Entre el suelo y el vuelo

Entre el suelo y el vuelo

Cecilia Figaredo. también conjugó distintos estilos junto a César Peral, Osmar Odone y Nicolás Filipeli, en “Trío Piazzoliano”.

Foto: Pablo Aguirre

Hernán Piquín presentó anoche la puesta con que recorre el país: junto a Cecilia Figaredo y tres parejas de la Compañía Fusión Tango, desglosó el sentir arrabalero y logró que Santa Fe lo alabara en aplausos.

 

Florencia Arri

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De pie, con las manos encendidas, ardidas en aplausos. Así, el público santafesino expresó anoche su veredicto al bailarín Hernán Piquín quien llegó junto a Cecilia Figaredo y la Compañía Fusión Tango para demostrar las mil y una figuras, convencionales e impensables, con que se puede honrar al tango. Fue anoche, en la sala mayor del Teatro Municipal que, colmada de gente, vibró en una implosión de ovaciones, inhaló y exhaló al ritmo de cada uno de sus pasos.

La cita comenzó a las 20.40 y propuso dieciocho temas arrabaleros, sinfónicos e incluso contemporáneos en que las parejas desglosaron el sentido de arrabal. El show intercaló figuras de tango escenario y vuelos de fantasía a cargo de tres parejas con expresiones más contemporáneas de Cecilia y Hernán, quienes le pusieron el cuerpo a “Kicho”, “Oblivion” y “Recuerdos para un regreso”.

Comenzó con “Tanguera”, siguió con “Malajunta”, “Éste es el rey”, “La cumparsita”, “La luciérnaga”, “Negracha” y “Milongueando en el 40”, entre otros. Con ganchos, vueltas, tijeras y un sinfín de figuras llevaron al límite expresiones canyengues hasta darles vuelo y generar asombro. Cecilia fue la musa de Piquín: rozó su piel, se sumó a sus pasos y jugó con el aire y el suelo hasta recibir una ovación por su solo en “Rezongo”.

Etéreo, apasionado

Al vuelo, al ras del piso o suspendido en un juego etéreo entre las tablas y el cielo, el mérito que Hernán Piquín sumó al dominio de sus movimientos fue el vilo en que mantuvo a unas novecientas personas. El silencio fue el mar en que se palpitaron los saltos y se degustó hasta el sonido de sus zapatillas al acariciar la madera del escenario.

El bailarín conmovió con una deliciosa versión corpórea de “Balada para un loco” en la que antepuso su cuerpo a la voz de Amelita Baltar; y alcanzó la excelencia junto a Figaredo al entregarse a una historia de desencuentros narrada en dos cuerpos al latido de “Uno” en una versión poética de bajo, bandoneón y recitado.

La puesta fue una oda al arte del movimiento que fundamentó sin palabras que hay una forma de decir con el cuerpo la pasión, el hondo sentir del tango.

Entre el suelo y el vuelo

“Pasión Tango” El bailarín conmovió con una deliciosa versión corpórea de “Balada para un loco” en la que antepuso su cuerpo a la voz de Amelita Baltar.

Foto: Pablo Aguirre