El gobierno de Binner y las “piedras en el camino”
El gobierno de Binner y las “piedras en el camino”
Cuatro años de negociación en el Senado
Fue el escenario de tensiones y acuerdos. Binner buscó que la sociedad viera a la Cámara Alta como un problema. Pero enfrentó una paciente unidad peronista.
Luis Rodrigo
Comenzaba febrero de 2008. Hermes Binner había asumido hacía apenas un par de meses y el PJ santafesino tenía su Congreso Provincial. El ex intendente de Santo Tomé Angel Piaggio recomendaba “poner piedras en el camino”.
Unos meses después Binner resignificaba la expresión: el Senado era “un palo en la rueda del gobierno”.
El primer gobernador socialista parecía lleno de ímpetus reformistas: retiro de las rejas de la Casa Gris, asambleas ciudadanas, nodos que recreaban el mapa provincial, nuevos lenguajes y espacios públicos culturales, y una apelación directa al ciudadano para modernizar estructuras administrativas. Y de fondo, la discusión de cambios en dos temas sensibles para el poder (económico y político), los impuestos y la Constitución.
Ninguna de ambas materias pudo ser cambiada: al peronismo le bastó con la mayoría en la Cámara de Senadores para detener cualquier brío renovador.
Al oficialismo le costó más de dos años y medio entender que no iba a poder torcer la realidad del Senado. Y que no iba a quebrarse el bloque del PJ. Esa mayoría fue lo suficientemente voluble para mudar de reutemanista a kirchnerista cuantas veces hizo falta, siempre bajo el mito de las amplitudes o contradicciones que ampara el movimiento.
Los senadores peronistas fueron orgánicos. Resolvieron todo en las reuniones del bloque (Ricardo Spinozzi tuvo mucho que ver). Y su paciente unidad hoy contrasta con las peleas públicas del kirchnerismo triunfante en Diputados.
Cambio
En la segunda mitad de la gestión, las necesidades de gobernar para el corto plazo le hicieron al Ejecutivo desistir de esas dos reformas decisivas, que -de a poco- dejaron de ser parte de sus discursos.
Para cuando se cerraron estos cuatro años en el Senado, el miércoles pasado, el bloque de los 13 senadores pudo señalar que sólo en una oportunidad había negado al gobierno su colaboración, apenas con la reforma fiscal. Que por lo demás, le aprobó todo.
Lo más notable es que el criterio fue convalidado por los senadores oficialistas. Acaso porque todavía faltaba la aprobación de otros temas de importancia para gobernar (era la última sesión ordinaria).
Clima
Convivencia, consenso, construcción política, institucionalidad. Términos como ésos se usaron desde las bancadas del Frente Progresista y del Justicialismo para describir el clima que había dominado a la Cámara en estos cuatro años.
En realidad, hubo mucha negociación, una actitud tan poco bien vista por los votantes como necesaria para que haya política. La próxima Legislatura (ya no sólo el Senado) la necesitará en altas dosis, para que piedras y palos no dañen ruedas.
Entre eufemismos y buenas maneras, debe decirse no fueron gratuitos los elogios, las mutuas felicitaciones de los senadores por haberse permitido deliberar, ganar y perder sin cerrar el diálogo.
La vicegobernadora, Griselda Tessio, le habló a la ciudadanía. Dijo que “cuatro años en la vida institucional de una provincia es un período muy corto. Sin embargo, esos mismos cuatro años pueden tener una importancia significativa para los hombres y mujeres que se desempeñan al frente de un cargo ejecutivo o legislativo, y para la ciudadanía que los eligió con su voto”.
Advirtió de la obligación de “dar cuenta a la ciudadanía de las acciones llevadas adelante en la gestión”.
Entre obras de recuperación del patrimonio edilicio, luminosas políticas de acción de transparencia, difusión de las sesiones en vivo por Internet, coloridos abiertos nuevos vínculos culturales y un relativamente armonioso funcionamiento de las instituciones, Tessio mostró sus cuatro años, a los que bien les cabe un juicio estético, que en el fondo es político: fueron cuatro años en favor de democratizar lo bello. Más aún, su última acción fue editar un libro para difundir el debate del que resultó la sanción de la Ley 1.420.
Fuera del balance -fue la primera vez que se la vio leer un discurso- subrayó que con ella se van de la Cámara sus colaboradores. Esa síntesis tiene 24 páginas y además de firmarla la vicegobernadora, contiene los nombres y las representaciones de los 19 senadores, que no ahorraron halagos para despedirla.