Usted está comunicado...

Algunas empresas, muchas empresas, para hacer más eficiente la comunicación, atenderte como vos te merecés, tener a tu disposición varias líneas rotativas (porque te dan unas vueltas...) y facilitarte los internos de las distintas oficinas, colocan esas centrales automáticas que todo (no) lo hacen. Quiero llamar la atención sobre este tema. Pero no me atienden.

TEXTOS. NÉSTOR FENOGLIO. [email protected]. DIBUJO. LUIS DLUGOSZEWSKI. [email protected].

Usted está comunicado...

Una de las características de esta época en que todos toman prestado de todos y nadie es alguien como ninguno -la otra característica de la época es el chamuyo sin sentido del cual el Toco y me voy es temprano cultor-, sino que sin pudores se enarbola la bandera contraria. Así, hay gente que se dice progre aunque pisotee al otro, hay gente que se dice pacífica y te pasa por encima, hay gente que se dice solidaria y sólo piensa en su cuenta bancaria, hay gente que se parece a gente que se parece a gente. Es el mismo mecanismo cínico y perverso mediante el cual una empresa, aunque contamine alevosamente, promueve programas saludables y de reciclado; u otra que promueve (autopromueve) su supuesta responsabilidad social pero es feroz a la hora de eliminar a una pyme familiar porque sí...

En ese mismo esquema están las centrales telefónicas que las empresas y entidades importantes colocan para atenderte mejor: anulan para siempre el contacto personal y te despersonalizan a vos de tal manera, que de pronto estás hablando y puteando a esta máquina de miércoles o de jueves o del día que fuera: nunca te va a resolver nada.

El primer mensaje ya es falluto: “gracias por comunicarte con...” dice una voz generalmente femenina, jovial, amena, levemente enfática, tipo pum para arriba. Sólo que como ya conocemos cómo sigue la historia, ahora sucede que cuando escuchamos esa bienvenida, que es igual en todas las empresas (lo que ya te obliga a desconfiar desde el vamos: por qué si es tan personal es igual a todas las demás; o acaso están sugiriendo que en realidad vos sos igual a todos los demás) nos ponemos de sospechoso mal humor y queremos decirle a esa niña universal que se vaya bien un poquitito al diablo con su falso énfasis y su tonito de eficiente profesionalismo...

Luego sigue la segunda broma, un poco más capciosa, esa que te relaja diciéndote que si conocés el número del interno, márquelo. Uno ya está siguiendo el ritmo -el ritmito- que te marcan y ya te llevan de las orejas y ya dejaste de ser quién sos. Y lo siento si no sabés que reclamos -pero reclamos ¿de instalación, de programación, de facturación, de producción, preproducción, polución nocturna, promoción de agujeros de ozono o terapia ortomolecular? es el interno 2816 y atención al público es el interno 18 asterisco 23 barra 14 numeral 007 y alfanumérico yes13. Vos no sabés: lo siento mucho. Es importante saber el interno, porque uno empieza a enfermarse y a estar listo para ser internado.

Posteriormente viene el núcleo duro del mensaje, en donde te informan a paso de marcha -lo siento, lo siento de nuevo, lo siento si sos lento, sordo, no tenés memoria o birome o dedos gruesos o chuecos que aprietan más de una tecla o la tecla equivocada, lo siento, lo siento- cuáles son los departamentos y sus números. Confiadamente vos apretás ese número sugerido (y seguís el caminito, dócil, y cada vez más pequeñito, cada vez más adelgazada tu figura humana, cada vez más lejana tu vocesita interior, cada vez más o menos personita...) y podés esperar horas allí o el tiempo que la máquina te dispensa hasta cortar y vuelta a empezar: “gracias por comunicarte con...”

Luego, al final de todo, como una luz al fondo del túnel, un supuesto atisbo de persona: “o aguarde, que será atendido”. Escuchen bien, mis chiquitos: antes de ser atendidos, dice aguarde, aguarde, aguarde, aguarde... Si uno no fue eliminado en ese instante (ya saben: retrocede cinco casilleros, vuelta a empezar, gracias por comunicarse, etc.) y después si sos afortunado, si tenés el boleto ganador, la gallina de los huevos de oro (porque a esa altura ya son de oro, creeme), la vaca atada o lo que sea y por fin alguien más o menos humano te atiende, con un sospechoso e igualmente jovial buenos días habla msñmsñ (nunca se entiende bien el nombre, que debe ser recabado luego sólo para tener el consuelo tonto de que te atendió una tal Cintia o una tal Lorena o un tal Mauricio) en qué puedo ayudarlo, pues allí te terminan de vacunar, o comunicar... porque la persona en cuestión mal te escucha y te corta en seco diciéndote: un momento lo voy a comunicar con y de nuevo estás tuu, tuu, y nadie te atiende y la máquina te corta miserablemente y vos volvés a llamar esta vez dispuesto a comerte a alguien. Pero deberías calmarte un poco, sugiero, porque allí hay una amable, sensual, jovial, juvenil y enfática voz pregrabada, que te dice “gracias por comunicarte con...”