Lengua viva

El grafema y la ortografía

Evangelina Simón de Poggia

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Lo dije otras veces: si hay un área de conocimiento a la que en los últimos años no se le ha prestado la atención que merecía ha sido la “Ortografía”. ¿Motivos? muchos: la impotencia, la complejidad cognitiva que requiere, la minimización, problemas no resueltos por las autoridades competentes, la falta de una política lingüística que preste atención a los problemas que sostiene la comunidad en este ámbito, el desconocimiento de la historia ortográfica y su relación con lo morfológico- lo etimológico y lo semántico y múltiples aspectos en los que no me detendré, por el momento.

Entrar en el mundo ortográfico es enfrentarse con la unidad con la que trabaja que es el “grafema”, el cual está implicado en una complejidad fonológica en la que tendrá como responsabilidad concretar al “fonema”, elemento abstracto , que constituye la plataforma formal en la que se justifica su existencia en la escritura como lo es el sonido en la oralidad y sus problemáticas articulatorias y acústicas. Estamos hablando de la comunicación a través de la textualización escrita, conocimiento adquirido en nuestra entrada al sistema educativo a partir de la adquisición de la lectoescritura. A temprana edad, tenemos que aprender a hablar y escuchar, a posteriori a leer y a escribir. El ser humano debe prepararse para la “comunicación” oral o escrita, debe de saber que como ser social existe el otro que vive y piensa, que razona, que se expresa , que comprende y que está dispuesto a entretejer una maravillosa red comunicacional con él. ¿Cómo realizarán tal interacción? de manera oral o escrita, distintos caminos cognitivos que, en definitiva, los ayudarán a cumplir su objetivo comunicacional. Hoy nos interesa introducirnos en la escritura como la máxima formalización del pensamiento; como decían nuestros abuelos: lo escrito, escrito queda. Escribir no es cosa fácil; siempre se dice que cuando la palabra se tira al aire ya no la recuperamos jamás, ya no nos pertenece. Sin embargo, quizás volvamos a encontrarnos con nuestra propia producción: un libro, un artículo. Lo paradójico está en el hecho de que ya no podemos borrar lo dicho, alguna expresión incorrecta, pues no gozamos de su posesión.

La escritura, la ortografía, el grafema, ¡ Qué área de conocimiento tan maravillosa para expresar nuestro pensamiento! Me pregunto ¿Cómo pudimos descuidarla tanto? ¿Qué está haciendo, al respecto, la Real Academia Española, órgano académico al que, hace siglos, le dimos la autoridad para cuidar nuestro patrimonio cultural más importante? ¿ Qué hizo o qué está haciendo con su brillo y esplendor?