Luna y Candela

La cultura del narco

José Luis Pagés

“Un crimen, un robo, un asalto, un adulterio con homicidio son sucesos sin repercusión social, despreciables y previstos en el equilibrio colectivo. El delito mayor es darles una divulgación indebida, repartirlos por todos los ámbitos, redactados por plumas expertas en sensacionalismo, bajo títulos pomposos, como si se quisiera que todos los hombres tomaran por modelos las fechorías que relatan. Más delito que el delito es la publicidad morbosa del delito”.

Muchas personas reprodujeron estas sabias palabras de Scalabrini Ortiz en sus páginas de Internet. Pero la observación válida para la Argentina de su tiempo, suena extraña en el mundo de hoy, en una Argentina minada por la violencia cotidiana, mientras naciones hermanas ya sufren como una penosa realidad la cultura de las narcodemocracias.

Más allá de lo más o menos afortunados que puedan haber sido los tratamientos periodísticos de temas tan terribles como éste que ayer se resolvió trágicamente con la muerte de una inocente criatura, los periodistas son los encargados de sacudir la modorra de los funcionarios que atrincherados detrás sus escritorios se niegan a aceptar los datos crudos de la realidad.

Pero lo más importante es que a través de ellos es posible escuchar _más allá del discurso oficial_, la voz de la gente que reclama al Estado que garantice los más elementales derechos que hacen a la seguridad, la educación y la salud pública.

El triste caso de la niña Candela se inscribe en un momento de la historia donde el desprecio por la ley y el orden _la vida, la libertad y la propiedad de los ciudadanos_, gana espacio y día tras día, como una ola incontenible, recorre el planeta.

La cultura del narcotráfico se expande rápidamente sembrando el terror cuando impone su estilo a sangre y fuego. De esto parece hablar el caso que ayer sacudió brutalmente a todos los vecinos de Hurlingam y el otro espantoso suceso que esta madrugada costó la vida a Luna, una niña de dos años en la zona oeste de nuestra ciudad.

La razón ofuscada y exaltados los sentidos: la droga y lo que es peor, su comercialización clandestina, hacen al trasfondo de la enorme mayoría de los casos más atroces que de un día a otro nos sorprende sobrepasando los límites de nuestra capacidad de asombro.

El propio Scalabrini Ortiz, lúcida conciencia crítica de la Argentina, demandaría atención al grado de locura colectiva que hace estragos en vastos sectores de la sociedad. En las redes del narcotráfico _poderosa herramienta de dominación_, está cautiva la patria americana, hoy por hoy.