Sacerdote carismático
Sacerdote carismático

Padre Ivanildo Sales Chaves
El sacerdote brasileño de la Orden de Agustinos Recoletos, es quien colma la Parroquia San José cada último jueves de mes, al celebrar una misa carismática. En los últimos días, también presentó su libro “La trama de la existencia humana: entre rupturas y reconciliaciones”, en el que aborda “el misterio del ser humano a partir de su fragilidad”.
TEXTOS. FLORENCIA ARRI. FOTO. PABLO AGUIRRE
“TRAMA DE LA EXISTENCIA HUMANA”. “En el libro trabajo con la metáfora de la tela con todo lo que sugiere. Es frágil, se descompone con fragilidad, no resiste algunos movimientos... tal como el alma del ser humano. Tomé la imagen de mi mamá, Doña Raymunda, que era costurera y juntaba las orillas de las prendas, después de todo la ropa es un conjunto de retazos. Yo parto de esa metáfora para comparar el trabajo de mamá con el trabajo de Dios: el trabajo de la gracia es semejante al trabajo de mamá, que reconciliaba retazos, rupturas. “La trama de la existencia” es un discurso de la fragilidad humana a la luz de la gracia de Dios. El ser humano que es frágil; como la tela, se descompone con facilidad, sólo encuentra la superación de esas heridas en el encuentro con la gracia. Si bien es un discurso antropológico, teológico espiritual, también tiene una carga poética muy grande. Desde muy chico tuve influencia de grandes poetas, grandes escritores de la literatura portuguesa y brasileña que dejaron una impronta muy grande en mi forma de ser y de pensar. Es una confluencia, el arte y la literatura son como mi matriz, que vuelco en palabras. Creo que el libro tiene un lenguaje llevadero, liviano, por este tinte poético que trato de volcar en páginas”.
EN TINTA. “La materia prima de mi trabajo como sacerdote es lo humano. La motivación para el libro fue el contacto con la precariedad de la gente, sus miserias, rupturas y heridas en el confesionario, en la dirección espiritual. Muchos de quienes concurren a la misa vienen con sus telas descompuestas, en busca de la superación con sus heridas, de la reconciliación, de la religación. Religión es religar dos partes que están separadas y necesitan unirse: lo humano y lo divino. La razón del libro fue la gente, el contacto con las experiencias dolorosas de cada uno. Está dirigido a quienes buscan la superación, la recomposición de su tela, a aquellos que buscan la sanación. Todos la necesitamos en algún aspecto de nuestra vida; a veces es física, muchas otras espiritual y en otras es psíquica. A veces la infancia, otras la adolescencia e incluso el presente dejan marcas que generan una incapacidad de enfrentar la propia vida. De allí que el libro busca mostrar un camino, una vía para la sanación de sus heridas a quienes llevan en el alma algún descosido, para que a partir del encuentro con estas letras, con estas experiencias, pueda encontrar su superación”.
CARISMÁTICO. “La Renovación Carismática es una corriente de gracia que nació a raíz del Concilio Vaticano II, de fines de la década del 50 y principios de los años 60, en el que el Papa Juan XXIII convoca a obispos y cardenales a darle más protagonismo a la persona del Espíritu Santo. Surgió en este clima de renovación, en San Petersburgo, Estados Unidos, en un contexto universitario y juvenil. Personalmente, hallé en la Renovación Carismática la predicación de un Cristo vivo que habla con nuestro corazón, que se comunica a través nuestro. La conocí en una serie de retiros espirituales que produjeron un cambio en mí. De repente empecé a sentir un ardor por la evangelización, un deseo de consagrarme y de dar a conocer a las personas esa experiencia: Dios está vivo y te ama, transforma tu vida y tiene poder. Soy sacerdote gracias a eso; quizás de otro modo no tendría fuerza para llevar adelante mi vocación. Fue un antes y un después: primero fue el contacto con un sacerdote que me reveló a un Dios humano, y después la experiencia contundente con la persona del Espíritu Santo. Recuerdo un retiro muy fuerte: en un momento de exposición al Santísimo sentí que recibí el bautismo del espíritu, que inauguró algo nuevo dentro de mí”.
LA MISA. “Uno encuentra distintas respuestas ante la Renovación Carismática, distintas actitudes incluso dentro de la Iglesia y su jerarquía. El Papa la aprueba, sabe que es un movimiento del Espíritu Santo. Debe estar atenta porque a veces se tergiversa, se cometen abusos; pero está a favor de este movimiento que está en comunión con ella. Hay quienes se identifican con esta forma y otros que no, incluso dentro de una misma Parroquia. Hay quienes encuentran en las misas carismáticas una vivencia de Fe que antes no tenían, y otros a quienes les choca quizás porque a lo largo de su historia nunca vivieron algo así y no entienden por qué se aplaude en la misa, por qué se levantan las manos. También hay mucha ignorancia, personas que rechazan porque no conocen, porque nos confunden con movimientos muy distintos a lo que hacemos. Los aplausos y los cantos son expresiones externas, frutos que produce la fe. Lo más importante no es el fenómeno en sí, el signo externo, sino eso que llamamos ‘fenómeno concomitante’: lo que acompaña la gracia que no se ve. Se ve el gesto, la actitud, pero no la gracia que es lo más importante. Son sus frutos, una consecuencia concreta de la conversión, el cambio de vida, la paz y el gozo... esa alegría que es diferente y que muchos nunca habían experimentado. Hay quienes me cuentan que no habían sentido esa alegría, diferente a cualquier otra, una plenitud que marca un antes y un después”.
SANACIÓN. “No soy sanador, el que cura es el Señor, a Él invoco para que manifieste su poder y obre la sanación. La manifestación de la alegría ya es fruto de una sanación, que es uno de los frutos del espíritu. Puede ser física, psíquica o espiritual. En la mayoría de las personas es espiritual: muchos se acercan con un problema físico y piden una sanación física que a veces no acontece y le encuentran sentido de esa enfermedad. Aquí hubo un cambio, una sanción en lo físico o lo espiritual. Por ejemplo, hay quienes tienen dificultad para perdonar a su padre o a su madre y salen con esa disposición para perdonarlo, lo que es una sanación espiritual. Cada persona experimenta la sanación en distintas dimensiones, y lo evidencia en su testimonio. Muchos lo manifiestan tanto en forma pública, al brindar su testimonio en la Misa, como en la confesión, en charlas, por mensajes en Facebook o por mail. La sanación no es el fin, sino un toque de la gracia. Lo humano apenas colabora, es siempre la Gracia de Dios la que cura”.
FAMILIA
“Hace cinco años que soy sacerdote, cumplidos el 4 de junio. Soy del estado de Paraná, de un pueblo pequeño del norte. Vivía con mi familia en Concordia, donde hoy viven mis padres, Raymunda Sales y José Lu Ve Chaves, y mis tres hermanos. Es un pueblo pequeño de 30 mil habitantes donde se conservan las costumbres, la vida sencilla y tranquila. Ésa es la vida que uno siempre extraña ahora que anda con una agenda tan complicada; a veces siento nostalgia de esos tiempos en que la vida sucedía de otra forma, más tranquila”.
VOCACIÓN
“Si bien vengo de un contexto familiar muy religioso, descubrí mi vocación recién a los 17. De chiquito iba a la Iglesia aunque a veces me aburría mucho cuando rezábamos; no sentía todavía la vocación porque los sacerdotes que conocía eran personas muy distantes. Quería ser psicólogo, ya me gustaba el alma humana, investigar lo que estaba detrás del ser. Fue a los 16 cuando empecé un proceso de búsqueda, y un año después entré en el Seminario. Allí conocí a un sacerdote, el Padre Michel, la contracara de otros que conocía, una persona más humana. A través de él Dios empezó a conquistar mi corazón, porque vi que se puede ser sacerdote sin dejar de ser humano, sin dejar de jugar a la pelota y tomar un café con un amigo”.
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Ivanildo Sales Chaves
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