SEÑAL DE AJUSTE

La vida regulada

La vida regulada

Los participantes van por un millón de pesos pero se le descontarán 50 mil cada vez que los nominen. Foto: Gentileza Telefé

 

Roberto Maurer

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“Señores, ¡llegó el capitalismo salvaje a Gran Hermano!”, exageró Jorge Rial en la gala de apertura enarbolando una billetera, como si en sus ediciones anteriores hubiera sido una comuna socialista. Por primera vez circula papel moneda en el interior de la casa, donde cada uno de los participantes recibió ciento veinte pesos cuyo curso legal se limita al espacio creado por Telefé.

Es una de las novedades entre muchas otras que se han introducido a la versión 2012 y que como estrategia fueron guardadas en secreto hasta último momento. Es “más federal que nunca”, destacó Rial, y a la divisa rojo punzó se añadieron ahora un par de uruguayas. Hay más complejidad en las reglas, y tanto que ya requieren de cierta especialización. Como lo llamó Rial, “Un Gran Hermano Recargado”. Sin embargo, a la vez afirmó que “se iba a volver a los orígenes” y que debíamos “borrar todo lo que se había visto antes, olvidar a Marianela y Cristian U, que ya son historia”, mientras los fans gritaban “nooo”, ya que jamás olvidarán a Cristian U.

Parece contradictorio, porque esta complejidad no se corresponde con “los orígenes”, en tanto antes era un reality más simple y transparente, con algunas normas que regulaban la vida cotidiana y el proceso de selección, y que no iban más allá del estatuto que se hace respetar a las ratas de laboratorio. Ahora Gran Hermano es un programa para entendidos.

ENTRE EL BIEN Y EL MAL

Apenas 24 horas antes, Andrés Bilbao había llegado al final del camino que lo llevó a la redención, y que le costó el asesinato de sus padres y la cuasi pérdida de la mujer amada. Si en “El elegido” el Bien había triunfado sobre el Mal, no era el momento de extender los festejos, y Telefé lanzó de inmediato su Gran Hermano, ya que enfrente está Tinelli, a quien no se le puede ceder ni una pisada. Hubo misterio acompañado por rumores, para aumentar el impacto de las nuevas variantes, entre las cuales sobresale el intrigante botón rojo que, apenas presionado, eyecta de la casa a quien lo apretó, y que se relaciona con la derogación de la cláusula que permitía la autonominación (*). El confesionario online y twitter estará disponible pero sólo con el permiso de la producción, y los recursos para la vida diaria ya no serán un problema colectivo, ya que cada uno deberá resolverlo por sí mismo: un triunfo del individualismo.

La casa es más colorinche y lujosa que antes, o al menos en contraste con otra novedad, ya que al lado está la “casa pobre” donde conviven cuatro infelices de ambos sexos en una especie de monoambiente donde no les alcanzan los sofacamas. No son participantes plenos, y están a la espera del voto del público para que uno de ellos sea premiado con el ingreso al tablero principal.

Al día siguiente nomás, cuando aún no había nada que debatir, comenzó el debate conducido por Mariano Peluffo y el panel de entendidos, a quienes les costó hacer pie, ya que las imágenes de la casa ofrecían a un pelotón de jóvenes a quienes apenas empezaban a identificar, en una primera imagen que los mostró hablando con gran animación: conversaban sobre pizza. Ya se sabe que no todos los niveles de conversación son profundos.

Van por un millón de pesos pero se le descontarán 50 mil cada vez que los nominen. Si al final hay un resto, se destinará “a la caridad”, se anunció vagamente. La sensibilidad social es inseparable de la tele.

En esos primeros pasos, el panel ya prejuzgó a Victoria, una chica bonita de 18 años, la menor, calificada de “nena consentida”. En cuanto a un chaqueño llamado Alex, el panelista y veterano ex participante Gastón Trezeguet también se apresuró: “lo vi mantequita”.

Cuando uno se acuerda de la conducción de Soledad Silveyra, con su apasionamiento falso y estúpido, acepta que un hombre sin corazón como Jorge Rial es el tipo adecuado. Con su máscara de cinismo nos insinúa todo el tiempo que estamos frente a una mentira y que no se compromete con nada que sea parecido a un sentimiento.

HOSTILIDAD

Gran Hermano disfruta de gran popularidad en todo el mundo. Sus negadores no lo rechazan con indiferencia, es una reacción distinta que la que puede producir otro programa de la tele: a este lo odian. Gran Hermano despierta hostilidad porque sería la representación de una juventud perdida, enferma de indolencia, molicie y frivolidad, y de vida sin propósito. Sin embargo, según los perfiles ofrecidos de los participantes, todos ellos son estudiantes y trabajadores de muy variados oficios o sea que se trata de personas útiles a la sociedad, quizá más que sus críticos, que podrían contarse entre quienes pasan diariamente cinco horas dedicadas al pasatiempo sedentario de mirar la tele y sumar sobrepeso.

Gran Hermano se fue desvirtuando a través de los años, ha señalado el crítico Aldo Grasso en Corriere della Sera. Al principio, fue una suerte de “experimento” refinado, que nos convertía en observadores de comportamientos humanos en condiciones artificiales de vida. Era casi un programa de interés científico. Pero fue derivando en un puente a la fama, cuyos aspirantes ya no son jóvenes curiosos, sino un grupo poseído por una ambición cuyo objetivo final es convertirse en figuras mediáticas.

(*) El nuevo mecanismo aún no ha sido comprendido a la hora de escribir estas líneas, pero se confía en los estudiosos.