CICLO CULTURAL

Rock y literatura: una forma de entender la sociedad

TÉLAM

“Pueden venir cuantos quieran“ va por su tercer año consecutivo con cuatro ediciones por temporada. Sus creadores, Juan Diego Incardona -coordinador del área de Letras- y Rodolfo García, del espacio musical del Ecunhi, lograron componer juntos una sociedad que tiene como norte estimular la relación rock y poesía.

“La idea es juntar escritores con rockeros, una combinación bastante pertinente para la época, porque en los últimos diez años la literatura ha copiado bastante los modos de circulación del rock, particularmente con las lecturas en vivo” dice Incardona, también autor del libro “Rock barrial”, editado el año pasado.

La literatura, a diferencia del rock que siempre se dio como una manifestación de la cultura popular, se abrió a nuevos horizontes. “Hoy los escritores se suben a los escenarios para tocar un cuento o zapar un poema”, explica el escritor.

“El mundo de las letras -amplía Incardona- se encerraba en circuitos más elitistas y, por suerte, en los últimos años eso cambió. Las lecturas en vivo -que en Buenos Aires abundan- se mezclan con otras expresiones artísticas. Es muy saludable que se haya abierto y se enriquezca con otras formas de arte”.

Estas formas de abrir el panorama literario que da vueltas por bares, centros culturales y librerías se ven apoyadas (y estimuladas) por otros fenómenos que se dieron tras la crisis de 2001, como la autogestión, la creación de editoriales independientes y la democratización que posibilitó internet.

Distinto a la música que seduce a millones con esa fantasía falible de convertirse en un “rock star”, quienes escriben pocas veces se imaginan las mieles de tener un público atento, ruidoso y fiel.

“El escritor a la hora de producir está en su casa en una situación muy solitaria, y de pronto pasa a esa esfera pública novedosa que es estar en vivo sobre un escenario frente a cien personas para contarles una historia o leerles un poema. Casi como un cantante”, compara el autor de Villa Celina.

“De una forma u otra, ambas expresiones -sostienen García e Incardona- documentan los estados de ánimos y los momentos políticos e históricos de un país”.

“El rock nacional es mucho más que las canciones, es parte de la cultura cotidiana y popular que ha crecido de una manera enorme. La literatura siempre está documentando subjetivamente con las licencias creativas que la disciplina impone, pero el rock siempre ha sido un gran contextualista”, señala Incardona.

Degradación

En un auditorio con más de medio centenar de personas, muchos de ellos fanáticos de la primera guardia del rock, escucharon recientemente a Miguel Cantilo, parte del mítico dúo Pedro y Pablo y solista de Punch, quien en una entrevista pública sostuvo con firmeza el axioma que “en los 90 hubo una degradación del rock”.

García, uno de los iniciadores de este género en el país, apoya esta idea. “En los últimos años hay una recuperación de lo que fue el rock pionero, porque en esa década hubo un avance del marketing que hizo que se perdiera ese espíritu original”, sentencia.

“La gente nueva vuelve a interesarse por esos orígenes vinculados a las vivencias, a vivir en esta parte del planeta y con no reproducir formulas probadas afuera. Ahora hay muchas bandas que proponen un riesgo artístico, a priori difícil de imponer, sin embargo, siguen adelante. En una época de la historia del rock eso se había dejado de lado y ahora se esta recuperando”, remarca.

Incardona, por su parte, tiene la mirada del tipo de cuarenta años que se crió al calor del rock barrial, de las esquinas pobladas de pibes, en los momentos en que “por cuadra había una banda, cuando las fábricas cerraban y los torneros se suicidaban en masa”, cuenta.

“Era la cultura de la esquina, no había militancia política, todos tenían su banda y era el modo de sublimar ese espíritu juvenil inquieto. Hay que problematizar el rock barrial -propone el escritor- porque es más que droga y alcohol. Es una vertiente de la clase obrera”.

Por este ciclo pasaron, entre otros, Rodolfo Edwards, Belén Iannuzzi, Oscar Conde, Darío Maroño, Claudia Puyó, Javier Martínez y Emilio Del Guercio.