Fuerte enfrentamiento político

Polémica en Francia por la energía nuclear

EFE

El abandono de la energía nuclear, primordial fuente energética de Francia, aparece como el principal punto de discordia entre los socialistas y los ecologistas, que negocian un acuerdo para concurrir juntos a los próximos comicios.

Los Verdes clausuran hoy, en París, un congreso en el que la cuestión nuclear y el posible pacto con el Partido Socialista han estado permanentemente encima de la mesa.

Los ecologistas exigen a sus posibles socios que se comprometan a parar la construcción del reactor nuclear de nueva generación EPR en Flamanville, al noroeste del país.

Para ellos supone un símbolo de que Francia da marcha atrás en sus ambiciones nucleares, pese a que en la actualidad es el país del mundo que más energía nuclear produce por habitante, gracias a sus 58 reactores repartidos por todo el territorio.

Los Verdes han renunciado a incluir en el acuerdo programático con los socialistas un compromiso para abandonar la energía nuclear de forma inmediata, pero exigen de sus posibles socios que, como ya han hecho los alemanes, renuncien al EPR.

Voto a favor

El candidato socialista a las presidenciales de la próxima primavera, François Hollande, es partidario de proseguir con la construcción del reactor de Flamanville, a condición de que se respeten las normas de seguridad y se controlen los gastos.

El EPR, cuya construcción comenzó en 2007, debe entrar en funcionamiento en 2016, con cuatro años de retraso y con un coste de 6.000 millones de euros, el doble de lo presupuestado inicialmente.

Una vez concluido, producirá energía para unos 2 millones de personas y Francia lo presenta como el mascarón de proa de su industria atómica, un escaparate para vender centrales de este tipo a otros países y equilibrar así su maltrecha balanza comercial.

La candidata designada por los ecologistas, la ex jueza Eva Joly, se mostró firme al afirmar que “no habrá acuerdo con los socialistas si no se comprometen a parar Flamanville”, en cuyo caso seguirá con su intención de concurrir a las Presidenciales de la próxima primavera.

Los Verdes consideran que, tras la tragedia de Fukushima, tienen la legitimidad de pedir que Francia dé marcha atrás en sus ambiciones nucleares y apueste por otras energías alternativas.

Pero el “lobby” nuclear ha comenzado a maniobrar y ha alertado de los costes económicos y de puestos de trabajo que supondría el final de la energía atómica.

El presidente de la eléctrica EDF, Henri Proglio, que gestiona las centrales francesas, calcula que cerrar los 58 reactores costaría 400.000 millones de euros, una factura difícil de asumir para un país amenazado de perder la triple AAA de su deuda soberana.

Además, calcula que 400.000 empleos, directos o indirectos, viven hoy de esta energía.

Los ecologistas no se creen estas cifras y esperan un informe del Tribunal de Cuentas que en los próximos días debe cifrar el coste que tendría para el país un apagón nuclear.

Además, esgrimen la cifra de que en Alemania las energías alternativas han generado 370.000 empleos.