológicas son reacciones inespecíficas del organismo que ve amenazado su equilibrio interno ante determinados estímulos y suponen un intento de adaptación a las nuevas circunstancias”, añade la psicóloga.

Además, cualquier situación que entrañe un peligro para nuestra persona, ya sea real o imaginaria, puede ser causante de que aparezca.

Según Elia Roca “estos peligros pueden tratarse de la sensación de miedo hacia nuestra integridad física, pero también pueden estar relacionados con el miedo hacia nuestra salud sicológica como ocurre, por ejemplo, ante las críticas o humillaciones”.

En muchas ocasiones, localizar cuáles son esas situaciones que nos provocan malestar se hace más complicado, ya que, según nos dice la experta “pueden ser un producto de nuestra mente que nosotros vemos como real y no lo es”.

Por ello, para Roca, es fundamental distinguir las preocupaciones reales de las imaginarias, para lo que es recomendable llevar a la mente “pensamientos positivos o ver las situaciones con humor”.

“La actitud ante los problemas es una de las cosas más importantes que hay que tener en cuenta”, matiza la experta.

CÓMO MANEJARLA

Hay muchos tipos de ansiedad con diferentes grados. Cada persona es un mundo y, por ello, según los psicólogos, debe tratarse el problema de manera particular. Sin embargo, con ciertas pautas y consejos, se puede llegar a mejorar el control sobre nosotros mismos y evitar que el problema se descontrole.

Según Elia Roca, lo primero que debe hacer una persona que pasa por esta situación es acudir al especialista quien puede mandarle tomar algunos fármacos: “que pueden ser muy útiles para mejorar el problema, sobre todo cuando se trata de una ansiedad severa, y así evitar que se complique con otras patologías, como la depresión. Hay que evitar, no obstante, tomarlos de manera incorrecta, sin prescripción médica o mezclados con ansiolíticos o con alcohol”.

Para la ansiedad leve, la experta apunta que existen multitud de productos naturales en herbolarios, pero entre los que “habría que diferenciar los que están científicamente probados y los que no”. La psicóloga aconseja preguntar siempre a un médico o farmacéutico antes de tomar cualquier producto ya que, “además de ser ineficaces, podrían suponer un peligro para la salud”.

“Ante un problema, lo ideal sería aprender a reevaluar nuestros pensamientos y alejar los que nos provoquen malestar emocional”, opina Roca.

“Aunque parezca un tópico, no se debe huir de los problemas sino afrontarlos. En este caso, no se debe evitar lo que nos de miedo, sino tratar de superarlo, de manera individual o con ayuda de profesionales, ya que corremos el riesgo de que se haga más fuerte y cada vez sea más difícil controlar”.

Según esta psicóloga, los tratamientos eficaces contra la ansiedad, siempre incluyen alguna forma de actuar en contra del miedo irracional, pero puede ocurrir que, una vez desaparecida la causa, la ansiedad persista. “Esto se debe a diversos factores.

Uno de los más comunes son los hábitos o conductas, que se pueden haber convertido en involuntarias y, aunque la causa del problema haya desaparecido, se siguen realizando las mismas acciones”, añade.

Elia Roca recomienda que aquellas personas que sufran algún tipo de pánico o ansiedad busquen información y ayuda, y que es recomendable aprender una terapia cognitivo-conductual, llevada por un experto, y que, una vez comprendida, se aplique repetidamente en la vida diaria hasta reeducar la mente.

“Afortunadamente, nos encontramos en una época en la que la mayoría de los problemas de ansiedad tiene tratamientos muy eficaces con los que poder combatirlos. Ya no sólo existen medicamentos, sino terapias muy productivas que ayudan a superar los problemas y a evitar que vuelvan a aparecer”, concluye la psicóloga.

Sin duda, lo más importante, es acudir a un especialista que estudie el caso en particular y así dar unas pautas personalizadas a cada persona.

TRES NIVELES DE ANSIEDAD

Según Elia Roca en su libro “Cómo superar el pánico”, “para comprender mejor la ansiedad y el pánico puede sernos útil analizarlos en sus tres niveles: fisiológico, cognitivo y conductual. Cada uno de ellos influye en los otros, aunque el componente más importante sea el cognitivo”.

En cuanto a la parte fisiológica, Roca dice que “la ansiedad provoca aquellas sensaciones internas que podemos notar cuando estamos nerviosos, como temblor, mareos, taquicardia, o flojedad en las piernas, entre otros”.

El componente conductual de la ansiedad y el pánico: incluye “la tendencia a evitar o huir de aquellas situaciones en las que el sujeto no se sienta cómodo. Normalmente las personas tienden a evitar aquellas actividades en las que piensan que pueden estar en peligro”, agrega la especialista.

Por otro lado, según Roca, el componente cognitivo hace referencia “al conjunto de creencias o pensamientos que, de forma automática e involuntaria, tiene el sujeto y en los cuales se incluye el peligro del que huyen”.

Es este extremo lo que explicaría que, en muchas ocasiones, ver a nuestro alrededor situaciones peligrosas o a personas con determinada enfermedad, hace que nos aumente el miedo a sufrir una situación parecida.