EDITORIAL

El “no debate” se impuso en Capital

En la Ciudad de Buenos Aires no hubo debate. Estaba todo dispuesto para que Mauricio Macri, Fernando “Pino” Solanas y Daniel Filmus participaran de un intercambio de ideas y propuestas a través de la televisión de cara a las elecciones que se realizarán el 10 de julio. Pero Filmus nunca apareció.

 

Poco importó que, durante la semana previa, Macri y Solanas prepararan sus argumentos acompañados por asesores, analistas y colaboradores de campaña. Todavía no queda del todo claro por qué Filmus decidió no participar del encuentro. Se dijo en un principio que el problema radicaba en que TN iba a ser el canal organizador. Se propusieron otros lugares para debatir, pero nada torció la decisión del candidato kirchnerista. Algunos aseguran que fue la Presidenta quien le prohibió asistir, por la posibilidad de que surgieran temas tan delicados para el gobierno como, por ejemplo, el manejo de fondos para construcción de viviendas a través de las Madres de Plaza de Mayo.

Ante la ausencia de Filmus, Macri no aceptó debatir con Solanas. La producción del programa decidió, entonces, grabar las presentaciones de uno y otro, por separado. En definitiva, un fracaso.

Mientras en Buenos Aires los candidatos no logran ponerse de acuerdo, en la ciudad de Santa Fe los tres principales candidatos a intendente aceptaron las condiciones y debatieron el pasado 18 de junio por la televisión abierta. Todos cumplieron las reglas planteadas por la producción, en una muestra de madurez que no suele reproducirse en muchos rincones del país.

Incluso, los candidatos a gobernador Antonio Bonfatti, Agustín Rossi y Miguel Torres del Sel ya aceptaron debatir en un canal de la ciudad de Rosario de cara a las elecciones del 24 de julio. Se sabe que, en este tipo de circunstancias, cada uno de los contendientes tiene mucho para ganar, pero también para perder. De allí lo valioso que resulta el hecho de que decidan exponerse ante la ciudadanía, que así cuenta con la posibilidad de escucharlos, observarlos y evaluarlos.

En democracias maduras, los debates entre candidatos a distintos cargos de importancia hace décadas que forman parte de las reglas del juego establecidas. En los Estados Unidos, por ejemplo, el primer debate televisado entre dos candidatos a la Presidencia se produjo el 27 de setiembre de 1960. En esa oportunidad se cruzaron el joven senador demócrata John F. Kennedy y el republicano Richard Nixon.

En la Argentina jamás ocurrió un hecho semejante. El próximo 23 de octubre el país deberá elegir presidente de la Nación. Los principales candidatos -entre los que obviamente está Cristina Fernández de Kirchner- tendrán la oportunidad de demostrar a la ciudadanía que alcanzaron el suficiente grado de madurez política como para debatir en público.

Si esto no ocurriera, dejarán al descubierto que, a pesar de los discursos de ocasión, los miedos y los cálculos siguen prevaleciendo.