¿Quién mueve las piezas?

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Por María Luisa Miretti

 

“Consecuencias”, de Penelope Lively. Traducción de Jaime Arambide. Ediciones Manantial. Buenos Aires, 2011.

Penelope Lively (1933) nacida en El Cairo, es una escritora británica de relevante trayectoria en el campo literario -incluido libros para niños-. La lectura de Consecuencias es seductora y atrapante por la dinámica que le imprimen sus personajes. Los acontecimientos se suceden en variados escenarios que contraponen lo urbano con lo rural, lo excéntrico y lo anodino, en un cúmulo de pasajes imposibles de frenar ante el avance del tiempo cronológico (y psicológico). La movilidad de los actores permite atravesar épocas, en las que se suceden desde el inicio de una relación afectiva, hasta su consolidación y continuidad en las generaciones venideras.

Un encuentro “accidental”, una caminata y un intercambio de palabras permite que dos personas de ámbitos sociales extremos se conozcan y cambien sustancialmente sus vidas.

En una época en la que el arte era mal visto o sospechado de “holgazanería”, la tenacidad del hombre por defender sus convicciones y la confianza de la mujer logran saltar todas las vallas, para defender lo genuino e imponer una forma de ser y de hacer que consolida una manera diferente de representar el mundo.

La guerra y sus consecuencias divide, destruye y separa; pero el destino continúa en la descendencia y en el devenir de los sujetos, en la renovación de los afectos y la continuidad de desafíos que se traducen en otros oficios -bibliotecaria-, aparecen otras temáticas -la censura-, la libertad de opinión sobre los autores el permiso a Lawrence para El amante de Lady Chatterley-, sus consecuencias y la importancia misma que implica la lectura.

En tres mujeres diferentes unidas entre sí por una cuestión genética, madre-hija-, se observan los modos de actuar, de pensar y de afrontar la vida según los dictámenes de cada época.

Dividido en ocho partes, vemos pasar la vida de tres generaciones con sus sueños, amores y odios extremos, desde una prosa narrativa envolvente que permite acompañar las dudas y conflictos, tanto en los parlamentos ofrecidos, como en las miradas sugerentes o en los dispositivos que se van alineando a lo largo de la obra.

La descripción de los ambientes y de los desafíos ideológicos en los comienzos, la familia se niega a la relación de la protagonista con un “artistucho”, o la frialdad familiar según las distintas clases sociales, o la incapacidad de amar en escenarios ajenos a los cotidianos-, demuestran una extremada sensibilidad, muy bien planteada, sin falsos dramatismos ni sensiblería ramplona.

A lo largo de las distintas historias aparecen cuestiones claves: la mujer y su inserción en el medio, la discriminación social, el arte, las revueltas europeas franquismo, nazismo-, la educación pública y privada-, la integración juvenil, la poesía, la importancia de la lectura, los daños de la censura.

Los pasajes entre las generaciones acercan reflexiones vitales en torno de conceptos tales como ¿existe el amor?, para decidir “el amor no está en ningún lugar”, y poner luego en boca de una de las mujeres “no se toman decisiones, sino que algo nos empuja” sin lógica ni razón.