Harlem vuelve a renacer
Harlem vuelve a renacer

El barrio neoyorquino vive, desde hace unos años, todo un renacimiento. Con el auge económico de la última década se ha modernizado y ha vuelto a desarrollar un ambiente favorable a la cultura.
TEXTOS. ANA CRESPO. FOTOS. EFE REPORTAJES.
Harlem ya nada tiene que ver con la grisácea descripción que, en los años ‘60, hacía de la zona Lou Reed en una de sus canciones. “Con veintiséis dólares en la mano, voy hacia Lexington con la calle 125, me siento sucio y enfermo, más muerto que vivo, estoy esperando a mi hombre”, cantaba en su canción “Waiting for my man”, en la que narra su camino hasta un cruce de calles en Harlem para encontrarse con un traficante de droga.
Corría el año 1967 y el barrio era tristemente conocido por los conflictos, la población marginal y la violencia, una imagen que sigue presente en el imaginario colectivo, gracias en buena parte al cine. Pero Harlem no siempre ha sido así, ni lo es ahora.
La zona, que toma su nombre de un pueblo holandés, está situada al norte de la isla de Manhattan, y delimita al sur con Central Park y con la calle 155 al norte. En el siglo XVII era una colonia flamenca, y hasta principios del siglo XX estuvo poco poblada. A partir de 1910, los afroamericanos comenzaron a establecerse allí, y alrededor de los años 20 floreció la cultura de vanguardia en esta zona, el llamado “renacimiento de Harlem”.
Además de convertirse progresivamente en un gueto, a partir de los años ‘50 también fue escenario de la lucha -en algunas ocasiones violenta y en otras pacífica- por los derechos civiles de los afroamericanos.
Sin embargo, los cambios en Harlem se han acelerado durante la última década, en que la zona ha vivido un auge económico que se ha calificado de “segundo renacimiento”, y tiene poco que ver con aquel lugar que Reed describió en su famosa canción.
OFICINAS DE CLINTON
El ex presidente de los Estados Unidos Bill Clinton instaló su oficina y la de su fundación en Harlem en 2001, y fue una decisión que muchos han visto como determinante para la renovación del área. En parte debido a los alquileres más bajos que ofrecía, Clinton escogió unas dependencias en un edificio en la arteria principal del barrio: la calle 125, en un punto cercano al cruce donde Reed decía en su canción que iba a comprar heroína.
“Harlem siempre me ha impactado, como un lugar humano y vivo, donde hay un ritmo para la vida y una canción para el corazón, donde no importa cuán malo fuera, su gente levantaba la cabeza y continuaba, y donde la gente era agradecida y cuidaba de sus vecinos cuando las cosas mejoraban”, dijo Clinton el día que se trasladó allí. Hace unos meses la fundación se mudó al sur de la isla, donde los alquileres han bajado, aunque el antiguo mandatario conserva en Harlem su oficina personal.
Además, su fundación y la editorial Zagat publicaron en 2009 la primera guía de esta prestigiosa compañía dedicada exclusivamente a la gastronomía, los bares y los comercios de Harlem, otro paso para librar al área de su mala imagen y acercarla a otras zonas de Nueva York que ya contaban con este tipo de guías, como el Upper West Side o el Upper East Side.
Siguiendo el ejemplo de Clinton, muchos otros se han trasladado a la zona durante la última década para vivir o trabajar. Ello, además de mejorar la vida del barrio, ha cambiado su aspecto para siempre. Los alquileres han subido, algunos bloques de apartamentos se han alzado no muy lejos de las viviendas tradicionales -los “brownstones”- y también se han instalado en la zona grandes cadenas de alimentación o moda, que han desplazado a negocios tradicionales.
símbolo de CULTURA AFROAMERICANA
A pesar de las transformaciones, hay algo que no ha cambiado en Harlem: su estatus de símbolo para la cultura afroamericana. En los puestos callejeros a lo largo de sus arterias principales, como la calle 125, la artesanía africana convive con camisetas o bolsos con el presidente Barack Obama como protagonista absoluto.
Íconos de la lucha por los derechos como Malcolm X o Martin Luther King dan nombre a bulevares, calles o parques, al igual que otras personalidades no tan conocidas fuera de Estados Unidos, como el jugador de béisbol Jackie Robinson, el primer afroamericano que jugó en la liga profesional estadounidense para blancos.
Además de los nombres, hay algunos escenarios de la historia reciente de Nueva York que se mantienen intactos. Es el caso del teatro Apollo, también situado en la 125, donde se lanzaron las carreras de estrellas de la música como Ella Fitzgerald, Billie Holiday o Celia Cruz. El local pasó una etapa de decadencia entre los ‘60 y los ‘70, y llegó a emplearse como cine, pero, tras una renovación, ha vuelto a ser un espacio privilegiado para conciertos que cuenta con una programación regular.
Por otro lado, existe un gran número de iglesias en la zona, que fueron y todavía son importantes espacios sociales. Es el caso de la Mother African Episcopal Zion Church, la iglesia más antigua para afroamericanos de Nueva York, cuyo edificio fue construido entre 1923 y 1925, pero que como institución existía cien años antes.
Situada en la calle 137, la iglesia todavía se mantiene activa, y es una de las muchas que ofrece misas gospel. Estas celebraciones son uno de los motivos principales que tienen muchos turistas para desplazarse hasta Harlem. Los fieles tienen una paciencia infinita con ellos y siguen abriéndoles sus puertas, a pesar de que muchos de los visitantes hablan, hacen fotografías sin permiso o se marchan sin cuidado antes de que termine la misa.
LA PRESENCIA HISPANA
La zona es conocida en especial por la cultura afroamericana, pero ésta no es la única que se puede encontrar. El conocido como “East Harlem”, “Harlem Hispano” o simplemente “El Barrio”, situado al este de Harlem, desde la calle 96 al sur y la Quinta Avenida es, desde los años veinte del pasado siglo, una de las comunidades hispanas más importantes de Nueva York.
El músico de jazz latino y salsa Tito Puente, conocido como el “rey del timbal”, nació y creció en este barrio, que también fue el hogar de otros compositores como Rafael Hernández, y del músico cubano Machito.
Diversas calles rinden homenaje a estos artistas, que jugaron papeles muy importantes en el desarrollo de la música latina en Estados Unidos y en el mundo. Los emigrantes puertorriqueños fueron los primeros latinos que se establecieron allí. A partir de los años cincuenta, trajeron su idioma y sus costumbres, como la cocina o la música, que han pasado a formar parte de la historia y el carácter de la ciudad.
En la última década, la inmigración mexicana es la que más ha aumentado en el área, con lo que se han abierto nuevos locales y restaurantes que reflejan sus gustos y su gastronomía.



EL MUSEO DEL BARRIO
En la zona, en la que los carteles en español son la norma y los comercios anuncian en este idioma sus productos, no se puede obviar la presencia de instituciones como El Museo del Barrio, que celebra la influencia de los hispanos en el arte y la cultura.
“El Museo” nació en 1969 ligado a los movimientos sociales de la época que reivindicaban más espacios para culturas alternativas, y desde entonces se ha convertido en un punto de referencia para el arte hispano en la ciudad.
En junio inauguró su sexta bienal, que acoge hasta enero de 2012 las creaciones de 75 artistas latinos y caribeños que trabajan en Nueva York. En esta edición, centrada en la calle como espacio para crear, el centro incluyó obras de artistas de pioneros del graffiti como Lee Quiñones o Sandra Fabara.
No es de extrañar, ya que este tipo de expresión, que algunos denominan vandalismo y otros arte, nació en la ciudad también de la mano de emigrantes hispanos. El graffiti cuenta además en el Harlem Hispano con otro espacio, el “Graffiti Hall of Fame”, situado al aire libre en las instalaciones de un colegio a la altura de la calle 103.

En los puestos callejeros a lo largo de sus arterias principales, la artesanía africana convive con camisetas o bolsos con el presidente Barack Obama como protagonista absoluto.