Deportes de vanguardia

Los equilibristas urbanos

Los equilibristas urbanos

El slackline es un deporte nómade que invade la ciudad. Recién llegado a Santa Fe suma adeptos y se expande. Martín y Tato son pioneros del slack en nuestra ciudad. Y te lo explican todo. fotos: laura cerioni.

 

Con dos árboles, una cuerda y ganas de divertirse es suficiente. Son los elementos indispensables para disfrutar del slackline, este deporte que apareció hace poco en Santa Fe y es practicado por jóvenes que buscan hacer piruetas ante la curiosa mirada de la gente que pasa por la ciudad.

Para este deporte de equilibrio se usa una cinta plana de nylon o poliéster que se engancha entre dos puntos fijos, generalmente árboles, y se tensa. Tato nos cuenta que “se diferencia del funambulismo, en el que se camina sobre un cable metálico totalmente tenso, y de la cuerda floja, en la que, como la propia palabra indica, se camina sobre una cuerda que no está tensada”.

El origen del slackline se le atribuye a un par de escaladores del Valle de Yosemite, en California, a principios de los años 1980. Adán Grosowsky y Jeff Ellington comenzaron a andar por cadenas flojas y cables cercanos a los estacionamientos como forma de entretenimiento. Con el tiempo empezaron a utilizar su propio material de escalada para andar sobre él. El deporte floreció desde allí entre los escaladores del valle, y posteriormente se expandió a todo el mundo.

Saltos y trucos

En el slackline la cinta es ligeramente elástica, lo que permite efectuar saltos y movimientos más dinámicos. La tensión de la cinta puede ser ajustada para satisfacer el nivel de experiencia del usuario. La característica dinámica de la cinta permite hacer trucos impresionantes como saltos y flips. Al mismo tiempo, se pueden realizar posturas de yoga o acrobáticas, lo que permite distintas modalidades de entrenamiento.

Tato Martínez nos cuenta que conoció el slackline en Barcelona, hace un año, y a través de su amigo Ezequiel Troncoso, quien ha representado a la Argentina en torneos mundiales organizados por la marca Gibbon, pionera en esta disciplina. “Lo que me llamó la atención fue encontrarme con gente en parques practicando, no sólo slackline, sino todo tipo de disciplinas al aire libre, incluso gente tocando instrumentos que nunca había visto”.

“Cuando volví a la Argentina no demoré en ponerme en campaña para poder conseguir mi cuerda. Si bien se me hizo difícil poder comprar o hacer una, debido a que es un deporte nuevo. En Internet poco a poco fui consiguiendo contactos y marcas (Gibbon dentro de las importadas, Pump Line y Good Vibes dentro de las nacionales) para poder comprar mi primera cuerda”, explica Tato.

Una vez en Santa Fe, Tato contagió a sus amigos y entre ellos a Martín Maggi, quien en marzo de este año comenzó a subirse a la cuerda. “Dentro del slack hay distintas variantes, particularmente a mí me gusta el Trickline, que consiste en intentar hacer trucos parecidos a los de otros deportes extremos sobre la cuerda, backflip, front flip, 360º”, nos cuenta Tincho. “Existe también el Highline, en el cual ya no se intenta hacer trucos sino sólo equilibrio al mejor estilo circense y se desarrolla en altura, por lo que se necesita practicarlo con equipo de seguridad. Por último, otra variante consiste en desarrollar ejercicios de yoga sobre la cuerda”.

“En nuestra ciudad no son muchas las cuerdas que se ven pero de a poco van ganando espacio, es mucha la gente que se acerca a curiosear cuando estamos saltando, y es mucha también la gente que después de haberle echado un ojo se anima a dar sus primeros pasos”, cuenta Martín.

Así, curioseando, llegaron a este deporte Florencia di Mattia y Emilio Martínez. “Me gustó por que vi a unos amigos haciéndolo, miré muchos videos en Internet antes de probar y después empecé a caminar arriba de la soga hasta lograr equilibrio. Ahora ya puedo saltar y cada tanto intento sacar trucos nuevos”, dice Emilio.

Florencia se sube regularmente a la cuerda porque se siente muy tranquila. “Me da mucha paz”, cuenta. “No es casual lo que menciona Florencia”, asegura Tato. “Para mí, la base del slack es el equilibro, y por eso justamente ayuda a lograr equilibrio en la vida misma”.

Hacia dónde va la cuerda

“Normalmente colgamos las cuerdas a la siesta en la Plaza de las Tres Culturas, pero también hacemos salidas nocturnas, por eso con Tincho creamos un grupo en Facebook (ver dato). El grupo es abierto y cualquier persona puede unirse”, dice Tato. “La intención es poder agrupar y nuclear aquellas personas que estén interesadas en aprender y practicar esta disciplina como también aquellas que ya tengan su cuerda y su estilo sobre la misma. Así podemos mantenernos informados sobre los días y lugares a los que va cada uno a saltar o de torneos que se empiezan a realizar en Buenos Aires y Rosario, como recientemente ocurrió”.

En ese torneo participó Martin Maggi, quien ahora integra un grupo de Riders, llamado Good Vibes, que en un principio comenzó nucleando a la gente que practica Slack en Santa Fe, Paraná, Rosario, Buenos Aires, pero que actualmente se está expandiendo y está sumando gente de todo el país. “Con este grupo de amigos simplemente intercambiamos opiniones, tips, y organizamos encuentros para poder disfrutar entre todos”, cuenta.

El último torneo que organizó Good Vives se realizó en Rosario el pasado 16 de octubre y contó con la participación de gente de todo el país. “En un futuro, espero no muy lejano, vamos a organizar una exhibición en la ciudad para que más gente pueda conocer este deporte, salir al sol, estar en contacto con el verde, y despejar la cabeza de las preocupaciones diarias mientras se piensa sólo en mantener el equilibrio”, remata Martín.

+ info: GRUPO DE FACE:

https://www.facebook.com/groups/114003572018821/


UNA DE LAS MODALIDADES ES HACERPOSES DE YOGA SOBRE LA CUERDA.JPG

para mí, la base del slack es el equilibro, y por eso justamente ayuda a lograr equilibrio en la vida misma”.

Tato Martínez

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STAFF /// Josefina Gómez / Alina Pozzolo / Romina Santopietro / Nicolás Loyarte / Alejandro Moulins. Colabora: Cecilia Mendicino / Laura Cerioni

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