Artes visuales

Mónica Rodríguez / María Luz Seghezzo: Pinturas

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S/T, acrílico, obra de Mónica Rodríguez. Foto: Gentileza producción

Domingo Sahda

El itinerario artístico de la ciudad de Santa Fe ofrece la posibilidad de visitar sendas muestras de reciente apertura, las que se inscriben en particulares y antiestéticos postulados en la forma de concebir y construir la metáfora visual contemporánea. La diversidad creativa que define este horizonte del arte visual se inscribe en dos válidos modos de interpelar, mediante la pintura, a la condición humana, su ser y estar en el mundo canalizando la mirada hacia el envés de las personas, los objetos, en suma, la vida.

Mónica Rodríguez expone su colección de trabajos reunidos bajo el denominador de “Sutil pero penetrante” en el Centro Cultural La Ribera, en tanto que María Luz Seghezzo lo hace en el MAC -Museo de Arte Contemporáneo- de Bv. Gálvez 1578, titulando a su colección de pinturas sobre tela: “Juego de marionetas”.

En las obras firmadas por Mónica Rodríguez la construcción del enunciado visual se manifiesta de modo turbulento, prevaleciendo el impacto visual subrayada por contrastes cromáticos puros, la textura visual en torbellino de pinceladas y la organización plástica que ocasionalmente excede a los límites del soporte en su arrolladora potencia, con manifiesta ausencia de toda eventual, leve y progresiva seducción visual.

La potente expresión artística de la pintura se arrebata en la aplicación de tintas y texturas de manera avasallante, sin ambages ni tampoco dubitaciones delicuescentes. Se da una explícita actitud creativa de imposición y eventual embargamiento del ocasional espectador. En estos marcos plásticos al límite de la figuración de tinte y operatoria expresionista -abstractizada en mayor o menor medida según los trabajos expuestos- Rodríguez se inclina temperamentalmente por la densidad expresiva del contraste cromático. Las sutilezas están fuera de lugar en sus proposiciones. Hay un estentóreo, quizás radicalizado vehículo expresivo que, a doble lectura se asocia al gemido de la desesperación, a la mixtura de seres diversos en extraña conjunción.

La carnalidad sugerida se entremezcla con la burlona ironía, despuntando aquí y allá, en leve matiz constructivo deliberado la angustia y la desolación. La colección expuesta ofrece trabajos fechados en distintos momentos; quizás sea, esta la razón de una cierta dispersión en la organización del plano pictórico que, no obstante, nunca llega a bordear el contrasentido global de la colección a la vista.

La audacia cromática puesta en primer plano, el giro contundente y el perfil subrayado de las imágenes desbordan el cuadro y se imponen por presencia en un espacio expositivo que, como ya se ha dicho, ofrece dificultades insalvables a la hora de exponer pinturas de tamaño medio-mayor, en razón de que la colección expuesta ofrece limitaciones espaciales a la hora de balancear el conjunto.

El temperamento desbordado ocasionalmente conspira con la calidad final de resolución de obra. Medir y controlar el discurso visual es potenciar la calidad de lenguaje inherente a la imagen. ¿Verdad?

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“No lo digas”, obra de María Luz Seghezzo. Foto: Gentileza producción

María Luz Seghezzo en el MAC

En las muy bien acondicionadas salas del Museo de Arte Contemporáneo, MAC, de Bv. Gálvez 1578 la artista plástica María Luz Seghezzo ofrece una colección de pintura al óleo sobre tela, de tamaño medio y menor, con excepción de una pieza de concepción y realización muy particularizada organizada a modo de biombo de doble faz.

En estas obras a la vista, que se destacan por una especial autonomía configurativa la solapada soledad de la condición humana y la sofrenada melancolía de ausencias se imbrinca en lisos, duros perfiles, recortados planos cromáticos e inquisitivo contraluz. El sutil melodrama humano, dicho casi en sordina, elusivo se edifica mediante un impecable oficio, ese que interesadamente se desdeña por la apelación a las truculencias plásticas ensorbecidas o los elípticos discursos que justifican mediocridad. Pintar, dibujar, son oficios para “decir”, para contar, para constatar, para interpelar al mundo, para desentrañar misterios inherentes a la condición humana, nunca laborterapia o trampantojo publicitado.

En esta colección de pinturas nada está librado al azar. Cada pintura es a la vez un signo de pregunta y/o una afirmación o negación. Vehiculizando la ficción teatralizada, sesgadamente reflexiona en torno a la condición humana en pinturas que resplandecen, como ventanas abiertas al infinito de lo posible y de lo imposible, en suma a la incomunicación, la soledad y el silencio constante.

No hay trucos de taller en esta exposición. Hablamos de la pintura que “dice” en la cabal acepción del lenguaje de la imagen. Las caracteriza una entonación formal y cromática incontaminada que señala a una clara y férrea voluntad expresiva. Los límpidos planos espaciales de una metáfora de la condición humana construyen una poética de la forma y del color, de la luz y el tiempo detenidos encarnados en marionetas-personas. No hay desgarramientos ni factuales ni conceptuales, sí el fino tajo del bisturí que cala hondo y desnuda la omnipresencia del espectral silencio, de la irrealidad de lo cotidiano visto desde el atalaya del creador.

María Luz Seghezzo corre el telón de la comedia de la vida a través de sus trabajos expuestos pues sus marionetas no son otra cosa que retruécanos de la vida iluminados por una luz espectral, que recorta sin melindres ni simulacros. Se atreve a ser ella misma con sus pinturas de calibrada ejecución, con la pincelada medida e inobjetable dispuesta para construir sus imágenes que nunca son sensuales representaciones de la especie humana. A veces, apenas retazos que claman desde el ensordecedor silencio de los espacios innominados.

Pintura sensible e inteligente que vale la pena apreciar: digo, es un decir.