Artes visuales

“Relictos”/“La joven guardia”

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Obra de Julio Rayón que se puede apreciar en el MMAV.

Foto: Gentileza producción

Domingo Sahda

En las salas del Museo Municipal de Artes Visuales Sor Josefa Díaz y Clucellas, peatonal San Martín 2068 de esta ciudad, el artista plástico Julio Rayón exhibe una colección de trabajos plásticos elaborados sobre el plano en conjunto a otros resueltos como volúmenes espaciales instalados.

El expositor denomina a esta colección de obras a la vista como “Relictos”. (Relicto/a: -adj.- “Se aplica a los bienes o caudales dejados por alguien al morir”/ “Caracteres biológicos o cualidades morales transmitidos genéticamente por sus padres”. Moliner, María; Diccionario del Uso del Español, Edit. Gredos, Madrid, España, 1997).

Con este marco referencial de elíptica proyección subjetiva cuya evidencia descriptiva se hace presente en los dibujos de la muestra comentada, Julio Rayón construye su discurso plástico, diverso al de las esculturas. En todos los casos, el expositor constata el dominio de un sólido oficio que le permite lograr los resultados a la vista sin dejar librado al azar ningún repentismo temperamental.

El cuidado procedimiento del que se hace gala en ambos trayectos expresivos es sello distintivo. El hacer reflexivo se proyecta en la coagulación de cada estampa, de cada escultura, las que se sostienen sin fisuras. En la tensa y medida yuxtaposición de materiales y procesos, recorridos lineales y/o cromáticos presentes en los dibujos se hace presente con mayor claridad la idea matriz que empuja el proceso creador. En ellos, el sostén conceptual que define el concepto “Relictos” se hace evidente. La mixtura de imágenes que repiten antiguas fotografías de infancia aparece instalada en espacios inconmensurables, la pampa regional que define “el lugar” en el cual se aposenta el relato visual, siempre preñado de un aura de nostalgia.

Poesía

Los personajes nos interpelan desde un ayer mítico; el autor nos traslada con sus escenas a una poética inherente al sentimiento de rescate. Lo hace exhibiendo en cada una de las obras a la vista las excelencias de un cuidado proceso de limpia ejecución que traslada la mirada hacia un ensimismamiento de recatada poesía.

Lejos de forzados tour de force los dibujos se constituyen en elaborado discurso visual en los cuales la planimetría se plasma sin desajustes al velado volumen determinado por la corporeidad ilusoria de las fotografías cuasi documentales de una infancia ida. Las obras colindan con una particular visión del ensamblado, provocando ocasionales dispersiones compositivas esencialmente plásticas por acumulación de recursos visuales autosuficientes. De este modo, la mirada salta del dibujo como arquitectura de líneas a la descripción realista de elementos superpuestos y de ahí a la intensidad subjetiva del trazo de color que crea urdimbres cromáticos sin solución de continuidad, orientándose a una unidad subjetivada que asienta su cohesión sobre la idea romántica de un ayer cristalizado en la memoria. Cada obra en el plano se organiza como parcela que insinúa su continuidad al infinito, a lo inabarcable del paisaje de la memoria, de los recuerdos instalados traídos al hoy como un bien que se preserva. La referencia espacio temporal de las estampas, impecables como tales aun dentro de las colisiones estilísticas que evidencian, se distancia de la otra faceta creativa del expositor. Sus esculturas, más precisamente volúmenes espaciales instalados construidos por adición sucesiva de elementos contrapuestos uniformizados por el tinte cromático en la mayoría de las piezas expuestas transitan por un andarivel plástico absolutamente diverso al de los dibujos. La impronta de agresiva presencia instalada no apela a la memoria para su lectura, sino a la interpretación de sentido de esta suerte de “totems” de agresiva, tajante presencia espacial.

Julio Rayón conoce el material con el cual trabaja; es claro el sentido de cada una de las parcelas de su producción que se recortan como disímiles entre ellas, tanto por factura plástica cuanto por intencionalidad conceptual. La tensa agresividad expectante de sus trabajos tridimensionales no invocan a la ensoñación. En todos los casos, y a contrapelo de esta bifurcación expresiva, legítima en cuanto búsqueda de esencialidades del lenguaje de la imagen y como autoexigencia creativa, Rayón sostiene su obra desde la empecinada voluntad del creador que abre escenarios hacia lo posible, dotado de las mejores herramientas en su búsqueda de síntesis enriquecida con aportes contrapuestos.

“La joven guardia”

Recientemente, fue abierta a consideración pública una exposición colectiva en Osde Espacio de Arte, Av. Rivadavia 3238 de Santa Fe. El grupo de expositores se constituye con obras de Eduardo Baroni, Pamela Bengochea, Jesica Bertolino, Emiliano Bonfanti, Lucía García, Nazareth Giraldi, Celeste Kalbermater, Abril Massimini, Gisela Peralta, Antonella Peretti y Carla Torful. El curador de la muestra, Prof. Abel Monasterolo, prohíja al grupo de noveles artistas con el encabezado un tanto excesivo de “La joven guardia”. En el mejor de los casos, tal apelativo responde a la idea de una nueva generación de plásticos que se apresta a manifestarse públicamente en el horizonte del arte visual de la región, haciéndose cargo de los “dimes y diretes” propios del ámbito y del quehacer mencionado. Se sabe que quien expone, se expone.

El conceptuoso artículo de presentación de la muestra firmado por la Prof. Mg. Isabel Molinas exalta la colección a la vista e indirectamente a sus autores, dejándose llevar por el genuino entusiasmo que le provoca el emprendimiento, cuyo aliento renovador es bastante menor de lo que presupone el rimbombante título. Vayamos por pasos “... todo creador (se entiende en todas las disciplinas propias del arte) debe tener un profundo conocimiento sobre lo que hay. Sólo conociendo eso, se puede renovar, atravesar estructuras, generar nuevos signos con nuevos contenidos y, a la vez, nuevas formas. El conocimiento tampoco puede ser vetusto y rancio pues corre el riesgo del insulso resultado de renovar aquello que está renovado, e incluso ‘la misma renovación ya es anticuada’. La renovación vale sólo cuando lo paradigmático está en auge y en plena fuerza y no en vías de decadencia final”. (Zatonyi, Marta. “Juglares y Trovadores. Derivas estéticas”).

El decantado oficio manifiesto en todos y cada uno de los partícipes del colectivo “La joven guardia” aparece como de notoria calidad de ejecución en cada tramo y según la óptica expresiva elegida por cada quien. Mas, calando un poco más en profundidad en estas manifestaciones visibles sin dudas encabalgadas en el marco del arte visual contemporáneo, surgen aquellas preguntas que definen per se al Lenguaje Visual en cuanto tal, como vínculo sustantivo que liga a la aventura de la humanidad desde el origen de los tiempos. ¿Cuál es el soporte conceptual, ideológico o de sentido esencial del arte aquí presente? ¿Es acaso el arte plástico una cuestión de goce estético en sí mismo tal cual lo determina la idea del arte autosuficiente, del arte por el arte? ¿Es el arte visual un ejercicio de ornamentación inocente y banal, efímero como proposición de sentido?

La presencia solapada del arte ensimismado pareciera ser el sostén conceptual del colectivo que se expone, ajeno a cualquier indagación en torno de la aventura humana directa o indirecta. De suyo se acepta que el interjuego creador supone conocer y emplear su sintaxis con la más absoluta libertad dentro del arco expresivo que va de la figuración a la abstracción constituyéndose el Arte en portavoz anticipado de las sociedades, atravesando: la barrera de los tiempos, adoptando distintos perfiles que siempre interpretan la historia. Se trata, en suma, de saber si el arte en esta propuesta es compromiso o juego baladí: si es compromiso u ornamento.

En esta exposición colectiva, es el último concepto el que prevalece. Tenidas las sólidas herramientas que se aprecian comienza ahora el momento del discurso personal y comprometido. Mirar lejos siempre implica mirar profundo. Se sabe que entre el halago y el cuestionamiento media una amplia brecha.