Lo que dejó la experiencia cordobesa...
Lo que dejó la experiencia cordobesa...
Los santafesinos no somos un pueblo de intolerantes
La Selección pasó de los silbidos en Santa Fe a los aplausos en la Docta y hasta el propio Messi agradeció a los cordobeses el trato recibido. El sábado no van a jugar en una caldera, sino ante un pueblo que los apoyará y que esperará una actuación como la del lunes.

La gigantografía en el lobby del hotel de campo Colón, autografiada por los jugadores de la Selección en su visita para jugar ante Colombia. Allí volverán el viernes.
Foto: Mauricio Garin
Enrique Cruz (h)
Vuelve la Selección a Santa Fe y nos genera una maravillosa sensación a todos. La estamos esperando con los brazos abiertos, como fue el martes pasado en Sauce Viejo, con la caravana que acompañó a los jugadores hasta el hotel de Colón y la multitud que superó la prohibición de Batista y se metió en el estadio a ver de cerca a esos jugadores que nunca se ven en el interior en vivo y en directo. El propio Batista lo dijo después en la conferencia de prensa que dio en el hotel sabalero: “Estábamos necesitando una demostración de cariño como ésta, no importa que no hayamos podido hacer lo que planeábamos”. Y sí Checho, una práctica más o una práctica menos no modificó nada. El equipo jugó mal ante Colombia y recibió la reprobación de la gente traducida en silbidos y algunos insultos. No fue sólo la gente de Santa Fe, porque en la cancha de Colón había público de todas partes del país. Pero fue unánime y sentenció, de manera inequívoca, el flojísimo trabajo del equipo.
¿Qué pasó de allí en más?, que todo fue positivo para la Selección. Cambió Batista, cambió el equipo y hubo un toque de frescura que se estaba necesitando. El que apareció en Córdoba no fue el de Batista a pesar de que él lo armó. Pasó del 4-3-3 al 4-2-3-1, puso un “9” de área, dos jugadores por los costados con mucha movilidad, un doble cinco (Gago) que se metió en la cabeza que la pelota debe pasar por Messi (como dice Riquelme, “la primera opción de juego, siempre, debe ser Messi”) y así mejoró todo, hasta el propio Messi, que jugó un partidazo. El partido en la cancha de Colón le provocó un clik a todos. Al técnico, a los jugadores y al equipo. Entonces, ¿sirvieron los silbidos?, claro que sí. Pudieron haber molestado y hasta entristecido a algunos, pero los hizo resurgir y de la mejor manera. Se jugó bien, se ganó con claridad y hasta faltaron goles, porque oportunidades sobraron.
Hasta ahí todo bien. Lo que uno observa con cierta preocupación es que se haya creado un clima no tan beneficioso ni positivo para Santa Fe. Empezamos por las declaraciones de Messi después del partido en Córdoba, cuando tomó el micrófono y dijo sólo esto: “Le agradezco a la gente de Córdoba por lo bien que me trató”. Fue sólo “agradecimiento” o un tiro por elevación para lo que le pasó en Santa Fe. Porque su padre (representante además), salió enseguida a defenderlo y a decir que “a mi hijo nunca lo silbaron”. Y después, lo que comentó el “Pichi” Campana al enviado de El Litoral, cuando le dijo que Batista le había comentado que en Santa Fe no la habían pasado bien.
Acá en Santa Fe no somos unos inadaptados, estamos orgullosos de ser argentinos y queremos que la Selección juegue y gane como lo hizo en Córdoba. Porque el lunes, Batista no la pasó bien tampoco. La gente le pedía a Pastore y lo silbó cuando se decidió por Lavezzi en lugar de ponerlo a Tévez, que fue uno de los más aplaudidos junto con Messi, Mascherano y el mismo Pastore, un producto genuino y queridísimo en la Docta. Pero el gol en las postrimerías del primer tiempo, de Agüero, frenó lo que podía convertirse en una reacción contraria de la gente a la que luego se materializó en la alegría de una victoria contundente.
Acá no somos unos intolerantes que estamos esperando a la Selección para silbarla o para insultar a los jugadores. Al contrario. Éste es un pueblo futbolero que va a recibir a los jugadores como se merecen, con mucho afecto y para alentarla. Es probable que el plantel no tenga demasiado contacto con el exterior, con las críticas periodísticas y con el pensamiento de la gente. Ellos no salen a tomar café a un bar (no porque no quieren, sino porque no pueden) ni se deben desesperar por saber qué es lo que se dice de ellos; la crítica generalizada después de Colombia fue que el equipo jugó a nada, lo dijo la prensa y lo pensó y expresó la gente, en charlas de café, discusiones de oficina o lo que sea. Entonces, ¿por qué no justificar que el soberano haya coincidido en silbar una producción futbolística tan opaca e insulsa como la que tuvieron en Santa Fe?
A quedarse tranquilos todos. Éste es un pueblo respetuoso, fanático y cordial. La Selección será muy bien recibida y se la tratará con la pasión futbolera de siempre. Si el equipo gana y juega bien, como pasó el lunes en Córdoba, la despedida será con una ovación que hará estallar cualquier “aplausómetro”. Y Messi debe saber algo: los silbidos al equipo no siempre son para él, que es un genio. La gente lo quiere, lo respeta y sabe juzgarlo a su manera. En Santa Fe, lamentablemente, entró en las generales de la ley de una producción colectiva lamentable. ¿Cuántas veces le pegó tan mal a una pelota en su carrera como ese tiro libre que tiró a las nubes?

La selección se retira el miércoles pasado de la cancha luego del 0-0 ante Colombia. Fue el momento de los silbidos que sentenciaron la muy mala actuación. Foto: DyN