EDITORIAL

Conflicto entre Gran Bretaña e Irán

El gobierno británico de James Cameron ordenó retirar a sus embajadores de Irán y asimismo procedió a expulsar a los diplomáticos iraníes residentes en Londres. La decisión fue apoyada por los dirigentes de la oposición y ha sido respaldada por la opinión pública. El motivo de esta drástica decisión fue el asalto perpetrado por estudiantes islámicos a la Embajada Británica en Teherán. Destrozos de muebles e incendio de documentos fueron la consecuencia de este acto insólito, no muy diferente al que en El Cairo perpetraron turbas indisciplinadas contra la embajada de Israel.

Las Naciones Unidas condenaron lo sucedido invocando que se vulneraban los acuerdos de la Convención de Viena acerca de la inmunidad diplomática. En la misma línea se han pronunciado los líderes de las principales potencias de Occidente. Lo ocurrido coincide con la decisión de la Unión Europea de estudiar un embargo petrolero a Irán.

La decisión del jefe conservador británico no hace más que profundizar el conflicto entre el Reino Unido e Irán, conflicto que cobró particular intensidad cuando la “Rubia Albión” amenazó con sanciones al régimen teocrático de los ayatolás por la construcción de armamento nuclear con objetivos bélicos. Fue precisamente el anuncio británico lo que encolerizó a los estudiantes con los resultados conocidos.

Desde el punto de vista diplomático la respuesta de Irán fue correcta. Los voceros del Ministerio de Relaciones Exteriores criticaron lo sucedido, prometieron investigar y sancionar judicialmente a los responsables y pidieron disculpas diplomáticas. Esta respuesta se contrastó con la de los Guardias de la Revolución, la máxima autoridad política de Irán, quienes felicitaron a los estudiantes por lo que hicieron, mientras un reconocido diputado islámico justificó lo sucedido diciendo que era la respuesta emotiva de los jóvenes a los tradicionales atropellos de una potencia colonialista.

Lo que queda claro es que los grupos de choque estudiantiles pertenecientes al Consejo de Guardianes no actúan por cuenta propia. Por el contrario, y atendiendo al rigor disciplinario de estos regímenes a nadie se le escapa que los jóvenes no tomaron una decisión de esa gravedad de manera espontánea.

Lo ocurrido recuerda el asalto a la embajada de Estados Unidos en 1979, cuando los diplomáticos norteamericanos estuvieron detenidos durante más de un año. En ambos casos los incidentes dieron lugar a serios conflicto diplomáticos que tuvieron a la región al borde de la guerra. En el caso que nos ocupa, queda claro que no es el mejor momento para que ocurran incidentes de estas características. Al respecto, nadie puede asegurar que lo ocurrido sea la antesala de la guerra, pero en este caso conviene recordar el aforismo popular acerca de los peligros de jugar con fuego, sobre todo en lugares donde este hábito tiene buena propaganda y no son pocos los que están dispuestos a sumarse a estos singulares festejos.